💌 Capítulo № 29 💌

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— Fue tan inesperado, hasta dejaron el pastel abandonado en el suelo para hacer eso, niños.

La mujer pálida hablaba, alegre y burlona, encantada con tener la perfecta oportunidad de molestar a los dos chicos que estaban sentados al otro lado del comedor, su hijo con la nariz fruncida y el rostro ardiendo en carmín, junto a su lindo acompañante castañito, que estaba cabizbajo, avergonzado y jugando con sus manos, proporcionándole así esos dos la más adorable escena romántica, que alguna vez imaginó viviría como madre de su querido y fabuloso Yoongi.

Por otra parte, ya muerto de vergüenza, que le llegaba hasta las orejas, el pálido mordió su fino labio, viendo con una expresión de súplica al hombre alto que estaba cerca del horno de la cocina, esperando que el pollo se terminará de prepararse para comerlo juntos, en familia, pero hacerlo era en vano, su padre se mantenía igual de entretenido con la plática que su enérgica esposa tenía con ambos menores. Yoongi arrugó más la nariz, girando su cabeza, mirando de soslayo a su costado derecho, donde el otro se encontraba con los ojitos brillosos sumamente perdidos en la emoción y pena de ese momento. Taehyung también estaba en su faceta tímida, lo que era poco común, pero demasiado fascinante de ver para él.

— Si querías hacer algo así, te habríamos dejado la casa sola, hijo —El hombre comentó, tranquilo, diciendo eso como si fuera normal y lo incitara a hacer algo que el peli-negro nunca había pensado realizar con el castaño, al menos no por ahora—. Aunque si hubiéramos hecho eso no podríamos conocer a tu amigo —Agregó al final, haciendo que sus palabras volvieran más tímido y cohibido al castaño. Con eso, sin esperarlo, el de mirada felina sonrió; definitivamente ver el lado penoso de Tae era una maravilla, una que disfrutaba plenamente admirar entre los últimos meses que llevaba de conocerlo.

— Tu padre tiene razón, si las cosas hubieran sucedido de otra forma, no conoceríamos a alguien tan adorable como… disculpa, pequeño, ¿Cómo te llamas?

— TaeHyung, Señora Min —Respondiendo al segundo, el castaño captó la atención de la mujer de tez pálida, y se armó de valor, alzando su mirada brillante ante los presentes, dejando deslumbrados a los padres de Min, que chillaron de felicidad al presenciar su reacción de valentía y coraje.

— ¡Yah, es un nombre precioso! —La mujer chilló, aplaudiendo simultáneas veces. Ella estaba ilusionada, con sólo ver la sonrisa de su hijo y la forma en que miraba a su menor, le daban muchas ideas sobre un futuro—. ¡Es tan lindo como tú, Taehyung!

— Y encaja contigo a la perfección, tu nombre y tú son lindos —Su esposo igualmente le apoyo.

— ¿Verdad que sí, YongHwa?

— Sabes que jamás miento, cariño —Declaró. El aroma que provenía del interior del horno hizo que Yonghwa se dispusiera a empezar a preparar el resto del almuerzo; no obstante se mantenía en el hilo de la conversación—. Yoongi, ayúdame con esto, ¿Puedes?

— A-ah, sí... ahora voy.

El pálido que estaba entretenido en admirar las facciones de porcelana del soldadito, se levanta de su asiento y con una rápida mirada dirigida a este, se aleja de su lado, pensando un poco sobre lo desolado o pequeñito que Taehyung podía sentirse ante su progenitora, quien no paraba de mirarlo con mucha intensidad desde que llegaron. Yoongi volvió a morder su labio, conocía perfectamente a su madre, tenía dieciocho años de convivir con ella y sabía todo lo que era capaz de hacer por obtener un poquito de información de quien sea que se aproximará a su hogar, o específicamente a él. 

Pero aún si fuera un tanto aterrador, no era algo malo o alarmante, más bien era todo lo contrario a lo que sea que pudieran estar imaginando en este preciso instante.

El Día Después de San Valentín |YoonTae| (Corrigiendo)Where stories live. Discover now