Capítulo IV

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La mirada de Shinobu permaneció vacía hasta que Giyuu volvió junto a un botiquín para limpiar con delicadeza aquel labio herido y ensangrentado. Se arrodilló frente a ella, era tan extraño para él encontrarse tan cerca de Shinobu sin que ella impusiera esa distancia a la que ya se había habituado, pese a la situación se mantuvo pensativo sobre cómo se sentía el estar juntos, el como su instinto pedía a gritos sacudir esos pequeños hombros para traerla a la realidad y protegerla entre sus brazos, eso y muchas cosas más pasaban por su cabeza cuando de pronto de las mejillas de Shinobu descendió una fina lágrima haciendo que la sensación de esta escurriendo por su piel hiciera que reaccionara. Tocó con la punta de sus dedos aquella lagrima haciendo que Tomioka se detuviera a observarla.

ㅡ¿Duele?ㅡ. Consultó Tomioka alejando aquella gasa con la limpiaba la ya coagulada herida.

"Duele", Esa palabra sin duda se repetía constantemente en su cabeza, "Duele, duele mucho" Shinobu secó con brusquedad sus lágrimas y dirigió su mirada hacia Tomioka notando la preocupación en su expresión, él se refería si su herida dolía pero ella negó con su cabeza curvando dolorosamente sus labios. Él se dio cuenta que mentía, no podía engañarlo cuando había aprendido hace ya mucho tiempo a leerla.

ㅡShinobu... Yo

ㅡEstá bien Tomioka-San, no necesito tu lástima.

Giyuu apartó su mirada con frustración, cada vez que podía le recordaba que no debía acercarse más de lo que era mínimamente necesario, le dolía, eso estaba claro, le hacía pensar que no podía ayudarla aún si se lo propusiera  pues el estar tanto tiempo solo le hizo olvidar el como tratar con las personas, por eso no era capaz de responderle, por eso no podía ayudarla, por eso... No podía protegerla y era algo que desgarraba dolorosamente su alma.

ㅡNo siento lástima por ti Shinobu, nunca la he sentido.

Giyuu se levantó, recogió el material usado y se marchó dejándola nuevamente sola. Shinobu sólo sonrió con amargura, él estaba acostumbrado a tener la última palabra haciéndola sentir como si aún fuera una niña pequeña que es castigada, pero ya no era una, hace mucho dejó de serlo.

🔸

Entró en silencio a la habitación para no despertar a la pequeña Kanao que dormía plácidamente en la cama contigua a la suya. Shinobu se acercó a ella y con delicadeza volvió a cobijar sus sábanas depositando una suave caricia sobre su cabello, de pronto una imagen que creía olvidada apareció fugazmente en sus recuerdos haciéndola sonreír, una sonrisa dolorosa que mantenía sus pies en la tierra y alejada de memorias que nunca volverían.

Finalmente alistada para dormir revivió una vez más cada segundo de lo sucedido en esa tarde, recordando o intentando recordar a detalle cada una de las palabras de ese ser repugnante que se presentó ante ella haciendo que su sangre hirviera, preguntándose una y otra vez cuando fue que se encontraron por primera vez pues por más que intentara no podía conseguir reavivar esas imágenes y estaba más que claro que él sabía desde hace mucho de su existencia y la de su hermana, teniendo eso en mente sus párpados se volvieron cada vez más y más pesado y en el último momento que le quedaba de lucidez creyó escuchar un susurro a la par en que cerró definitivamente sus ojos.

"Shinobu".

De pronto entre la oscuridad una agradable voz la llamaba, Shinobu abrió sus ojos y se encontró nuevamente con el escenario del pueblo frente a ella pero está vez era distinto, era pleno invierno y la nieve caía en frágiles copos sobre su sonrojado rostro.

ㅡShinobu, ¿Estás bien?

Una calidez indescriptible envolvio con delicadeza su mano. Al levantar la mirada se encontró con unos ojos que la observaban con ternura y confusión junto a una sonrisa amplia que se dibujaba en los labios de la joven que se inclinaba hacia ella para hacer contacto visual.

Obsesión - [El aroma de la muerte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora