Capítulo XII

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Después de ver una última vez esos ojos azules todo se convirtió en silencio, en un cálido y perpetuo silencio.

Por alguna razón la oscuridad no permitía que su visión fuera más allá de la punta de sus dedos, incluso sentía que su cuerpo flotaba en algo similar a aguas calmas.

"¿Es esto el infierno?"

Sus pensamientos eran proyectados con su voz sin la necesidad de fruncir sus labios, ya no sentía dolor, ni frío, ni mucho menos esa sed de venganza que fue aoaciguada en sus últimos momentos, ahora sólo era ella y la eternidad como un mismo ser.

Sería así por siempre.

Cerró sus ojos con la intención de permitirse finalmente desvanecer lo último que quedaba de su esencia, finalmente era libre.

"Shinobu".

Una vez más la voz de su hermana resonaba en sus pensamientos como si intentara entregarle un breve consuelo, pero sabía que no era posible, Kanae se encontraba en un lugar demasiado lejano como para alcanzarla.

"Abre los ojos, hermana".

Obedeció a esa petición, con pesadez Shinobu abrió sus ojos para encontrarse con su cabeza reposando en las piernas de Kanae.

"¿Realmente eres tu?"

Lo pensó y casi como si ella misma lo hubiera musitado Kanae con una suave sonrisa en sus labios asintió.

"Gracias a Dios..."

Las manos de Shinobu se aferraron a la tela del kimono de su hermana mientras que Kanae depositaba suaves caricias en su cabeza, ya no necesitaba nada más, si pasar la eternidad de esta forma era un castigo estaba dispuesta a aceptarlo.

"Es momento de que abras los ojos".

La voz de Kanae era casi un susurro, Shinobu no sabía cómo interpretar sus palabras hasta que una luz enceguecedora apareció frente a ella.

"Vive feliz y sin arrepentimientos, ese es mi deseo".

Sin poder evitarlo Shinobu se sintió somnolienta, quería quedarse un poco más junto a Kanae, solo un poco más... Aún con ese deseo sabía que habían personas que la necesitaban.

Kanae deposito un beso de despedida en su cabeza y con ese acto de amor Shinobu sintió como era sumergida en ese manto blanco frente a ella.

🔸

Lentamente sus sentidos regresaron siendo el primero de estos el olfato captando el aromático de las flores que tanto cuido su hermana en vida.

Luego fue la audición, una campana de viento siendo mecida por una brisa.

El tacto lo recobró cuando sus dedos se sintieron extrañamente cálidos como cuando estirabas las manos en busca del sol.

El gusto salió disparado cuando sus labios sintieron una extraña amargura que le resultaba familiar.

Finalmente fue su vista, la cual borrosa intentaba descifrar sus alrededores y a la persona que vertía aquel amargo líquido en sus labios.

ㅡEs una bendición que finalmente abriera sus ojos, Shinobu-San.

ㅡ¿Usted?...

Cuando su visión se ajusto pudo recordar finalmente aquel rostro arrugado y amable, era la anciana de esa noche quien volvía a dejar con delicadeza su cabeza sobre la suave almohada de su futón.

Obsesión - [El aroma de la muerte]Where stories live. Discover now