Capítulo seis.

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-Sal de la habitación- se escuchaban murmullos.

-Dame otra oportunidad-

-Sal- la voz de Mia se hacía más nítida.

-Yo te amo- pronunció la otra persona en forma entrecortada.

Me removí de las sábanas y traté de ignorar la discusión que se ejercía en mi habitación.

-¡Ethan, vete!- había enojo en su voz -Vas a despertar a Catherine-

-¿Quién es Catherine?-

-Sal de aquí- ahora a ella le salía la voz entrecortada.

Y supongo que acto seguido el chico había abandonado la habitación, porque las voces cesaron.

"Yo te amo", en mi subconsciente causó gracia. El amor es una fantasía que crean todos para no llegar a la realidad. Muchos creen que es lo más cercano a la magia, yo creo que es lo más cercano a la mentira.

El amor es ese juego que tenemos porque necesitamos algo de diversión. Pero en los juegos alguien siempre sale ganando y el perdedor queda destrozado. Por eso me había negado a tener una experiencia categorizada como noviazgo, sentía que estaría perdiendo el tiempo.

Mi alarma sonó, sonó y volvió a sonar hasta que sentí una almohada estrellarse contra mi cara.

-Es mejor que te levantes- Mia se estaba lavando los dientes -Es tu primera sesión-

Entre gruñidos me levanté de la cama a tiempo para que una joven rubia de cabello lacio entrara llorando hacía Mía.

Ya esta habitación comenzaba a ser un sitio turístico...

-Otra vez...- dijo Mia entre dientes.

En ese momento decidí ir a lavarme los dientes. Cuando entré al baño me fijé que el espejo estaba empañado, pasé una mano sobre él y se reflejó mi rostro. Tenía la cara pálida y debajo de mis ojos se encontraban un par de ojeras, me regalé una sonrisa y tomé mi cepillo de dientes. Me sentí acorralada en esas cuatro paredes sin siquiera una ducha.

Al terminar la chica rubia ya se encontraba calmada y con una taza en sus manos.

-Hola- me regaló una cálida sonrisa.

No obtuvo respuesta.

-Hola- repitió como si tuviera cinco años.

-No quiero hablar contigo- le informé.

Su cara cambió drásticamente, como si estuviese a punto de llorar. Llegué a un centro de llorones, les aseguro que aprenderé a llorar en lugar de dejar de beber.

-No vale la pena- murmuró Mía entre dientes.

Rodé los ojos y me dirigí al armario para buscar algo de ropa y cambiarme antes de encaminarme a buscar un café para tener todas las energías necesarias para afrontar mi primera sesión. Al llegar me encontré con un sitio pulcro totalmente vacío, a excepción de una señora regordeta detrás de la caja registradora.

-Un café- tiré los billetes sobre el mesón.

-Hola, linda- sonrió.

Bajó la mirada sin quitar su sonrisa y se dirigió a preparar el café, cuando llegó me entregó una taza color café. Sorbo tras sorbo sentía el calor apoderarse de mí y despertarme poco a poco. Cuando terminé mi taza posé mi mirada hacia la puerta de vidrio donde un chico alto de suéter gris estaba entrando; era Thomas, por supuesto.

-Buenos días, Laura- le regaló una cálida sonrisa -Un café, por favor-

-Buenos días, Thomas- Laura jugó con su cabello.

Adicción || EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora