Capítulo trece.

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Nunca fui de esas personas que querían hacer amigos, pero la manera en la que Mia se reía y disfrutaba del momento me hacía querer quedarme en ese lugar para siempre. Ella cantaba con tanto entusiasmo que los demás visitantes del karaoke disfrutaban de las notas que nos ofrecía, a pesar de que no tenía buena voz, sólo el hecho de ver esa motivación en sus ojos te motivaba a ti a creer que la amistad podía existir.

-Esta va para Cath, mi compañera de habitación- gritó en el micrófono.

Y seguido entonó una dulce melodía, sus ojos estaban en otro mundo junto con su corazón, sus manos se movían al compás de la canción y sus piernas permanecían estáticas. Había dos chicos en la mesa de al lado, estaban tomando algunos tragos y regalando miradas divertidas hacia Mia, seguido de eso hablaban entre sí.

Mia terminó de cantar la canción y bajó corriendo hasta la mesa mientras arrebataba de mis manos una botella de agua.

-Cantar te deja la garganta seca- se estaba riendo.

-Creo que deberías sentarte un rato- señalé la silla de al lado.

-No lo creo, Cath. Estoy muy joven para sentarme-

-Es eso o volvemos al FS- levanté mis hombros mientras le regalaba una sonrisa divertida.

-Sentada estoy bien- arrastró una silla y se sentó en ella.

-Un día al mes libre- seguía sin lograr creer lo permisivo que lograba ser el centro.

-Toma tu estadía en el FS como un paseo. David es permisivo, pero en cualquier momento tendrá que revisar habitaciones y desechar todo lo que tenemos. Así que como en todo paseo, debes tener cuidado con la roca- se llevó un trago a la boca.

-¿Cuándo harán la revisión?- me encogí en la silla del bar.

-No lo sé-

-¿Y qué pasará si nos encuentran algo?-

-Tampoco lo sé, Cath-

El bar se encontraba repleto de personas; unas tomando, otras bailando y muchas otras alrededor de la tarima esperando al próximo participante, Mia miraba para los lados y en dirección hacia la puerta, los jóvenes de la mesa de al lado miraban a Mia de una manera anormal. Era de esas chicas a las que provoca mirar, no sólo por ser hermosa, sino por todo lo que hacía sentir estando en una habitación.

-Te están viendo- le di un sorbo a mi bebida.

-Lo sé- se inclinó hacia adelante.

-Siempre te están viendo- rodé los ojos.

-A ti también- soltó una leve risa -sólo que no lo notas porque te fijas en los que no lo hacen-

-Basta, Mia- me estaba riendo irónicamente -Simplemente no soy de las que llaman la atención de nadie, en absoluto-

-Lo haces sin saberlo- apoyó sus brazos debajo de su pecho -Siempre que llegas a un sitio los ojos quedan puestos en ti, y no de la manera obscena en la que quedan puestos en las demás. Quedan puestos en ti porque no necesitas que queden en ti-

Mi bebida se estaba acabando cuando ella dejó de hablar, di un último sorbo y terminé con ella, me limpié una pequeña gota que escapaba de la comisura de mis labios con el dorso de mi brazo antes de comenzar a hablar.

-Escucha, no soy la clase de chica que sirve para este tipo de conversación, si quieres alguien para esto puedes ir con Molly- le regalé una sonrisa de lado.

-Molly es buena chica, pero no es mi amiga-

-Yo tampoco lo soy-

-Una amistad no se basa en reconocer que son amigas y que se aman la una a la otra; una amistad se basa en estar allí, siempre-

Adicción || EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora