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Todo había comenzado una lluviosa tarde de abril. Rachelle la estaba esperando fuera de la boutique con una bolsa de dulces y con un café. Daphne cerró la puerta con las debidas protecciones y luego se acercó rápidamente a ella, cubriéndose bajo el paraguas negro que llevaba.

—Hey, Daph, te estaba esperando.

Rachelle le sonrió, mostrando sus dientes blancos y sus dos dientes frontales, que eran ligeramente más grandes que los demás, dándole un aspecto tierno.

—Yo estaba esperando salir del trabajo—le quitó la bolsa de dulces y sacó uno del interior—. Siento que Pansy me explota.

—No sientas eso muy fuerte si no quieres que Eli te mate—bromeó mientras comenzaban a caminar por las adoquinadas calles del Callejón Diagon—. Traje los de chocolate, dijiste que eran tus favoritos.

Daphne se preguntó cómo podría no enamorarse de Rachelle cuando era tan dulce con ella, cuando se comportaba tan bien y cuando le sonreía así.

—Gracias—murmuró mientras sonreía ligeramente—. ¿Planeas que salgamos esta noche?

Seguían caminando, la mayoría de las personas se apartaban de su camino, notando que ambas estaban muy enfrascadas en la otra como para notar a cualquier otra persona.

—No lo sé—Rachelle ladeó la cabeza mientras pensaba—. Marilyn, la cajera, mencionó que en el club al final de la calle hay una promoción de dos por uno, si quieres, podemos ir.

Daphne notó rápidamente el entusiasmo con el que Rachelle hablaba del lugar, así que rápidamente accedió, solo queriendo verla sonreír de nuevo.

—Claro, vamos—y Rachelle le sonrió—. Tú pagas.

Le dió un empujón juguetón que hizo que la otra riera.

— ¿No es lo que hago siempre?—preguntó—. Eres una tacaña, Daph.

—Oh, cállate, Rachelle, recuerda que la última vez que te invité a comer casi me dejas en quiebra.

—Solo fueron quince galeones, eres una exagerada—Rachelle bufó con una gran sonrisa en su rostro—. Eres una maldita multimillonaria, ¿de verdad vas a quejarte por eso?

—Los multimillonarios no son multimillonarios por gastar dinero en gente muerta de hambre.

— ¿Me acabas de llamar «muerta de hambre»?—preguntó Rachelle con incredulidad, luego rio—. Sorprendentemente es lo más dulce que me has dicho.

—Cualquiera pensaría que soy cruel, me ofendes.

Ambas se quedaron en silencio hasta que llegaron a aquella pared de ladrillos que daba a un callejón, que tenía una entrada al Caldero Chorreante, que a su vez daba paso al mundo muggle.

— ¿Quieres hacer los honores?—preguntó Rachelle haciendo una corta reverencia. Daphne sonrió levemente, sacó su varita y golpeó los ladrillos, que comenzaron a moverse uno a uno, hasta que tuvieron una entrada, entraron y los ladrillos tras ellas se cerraron.

—Supongo que tú puedes abrir la puerta, al menos. —comentó Daphne, esperando que lo hiciera.

—Soy toda una dama, claro que puedo abrirte la puerta.

Y así lo hizo, abrió la puerta, esperó que Daphne entrara y luego la siguió.

El aire cálido del lugar las golpeó con sutileza, colándose por las aberturas en sus abrigos y haciéndolas sentir confortadas.

— ¿Te veo aquí en una hora?—preguntó Rachelle una vez estuvo a su lado.

—Claro.

Ella le sonrió, entonces sacó su varita, giró sobre sí misma y al segundo siguiente ya no estaba. Daphne contuvo un suspiro y se apresuró a hacer lo mismo, siendo recibida por el suelo de madera y la soledad de su casa.

Evermore || Daphne GreengrassUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum