7.

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Sus encuentros habían dejado de ser especiales, habían dejado de besarse sobre sus camas, y Daphne había dejado que Rachelle se pusiera sobre ella mientras estaba recostada en el asiento trasero de la hermana de la castaña.

Daphne se preguntó cómo habían llegado a eso mientras Rachelle le besaba el cuello, se preguntó cómo habían pasado de incluso ir a hoteles lujosos muggles a hacerlo en un coche.

Sus pensamientos pronto dejaron de tener sentido cuando las manos de Rachelle comenzaron a acariciarla y cuando sus labios comenzaron a susurrarle cosas al oído.

Las ventanas del coche pronto se empañaron y pronto sus manos se aferraban a Rachelle o al asiento del coche.

Daphne se había perdido en la esencia y manos de Rachelle Reckwood, otra vez.

★★★

Cuando volvió a casa más tarde esa noche, Astoria la miró y negó con la cabeza.

—Te duchas y bajas aquí de inmediato, tengo algo que quizás pueda ayudar.

Daphne le hizo caso, conteniendo el comentario en la punta de su lengua sobre cuánto parecía ser su madre, sabiendo que a Astoria no le haría ni una pizca de gracia.

El agua caliente de la ducha la reconfortó, su jabón que olía a lavanda le quitó el olor del cuero de los asientos del coche y el olor del perfume de Rachelle, que se había pegado en su piel como sudor.

Para cuando salió del baño, se sentía adormilada, con los ojos pesados e infinitas ganas de simplemente tirarse a su cama y dormir hasta que el mundo se acabara, pero sabía que si no bajaba, Astoria la bajaría jalándola de los pies si era necesario, así que se vistió rápidamente con su pijama y se puso sus pantuflas rosadas, no tenían ninguna figura especial.

Para cuando bajó las escaleras y llegó a su sala, Astoria la veía con una gran sonrisa.

— ¿Cómo pasaste de estar enojada y decepcionada de mí a sonreír así?—preguntó con la voz lenta y cansada.

—Mira, leí en internet que...

—En estos momentos es cuando me pregunto si de verdad colocaste internet en mi casa por mí, o si fue por ti.

Astoria frunció el entrecejo.

—Cállate—se cruzó de brazos—. Como decía, leí que pintar ayuda a descargar nuestros sentimientos y entonces podemos sentirnos más ligeros y mejor.

— ¿Y que voy a pintar? No hay espacio en mi casa, ¿o acaso te voy a pintar el cu...?

— ¡Daphne Lilith Greengrass!—exclamó Astoria—. Termina esa frase y desearás jamás haber nacido.

— ¿Quién necesita una madre cuando tiene a Astoria?—murmuró para sí misma—. Muy bien, querida y adorada hermanita, sigue hablando de tu maravilloso y muy inteligente plan.

—No te preocupes, no necesito decir más, ya verás. —le dijo con emoción.

Daphne la miró con desconfianza.

—Como sea, tengo demasiado sueño como para jugar a la detective y descubrir que tramas—dio media vuelta y caminó hacia las escaleras—. Solo no quemes la casa, del resto, puedes hacer lo que te dé la maldita gana.

Y comenzó a subir las escaleras rápidamente, deseando llegar lo más rápido posible a su cama para dormir hasta que el mundo... No, hasta que Astoria la hiciera levantarse de la cama.

★★★

Cuando llegó a casa el día siguiente, colgó su abrigo en el perchero que estaba en la pared al lado de la puerta, su nariz se arrugó al percibir un olor a pintura.

— ¡Estoy arriba, Lilith!—gritó la voz de Astoria—. ¡A menos que seas un ladrón, en ese caso estoy en el sótano!

Daphne se rio entre dientes mientras caminaba hacia las escaleras y comenzaba a subirlas con lentitud. Ese día no había visto a Rachelle y, curiosamente, se sentía de mejor humor que nunca antes.

— ¡¿Astoria?!—la llamó una vez llegó al segundo piso.

— ¡En tu habitación!—respondió, Daphne se dirigió a paso perezoso hacia su habitación, cuando entró se quedó confundida.

— ¿Mis paredes blancas como...?

«Las paredes del dormitorio de Rachelle» Dijo a sus adentros, pero se interrumpió para no decirlo en voz alta.

Astoria estaba totalmente ajena a esa comparación y sonreía ampliamente con una brocha en la mano y manchas de pintura en su rostro.

—Pintarás las paredes de tu habitación del color que quieras, eso descargará tus sentimientos y te sentirás...—unió sus dedos índice y los del medio, cerró los ojos e hizo una pose de meditación que había visto en internet— en paz. —terminó de decir con un suspiro exagerado, luego abrió los ojos y rio como una niña pequeña.

Daphne se quedó mirando una de las paredes blancas, preguntándose qué podría pintar allí, pero rápidamente se encontró pensando que eso no importaba, no lo iba a hacer, no aún.

¿De qué le serviría deshacerse de los sentimientos negativos al pintar esas paredes, si luego volvería a ver a Rachelle y se llenaría de ellos otra vez?

Daphne se dió cuenta de que era momento. Era el momento de dejar ir a Rachelle, de terminar esa extraña aventura que tenían. Debía hacerlo si quería sanar, llevaba semanas diciéndose que podía parar cuando quisiera, y ya había llegado el momento de probarlo.

— ¿A dónde vas?—preguntó Astoria confundida cuando vio que se daba media vuelta y salía de la habitación, Daphne caminó rápidamente hacia las escaleras y las bajó casi corriendo, saltando los últimos tres escalones, con los pasos de Astoria tras ella.

Daphne suspiró cuando llegó a la puerta, tomó su abrigo y se lo puso, pero antes de que pudiera salir, Astoria la tomó del brazo y la obligó a mirarla.

— ¿Estás bien, Lilith?—preguntó, Daphne no supo responderle—. ¿A dónde vas?—cambió su pregunta cuando supo que no recibiría una respuesta.

—A terminar todo. —le respondió con convicción, Astoria soltó su brazo con notable sorpresa en su rostro, Daphne la miró una última vez antes de dar media vuelta y salir de la casa.

No estaba segura de nada, no sabía cómo lo haría ni cómo terminaría, solo sabía que era lo correcto.

Evermore || Daphne GreengrassWhere stories live. Discover now