5.

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Para cuando volvió a casa, ya eran las cuatro de la madrugada y solo se había ido porqué Tom la había echado, diciendo que nunca más le haría ninguna bebida si no iba a casa, Daphne, a regañadientes, tuvo que aceptar que era momento de llegar a su hogar.

El hollín en su ropa y en su cara la molestaba, pero lo ignoró mientras se tambaleaba por su sala. Odiaba la Red Flu, le dejaba un sentimiento terrible de náuseas, en especial luego de haber estado bebiendo durante quién sabía cuánto tiempo.

— ¿Éstas son horas de llegar?—detuvo cualquier movimiento cuando escuchó la voz de Astoria.

— ¿Astoria?—preguntó confundida—. ¿No estabas de vacaciones en Asmenia?—Daphne definitivamente no tenía buen sentido del humor cuando estaba borracha, ese chiste había sido terriblemente malo, tanto que incluso Astoria, que solía reírse de sus bobadas, no lo hizo.

—Es Armenia, Lilith, ¿y por qué demonios estás llegando a esta hora y oliendo como si hubieras estado trabajando destilando alcohol?—preguntó, Daphne siguió buscándola hasta que la encontró, estaba en su sofá, sentada con los brazos cruzados y una lámpara encendida a su lado, contuvo una risa al compararla con una de las madres de todas las series clichés que Elizabeth la había hecho ver.

— ¿Lilith?—preguntó mientras se desparramaba a su lado—. Esto es serio si me estás llamando por mi segundo nombre, ¿acaso estás embarazada?—preguntó, entonces hizo una mueca de sorpresa y llevó sus manos a su vientre—, ¿o yo lo estoy?

—No estoy embarazada, Lilith—Astoria la miró con seriedad—. Y tú... bueno, si tú no sabes, ¿cómo esperas que yo lo sepa?

Daphne se encogió de hombros.

—Yo que sé, siempre lo sabes todo, eres como una vidente... ¡como la vidente de la familia!—soltó una risa tonta—. Porqué todas las familias tienen una vidente—dijo totalmente convencida—, ¿cierto?—entonces lució confundida.

Astoria resopló y negó con la cabeza mientras se llevaba una mano a la cabeza, en esa clase de momentos se preguntaba cómo era que ella era la hermana menor y Daphne la mayor.

—Se supone que la que debe cuidarme eres tú, no yo a ti.

Daphne se puso seria de repente, entonces se inclinó a Astoria y habló, con su aliento a alcohol golpeando en su rostro.

—Nunca, pero escúchame nunca, Astoria, te enamores de tu mejor amigo o amiga y nunca, pero jamás, tengas una relación no formal con esa persona.

Astoria se sintió extraña por la desesperación y tristeza en su voz, también por las lágrimas en sus ojos, entonces Daphne giró los ojos hacia atrás y cayó sobre su cuerpo.

— ¿Tenías que desmayarte justo ahora?—preguntó en un quejido mientras la empujaba, Daphne soltó un ronquido como respuesta—. Eres una tonta, Lilith.

Esa noche se dispuso a cuidar a su hermana mayor como si ella lo fuera.

★★★

Cuando Daphne despertó se sintió como si cincuenta camiones de alimentos muggles le hubieran pasado por encima.

—Por fin despiertas, borracha. —escuchó la voz de Astoria, sus ojos se forzaron a buscarla, estaba en un sofá individual, mientras sostenía El Profeta entre sus manos bien cuidadas, entonces Daphne se dió cuenta de que estaba en su sala de estar.

— ¿Qué diablos haces aquí?—sintió la boca seca y pastosa al hablar, Astoria debió de darse cuenta porqué le señaló hacia un lado, Daphne hizo un esfuerzo sobre humano por ver hacia donde señalaba, una de las pequeñas mesas al lado del sofá, sobre ella estaba un pequeño vaso de agua.

—Podría hacerte una poción y curarte todos esos males de una vez, pero ya que te crees lo suficientemente madura como para ahogar lo que fuera que ahogaras ayer en alcohol, supongo que serás lo suficientemente madura como para aguantar un poco de malestar.

Daphne se mordió la lengua para no maldecirla y se sentó, sintiendo el mundo darle vueltas y las náuseas invadiendo su cuerpo, se estiró hacia la mesa y tomó el vaso de agua entre sus manos, segundos después estaba vacío, como había hecho con todos los vasos con alcohol la noche anterior.

— ¿Qué haces aquí?—preguntó de nuevo, esa vez sintiendo la boca más hidratada.

—Vine a visitarte, volví de Armenia y pensé en verte y ponerte al corriente de mi vida, pero ya vemos que la que debe ponerme al corriente eres tú.

— ¿Asmenia?—repitió la broma terrible que había hecho la noche anterior.

—Cambia tus bromas, Lilith, esa es aburridísima.

—Bien, escucha ésta: si te gustaran las mujeres... serías Astorta y no Astoria, solo piénsalo.

Astoria se habría echado a reír, si no fuera por lo terriblemente borracha que había llegado la noche anterior.

—Esa fue mejor—aceptó, entonces dejó de mirar el periódico y clavó sus ojos en Daphne—. Ahora, me parece, tenemos muchas cosas de que hablar, como... cierto consejo que me diste anoche.

Daphne se tomó la cabeza entre las manos, entonces lo recordó, resopló con molestia, no le encantaba la idea de decírselo, pero ya no tenía más remedio. Astoria tenía un don para descubrir todo, así que terminaría sabiéndolo temprano o tarde y, para su bienestar, era mejor temprano.

Al principio le costaba que las palabras abandonaran su boca al hablar de Rachelle, pero minutos después se volvió sencillo y fluían entre sus labios como si fueran aire, antes de que hubiera terminado la mañana, Astoria estaba totalmente actualizada e informada sobre su desastrosa vida amorosa... o sexual, porque no es como si Rachelle fuera especialmente amorosa con ella.

—Oh, Daphne, cielo...

—No quiero consejos—la interrumpió Daphne—. Estoy bien.

Astoria la miró con incredulidad. ¿Cómo iba a poder creerle que estaba bien después de verla llorar mientras hablaba sobre esa tal Rachelle y de la relación vacía que tenían?

—Tienes que detener eso, Daphne, por ti y por tu salud mental.

Daphne asintió, lo sabía, sabía que tenía que pararlo, tenía que dejar de dejar que Rachelle hiciera lo que quisiera con su cuerpo, debía parar, pero no sabía cómo.

—Lo haré—prometió con duda en su voz—. Cuando descubra cómo.

Evermore || Daphne Greengrassजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें