9.

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Días después de haber cortado cualquier tipo de comunicación con Rachelle, se había decidido a hacer lo que Astoria le había recomendado, iba a descargar todos sus sentimientos contra las paredes blancas de su habitación, que habían estado volviéndola loca los últimos días.

—Traje la pintura.

Astoria entró a la habitación con su varita en la mano, mientras al menos diez botes de pintura levitaban en el aire tras ella, hasta que con un movimiento delicado cayeron lentamente a el suelo.

—Tengo azul, morado, rojo, naranja, amarillo...

Daphne la ignoró, pensando en qué podría hacer con las paredes, nunca había sido realmente del tipo artístico, así que eso podía terminar muy bien, o muy mal.

—Pido una pared. —dijo Astoria, sacándola de sus pensamientos.

—Pensé que solo yo pintaría.

— ¿Solo tú? Yo también quiero sacar mis sentimientos, siempre tan egoísta, Lilith. —Astoria negó con la cabeza mientras abría un bote de pintura, que en el interior tenía un rosado que la hizo hacer una mueca de disgusto, que Astoria no notó o ignoró.

Caminó hacia los botes de pintura, tomó dos al azar y se acercó a la pared que estaba frente a la que Astoria planeaba pintar, Daphne sonrió mientras la escuchaba murmurar cosas para sí misma.

Abrió los dos botes, encontrándose con el color verde y el gris, frunció el entrecejo, invocó con su varita a uno de los pinceles en el suelo, que voló hasta su mano, Daphne lo sostuvo y lo sumergió en la pintura gris, luego comenzó a trazar una línea en la pared, sin estar segura de que hacer.

★★★

Daphne respiró agitadamente mirando el resultado final del enojo que de repente la había invadido cuando pensó en Rachelle.

En la pared antes blanca, habían infinitos trazos de pintura gris, verde, amarilla, roja, naranja y azul. Daphne no tenía ni idea de que diablos había hecho, pero se había sentido genial. Los trazos no formaban ninguna forma, solo eran trazos al azar, hechos con enojo y frustración. Pero Daphne lo adoró, adoró lo que había hecho, en especial porqué se sentía tan liviana después de ello, se sentía como si caminara sin ningún peso sobre ella, era extraño, pero tenía un sentimiento de alivio.

Volteó a ver a Astoria y se sorprendió. La pared estaba llena de dibujos de ambas y algunos con sus padres, con frases motivadoras y cursis.

— ¿Esto es...?

—Una pared con sentimientos positivos—dijo Astoria mientras volteaba a verla, mostrando una sonrisa en su rostro lleno de pintura—. Te recordará que yo te amo y que nuestros padres también. Todos te amamos, Lilith.

Daphne parpadeó rápidamente, intentando apartar las lágrimas que se formaron en su rostro, pero de todas formas, se sentía bien, se sentía bien llorar por algo que no fuera Rachelle, se sentía bien llorar por algo bueno.

—Me vas a hacer llorar con tus cursilerías, Astoria.

—Sí, sí, mejor sigue con la otra pared.

Daphne se apresuró a hacerlo, haciendo lo mismo que con la otra, con la diferencia de que en ese momento no estaba enojada, si no triste.

Estaba triste porqué Rachelle no había hecho ni el más mínimo intentó de buscarla, aunque Daphne había pedido que no lo hiciera, tenía la esperanza de que llegara diciéndole que la amaba, cosa que no sucedió. Estaba triste por haber perdido su amistad. Estaba triste por haberse alejado de sus amigos para dejar de verla. Estaba triste por haber dejado su trabajo para no verla ni por error.

También estaba llena de incertidumbre. ¿Volvería algún día a hablar con sus amigos? ¿Volvería algún día a hablar con Rachelle como amigas?

Daphne sabía que esas preguntas la dejarían sin dormir un buen par de noches, pero tenía la esperanza de que algún día estaría bien, de que algún día dejaría de desear que Rachelle llamara a su puerta a decirle que estaba enamorada de ella. Tenía la esperanza que algún día estaría completamente bien. Quería pensar que así sería.

Su esperanza se mezcló con su tristeza e incertidumbre, en sus trazos en la pared. Nadie podría reconocer que trazos se habían hecho con que cosa en mente, pero Daphne estaba segura de que podría reconocer todos y que podría recordar justo lo que estaba pensando en el momento en el que los pintó.

Cuando terminó, el resultado le gustó tanto como el de la otra pared, y Astoria tomó un pincel, lo sumergió en pintura roja y pintó un corazón en uno de los pocos espacios en blanco que quedaban.

—Un poco de amor para tu muro.

Daphne miró el corazón con atención, hasta que Astoria le habló.

— ¿Y la otra pared?

Daphne miró la pared faltante.

—Esperaré a alguien especial.

Esperaba algún día conocer a alguien que la hiciera sentir igual o incluso el doble de lo que le hacía sentir Rachelle, y, hasta entonces, le reservaría esa pared en blanco.

★★★

Ya era octubre, y habían pasado varios meses desde la última vez que había visto a Rachelle.

Daphne sabía que no estaba totalmente bien, pero también sabía que no estaba totalmente rota. Le dolía mucho cuando pensaba en qué Rachelle no le había enviado ni un mísero mensaje para saber cómo estaba, pero si intentaba ignorarlo, podía evitar llorar.

Ese día había salido a pasear por las calles de Londres, todo por recomendación de Astoria, que le había dicho que le serviría para distraerse, y había funcionado, aunque claro, la mayoría de recomendaciones de Astoria funcionaban, como ese psicólogo al que le había llevado. Y por su recomendación de salir a caminar, Daphne había encontrado una cafetería muggle que vendía las mejores galletas y el mejor café que alguna vez había probado.

Su bufanda ondeaba por el viento, mientras ella bebía un poco de café, y en su otra mano sostenía una bolsa con galletas calientes.

El otoño la hacía pensar demasiado en Rachelle, en cuando la había comparado con el otoño. Daphne sonrió levemente mientras caminaba por la calle llena de hojas anaranjadas.

Físicamente estaba en otoño, pero Daphne consideraba que en cuestión de sentimientos estaba terminando el invierno. Estaba dejando atrás el frío y el dolor que Rachelle había dejado, solo para volver a florecer y volver a ser la misma.

Ese día en particular se sentía especialmente optimista, no sabía si era por el café, las galletas o si simplemente se había despertado del lado correcto de la cama.

El viento movió su cabello y ella sonrió. Sabía que seguiría doliendo, pero había algo que le decía que al final estaría bien.

Tenía un sentimiento peculiar, de que ese dolor no sería para siempre.

Evermore || Daphne GreengrassWhere stories live. Discover now