Extra 11: Tejido en el cielo - Cuarta parte

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No logró dormir un ápice esa noche.

¿Cómo podría hacerlo si su mente y su corazón estaban en una intensa batalla? Su sensatez le decía que no debía ser, aunque sus sentimientos fueran correspondidos no podía darles lugar, no era apropiado y una inmensa lista de «no» que no hacía sino aumentar cada vez que se atrevía a considerarlo.

Pero el palpitar en su pecho repetía «sí» a cada latido. Quería actuar y cortejar a Lady Mu debidamente, aspirar a sus afectos, a pedir su mano. Pero cómo podía ser eso posible. Todo era demasiado complicado.

Al parecer, ella también se dio cuenta de su imprudencia porque en los siguientes días parecía bastante esquiva. Notaba esa concentración de energía en sus mejillas, pero no había una sonrisa en su voz. Ambos seguían conversando con cortesía, pero se había limitado únicamente a comprobar el progreso de Wei Wuxian en su recuperación del resfriado.

Quizá debía decir algo, tranquilizarla para volver a su comportamiento usual, pero tal vez era mejor tomar la oportunidad de crear cierta distancia con ella antes de que algo más ocurriera.

Se estaba preparando un viaje a Lanling Jin para examinar un extraño recinto. Durante el viaje, ella abordaría la carreta donde también iría Wei Wuxian, para monitorear su estado de salud durante el recorrido y también aprender algunas cosas que su otra acompañante les compartiría. Mientras tanto, él viajaría con los discípulos de Gusu Lan, aunque también le hubiera gustado ir con los de Yunmeng Jiang que estaban más lejos.

Su corazón permanecía afligido. Casi era como si el hilo que lo conectaba con Mu Qianhao estuviera tirando de su corazón y lo rasgara lentamente, pues incluso sentía un dolor físico en el centro de su pecho. Sabía que los hilos no tenían esa clase de fuerza, pero en ese momento él podía jurar que así era.

Estaba un poco cansado de estar entre tanta gente. Captó el sonido de un arroyo muy cerca de allí y decidió alejarse mientras los demás consumían sus alimentos. Él simplemente no hubiera podido tomar bocado.

Se sentó en las raíces de un vigoroso árbol que lo protegía del sol abrasador que había en ese momento, observó el paisaje lleno de luces, de vida, de pequeñas marcas de energía. Estaba cansado, así que por un momento decidió no usar la Mirada Celestial y abrió los ojos.

El resplandor de la energía espiritual desapareció y fue reemplazado por un resplandor vacío, la imagen de la nada. Era de día, así que podía percibir cierta claridad, una brillante vacuidad.

El sonido del agua, de las aves, del viento entre los árboles era bastante relajante. Se concentró en eso para intentar soltar la tensión que sentía por todo lo que estaba sucediendo, pero su mente no podía sino pensar más y más en ello.

Durante el tiempo que había pasado en el Receso de las Nubes había escuchado hablar mucho sobre el mìngdìng zhīrén, la persona amada destinada a ellos. Se decía que una vez la conocían, jamás podrían amar a otra persona y cómo eso le había ocurrido a todos los líderes anteriores y algunos otros también decían que les había pasado. Esperaba que eso fuera algo exclusivo de los Lan, aunque a veces se sentía como si no lo fuera.

—¡Shang Yanjing!

Pegó un pequeño salto al escuchar su nombre tan repentinamente. Nadie en mucho tiempo había logrado tomarlo desprevenido, esa era una muestra de lo mal que se encontraba en ese momento. Se levantó de inmediato y tras respirar profundo, cerró los ojos para poder ver a su acompañante. —Lady Mu, creí que estarías comiendo con los demás ahora.

—No tengo hambre —contestó y su voz sonó un poco dura, lo cual no le gustó nada. Su voz era siempre como una suave caricia, un baño de felicidad, un fresco rocío de energía que iluminaba su día, pero ahora no tenía ese efecto y su pecho dolió aún más.

La Luz de la EsperanzaWhere stories live. Discover now