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Extras de La Esperanza de un Anhelo
(MPREG implícito / Sigo tratando a Wifi como Mamá)
Pequeños extras sobre algunos acontecimientos li...
Wei Wuxian y Lan Sizhui pasaban sus horas libres en el prado de los conejos, alimentándolos y jugando con A-Yu que ya podía sentarse por su cuenta y emitir sonidos muy similares a palabras.
A su alrededor había casi tantos juguetes como conejitos. Algunos eran regalos de sus tíos, otros eran de Jin Ling, de Jingyi o de los junior Lan. Nie Huaisang había enviado un par, se sumaban algunos de los conejitos que Wei Wuxian había encargado, pero la mayoría de ellos habían sido traídos por el mismo Lan Wangji.
Wei Wuxian observó el desorden alrededor de ellos y suspiró. —Siempre pienso que no voy a traer tantos juguetes al siguiente día, pero nunca me acuerdo de vaciar la bolsa. Y cada día parece que hay más.
Lan Sizhui rió un poco. —Padre siempre ha sido así, no fue solo aquella vez en Yiling. Recuerdo que cuando yo era niño...
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A-Yuan tenía siete u ocho años cuando Lan Wangji salió de seclusión y poco a poco comenzó a atender llamados urgentes en lugares cercanos al Receso de las Nubes, sin importar cuán pequeños eran los peligros.
Qi Meilin llevaba a los niños al prado de los conejos para que pudieran alimentarlos y jugar un poco lejos de la estricta vigilancia del señor Lan. Lan Wangji sabía que podía encontrarlos allí en sus horas libres así que casi siempre que regresaba y no los encontraba en sus lecciones se dirigía inmediatamente al prado. A-Yuan siempre tenía una expresión tranquila e irradiaba paz y contento, pero en cuanto distinguia la silueta de su padre sus ojos se llenaban de un brillo especial. No había en el mundo una persona tan importante para él como su padre, su mentor, protector y modelo a seguir.
Esperó a que estuviera cerca para caminar a toda prisa –porque correr está prohibido–
y permitirse un minuto indulgente al abrazarlo por la cintura y disfrutar de la suave caricia de la mano de su padre en sus hombros. —Bienvenido de vuelta, Hanguang-jun.
Tras separarse, Sizhui tomó a su padre de la manga y tiró ligeramente de ella para invitarlo a caminar y conducirlo hasta donde Lan Jingyi y Qi Meilin estaban. Los adultos se dieron un saludo formal, mientras Jingyi le hizo una reverencia todavía carente de la gracia propia de los Lan, pero solo le hacía falta un poco más de práctica con la que A-Yuan ya había prometido ayudarle.
Lan Wangji hizo señal para que todos se sentaran. Los dos niños obedecieron, sentándose uno al lado del otro mientras miraban cómo su mayor comenzaba a sacar varias cosas de sus mangas. Mariposas de hierba, tambores, algunos títeres de sombras, objetos pintados con colores vivos, toda clase de juguetes comenzaron a aparecer frente a ambos niños que no dejaban de observar con asombro cada uno de ellos. Pasaron el resto de la tarde jugando con cada curiosidad que Hanguang-jun les había llevado, pero al final llegó la hora de volver a casa.
Ambos niños lucían un poco tristes por tener que dejar los juguetes hasta que Lan Wangji dijo una corta pero alentadora frase. —Guárdenlos con cuidado.
En un momento, los niños no lo entendieron, pero el propio Lan Wangji tomó uno de los objetos y lo introdujo en el bolsillo de la manga de su hijo. Al entenderlo, ambos pequeños comenzaron a llenar sus mangas con sus preciados tesoros. Cuando estuvieron llenas, Qi Meling ofreció llevarse algunas. Al final, los dos pequeños se despidieron con una amplia sonrisa y prometieron cuidar bien lo que Hanguang-jun les había regalado.
Sin embargo, lo mismo se repitió varias veces más al punto que en la modesta cabaña de Qi Meiling ya no cabía un juguete más. Tras pensarlo mucho, A-Yuan se acercó a su padre en privado.
—Hanguang-jun, A-Yuan está muy feliz por todos los juguetes que ha recibido de tu parte. Eres muy generoso y lo aprecio mucho. A-Yi se siente de la misma manera, pero... ahora tenemos tantos juguetes que no podemos jugar con todos ellos. Hanguang-jun, si me lo permites y no te ofendo con mi petición, ¿podríamos llevar algunos juguetes a otros niños que no los tienen para que ellos puedan sentirse felices también?
La mirada de Lan Wangji era seria, pero aunque A-Yuan todavía no sabía distinguir bien el significado tras ella, sí podía distinguir que no estaba enfadado así que no dejó de sonreír discretamente. Lan Wangji tenía una sensación cálida en el pecho que siempre iba acompañada de una ligera punzada. «Wei Ying, estarías tan orgulloso...»
Finalmente asintió dando su aprobación. —Reunan los que quieran regalar. Iremos juntos a entregarlos.
La sonrisa de A-Yuan ya no fue nada discreta. No solo había recibido la aprobación de su padre sino que iba a poder acompañarlo fuera del Receso de las Nubes.
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Lan Wangji tenía razón. Al escuchar la felicidad de su hijo al relatar cómo los niños de las ciudades y aldeas cercanas se emocionaban al recibir sus regalos no podía evitar sentirse orgulloso de él. Quizá no lo recordaba conscientemente, pero probablemente nunca olvidó lo que se sentía ser uno de esos niños que no tenía nada y la alegría que le había causado recibir su primer juguete. No había podido acompañarlos en esos momentos, pero podía imaginar bien el rostro de todos esos niños porque todavía podía recordar cómo se había iluminado la carita del pequeño A-Yuan cuando Lan Wangji le entregó su primer par de mariposas de hierba.
¡Saludos! Les sorprendo con este nuevo extra simplemente porque me inspiré esta semana y además quería inaugurar el día en que publicaré las actualizaciones de este fic. No será de todas las semanas, pero cuando actualice será siempre los días lunes.
Además, vengo a hacerle promoción a los fics de las Sectas Supremas con nuestros días de actualización.
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