Espejo Roto

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Hacia tiempo que no se sentía de aquella forma. Hasta sus bailes nocturnos habían cobrado un punto diferente. Ella no sabía como definirlo, pero juraba y perjuraba que estaba pasando. Cualquier persona que la viera, lo aseguraría. Finalmente, ya no era solo Natalia Romanova, era Natasha Romanoff. Quiso dejar su pelo suelto, al viento, y se puso una camiseta básica escotada junto con unos shorts que sabía que en Rusia jamás los habría usado, al igual que aquellas sandalias. Cuando bajo para comer con su padre, este quedo sorprendido ante el inmediato cambio de su hija.

-Por el amor de dios...¿Quien eres tu? ¿Dónde has dejado a mi Natalia?

-Ya no existe Natalia, padre, prefiero Natasha

-Sabes que seguirás siendo mi Natalia Romanova, solo que con un estilo femme fatale...espero que no rompas corazones

Ambos rieron. Aquellos chistes eran derivados de series que llegaban a tratar a espías rusas como autenticas arpías. Ella suspiro, cogió una americana marrón, su bandolera y se dispuso a ir por el autobús. Realmente no sabía como lo iban a encajar, y aquello le divertía. Necesitaba saber sobre todo de los dos chicos que tanto la ayudaron.

-¡Bucky! ¡Steve!- les llamo alzando el brazo. Llego a su altura y rio por sus rostros, estaban totalmente sorprendidos hasta tal punto de tener la mandíbula en el suelo. Aun llevaba el colgante de Clint. - No entiendo porque os ponéis así, si me imagine que lo imaginaríais después de convencerme. No hagáis que me retracte.

-NO- dijeron a la vez. Ellos dos todavía no sabían que era lo que pasaba. Habían dicho que empezarían una especie de tregua y llegarían los dos a un pacto amistoso para no desencadenar una guerra civil. Ante todo, eran grandes amigos y no podían dejar que una belleza rusa les separará. Por mucho que con ropa corta destacara.

Llegó el autobús y al montar, fue directa donde Clint, que chocaron puños como si lo hiciera desde siempre. Ya no tenían que ocultar la amistad (Natasha finalmente acepto que aquello que tenían era una sana amistad entre heterosexuales) y con el colgante del cuello, podía escuchar murmullos de indignación en el ala Hydra. Ellos contaban con Natalia para poder vencer a aquel capitán paleta, pero con aquel giro de acontecimientos, sabían que Synthia se pondría hecha un basilisco.

Nada más bajar, la gente se giro solo para para verla, como si fuera otra chica nueva la que estaban viendo en dos semanas. Estaba ganando las miradas de antaño, pero tenia confianza en que no volvería a caer como antes. No. Otra vez no. No solo estaría con la élite de ese grupo, se repartiría y demostraría su valía. Ella podía. Tenía olvidar todo lo que hizo Natalia Romanova en su día, Natasha Romanoff era muy diferente a la otra.

-¡Nat! Pedazo cambio más majo- la felicito Pepper mientras se sentaba- ¿Dime que esa básica es de la marca Van Dyne?

-No, todavía no he ido a esa tienda, he ido al Eternals...Tienen ahora un algo con el color marrón...

-Debes venir esta tarde con Hope, es la hija de Janet, la diseñadora y encima un hacha en los deportes. Fijo que te cae bien

-¡Terminan las clases y vamos! total, no hay deberes...

Steve sonrió desde la distancia. No se creía que la pelirroja lograse hacer amigos casi al instante. Realmente, durante las horas que estuvieron dentro del colegio, ella se relaciono con todos los compañeros que pudo, sin despegarse del fiel brazo de Barton. Él era buen consejero, lo llevaba a conocer a cada una de las personas que el podía, evitando que conociera a la lacra de Hydra. Pero no podía dejar de pensar en aquello de lo que habló con Bucky. Ambos estaban enamorados de la misma chica. Nunca pensó que eso pudiera pasar. Realmente, ni se le había pasado por la cabeza que pudiera pasar. tenían que ser maduros, había pasado y no había nada en contra que hacer. Y tampoco habían escogido mal, sin duda, Natasha era una mujer bella, de gran corazón y sobre todo, aquella personalidad que habían ayudado a desatar era solamente la punta del iceberg de sus sentimientos. Habían pactado en la noche que ninguna chica iba a separarlos, y eso la incluía. Si ella aceptaba a uno de ellos, aceptaba y el otro apechugaba, como buen hombre. Pero esa sensación de angustia y celos era irreparable. No cabia la menor duda de que ambos sentían una especie de odio que los llevaba a no aceptar que Natasha se acercara demasiado a cualquier hombre, ni Barton. Y ni aunque fuera su mejor amigo la pareja, sabían que no iba a ser bueno. Odiar al mejor amigo desde los pañales era asqueroso pero algo que iba a pasar a no ser que uno de ellos lograra desenamorarse de la belleza rusa que los había cambiado.

Llegando a TíWhere stories live. Discover now