Cartas desde el Corazón

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Por mucho que nadie se lo creyera, Steve dejo de dibujar. Solo tenía en mente a la mujer que acababa de mentir, por mucho que jurase que la amaba. Por ello, se le ocurrió la idea de escribir. No una novela llorona, cartas. Cartas como las que le ocultaba. Diciendo que tanto la amaba y casi toda la verdad. Porque no reunía el suficiente valor para revelar que su mejor amigo Bucky si le mandaba cartas a su ex, y después de leerlas, mucho menos. Se sentía como un dictador, pero, después de leer cada carta, sentía que era menos, era un patético parasito. 

Y vio que había creado un nuevo concepto para Natasha Romanoff, todavía sin nombrar. Era una que ya no transmitía ni la menor de las emociones y solo se dignaba a compartir el tiempo con su mejor amigo. Clint aseguraba que ni hablaban de lo que ella llegara a sentir y era algo que lo ponía cada vez más en contra de su capitán. Hydra simplemente veía aquel espectáculo sentado, deleitándose. A aquellas alturas, a Natasha le daba igual absolutamente todo.  

-¡Nat! Mi hermano se ha descargado El Ciempiés Humano. ¿Qué tal si lo vemos?- preguntó bastante animado Ojo de Halcón- Y si no quieres, tengo también descargado Sad Story 

-Sad Story ya la tengo vista y ve la del ciempiés con Steve, seguro que al ver esa cosa se siente identificado 

-Tasha, no me rayes que hace tiempo que no hacemos nada juntos...¿Ir a los bolos?- Ella lo ignoró y volvió a la lectura del Epidicus para la selectividad- Venga, te prometo que intentaré fallar alguna 

-Sabes que es imposible...déjame, Barton, tengo cosas más interesantes.  

Ya no disimulaba ese único sentimiento que tenía: un gran asco hacia Rogers. No por ello odiaba a todos los Avengers, solo a aquellos que se dignaron a ayudarlo con la mentira. No podía aceptarlo. ¿No acababan de comprender que las mentiras no llevaban a nada bueno? Eran la excusa al egoísmo. Si, creía que Steve Rogers era egoísta por no mandarle la carta a Bucky. Pero mucho más saber que no le contó lo de la tumba. A ella no le molestaba en absoluto que fuera a verlo, pero le molestaba que no hubiera contado con ella y por ello ese endemoniado foto. Quizás, algún día, se deje llevar por esos impulsos de asco a coger la nueva escopeta de su padre y matarlo (aunque realmente no tuviera esperanzas de que funcionara). 

Algo de lo que le gustaría olvidar era que Steve a veces (por no decir todas las tardes) iba a la casa de Bucky y malamente lo veía. Prácticamente se vio obligada a ni mirar por la ventana. Por lo menos así se concentraba en los estudios.  

Steve pensó mucho antes de estar frente a la casa de Natasha. A él le hubiera gustado estar de esa forma con un traje, un ramo de flores y ella aparecer con aquella hermosa sonrisa porque era la graduación, y no como en esos instantes: las manos les sudaban una barbaridad, tenía miedo a timbrar y más a la inminente aparición del señor Petrovich.  

-¿Qué narices haces aquí, pintor?- Preguntó el padrastro de Nat al llegar a la puerta del trabajo- ¿No crees que ya le has hecho demasiado daño a mi hija? 

-Señor, tengo que arreglar las cosas con ella 

-Arregla tu vida antes- dijo antes de intentar entrar a su casa, cosa que Steve se atrevió a cogerle del brazo- ¿Qué quieres? 

-Tengo que disculparme con ella, por favor, déjeme entrar 

-Te he dicho que no 

-¿Por qué no? Ya se que he hecho mal, ya se en que demonios he fallado e intento arreglarlo porque la amo 

-Nunca me he enamorado pero algo te puedo decir: Quien ama nunca engaña 

Aquella frase fue una flecha directa a la herida. Era recordarle una vez más que había fallado a nada de haber empezado la relación y no mucha gente (entre ellos Iván) iba a dejar que se arreglaran las cosas.  

Llegando a TíWhere stories live. Discover now