Requiem

486 35 1
                                    


-¿CÓMO QUE ESTAS SALIENDO CON EL RUBIO YANKEE Y QUIERES IR POR ARTES? 

-TRAE AGUA, STEVE, QUE SE VA 

Aquella tarde nada fue como debía. Estaban a dos días de San Valentín y finalmente se habían animado a decirle la verdad a Iván Petrovich, todas juntas, para saber cual era la más grave. Natasha temía perder a  la única persona que se había ocupado de ella, que estaba en pleno Shock. Pensó que le tiraría la copa de vodka a la cara al capitán, o que harían las maletas de inmediato, pero del shock se había sentado en su sillón y totalmente blanco.  

-Papa, no me hagas esto- susurraba Natasha abanicándolo con la revista de "Caza y Pesca".  

-¡TU NO ME DES NADA, ROBA HIJAS!- Dijo el señor tirando el vaso de agua y cogiendo la escopeta del armario. Natasha abrió los ojos de la sorpresa- TE VOY A LLENAR LA CABEZA DE PLOMO, BASTARDO ESTRELLADO, RUBIO DE BOTE, COME TARTAS, CEREBRO DE AGUARRÁS 

-PAPÁ, OTRA VEZ NO- Chilló la rusa viendo como fallaba adrede para que Steve saliera por patas de la casa.  

-¿Por qué todos tus pretendientes son una panda de cobardes sin pantalones? Os doy dos semanas. Dime que queda vodka, niña...y sabes que me da igual la carrera que cojas siempre que no acabes puta 

Todo el instituto se hizo eco de aquella escena. Finalmente, ya todo el mundo sabía del romance "Romanogers" (gran bautizo de Clint), que llevaban unos días, y había una gran división de opiniones: algunos lo aceptaban y felicitaban, pero otros la veían como una fresca y a él un aprovechado. Pero a ellos les daba igual. A Natasha se le hacía raro enseñar esa parte enamoradiza suya que enseñaba a todo él mundo. Ya se había ganado el odio completo de Sharon Carter, que cada vez se veía más extraña. Natasha no podía saber a ciencia cierta que era, pero le daba miedo saber que era lo que ocupaba la mente de aquella chica.  

Pepper la felicitaba, por dar un paso adelante y no darle más vueltas, al igual que Clint. Pero ambos discrepaban en una cosa. Clint no quería decirle el porque de sus dudas y advertencias, creando una gran intriga en ella.  

en aquellos dos días, Steve no la acompañó a casa, pero siempre hablaban por teléfono, ya que después del momento escopeta del señor Petrovich. Natasha no sabia que regalarle a su novio por ese día tan romántico si llevaban tan poco tiempo. Quería darle algo especial, como aquel colgante a Bucky. Quizás agradecía un juego de pinturas o unos chocolates hecho por ella misma, pero a penas sabia de pinturas (crayola y alpino era lo único que conocía) y de cocina lo básico. Se animo a practicar y buscar recetas para darle una dulce sorpresa. Los hizo en forma de estrellas (idea de Iván y su "bastardo o idiota estrellado") y estuvo haciéndolas hasta que por fin, reunió el pequeño ejército que atacaría el estómago de su actual novio. Tenia interés por saber si le haría algo. Las tardes embadurnadas de chocolate dieron sus estrellados frutos. Aprovechando que habían sobrado muchos, preparó una bolsita para su padre e Clint.  

Pleno día de San Valentín y se decanto por vestir algo rojo y negro como una parte superior a topos rojos, un cinturón rojo y unos pitillos negros. Nada más bajar las escaleras, le dio unos buenos días a su padrastro con la bolsa de chocolates en forma de estrella, algo que su padre no tardó en agradecer con un beso y algo de dinero. Ya sabía en que se lo quería gastar. Ya no quedaba hielo peligroso, asi que ando sin preocupación por las aceras hasta la parada del bus. Dentro de él, la gente estaba más rara de lo normal: Pepper no dejaba de mirar su smartphone, Bruce estaba peinado, Clint olía a Axe que tiraba para atrás, Steve tenía una sonrisa boba y algunas de Hydra destilaban más odio que en ocasiones anteriores. Ella se comportó como si nada estuviera pasando, como si no fuera el día de un bebé volador en pañales con arco y flechas, aunque fuera una tarea prácticamente imposible. Tuvo que esperar hasta el patio donde todos los vengadores vieron que cogía una bolsita transparente con el nombre de su amigo y una cinta morada para cerrarlo. Se podían ver las choco-estrellas que Clint miraba con deseo mal contenido. Ellos fueron a su escondite y vio como aquel que consideraba su hermano los comía de uno en uno.

Llegando a TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora