Epilogo

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Natasha Romanoff abrazo una vez mas a su padre. Sabia que lo vería en un mes, no era la primera vez que le hacia esa faena, pero sabia que esa vez era diferente. Sentía lo mismo que con Bucky: no volvería a verlo, aunque luego fuera una sensación mentira. Sabia que su padre la mantendría trabajando fuertemente en las empresas y ella jamás lo defraudaría.

Ya había escogido su camino y no se retractaba.

- En un mes estaré de vuelta...

- No mientas más, no es tu estilo

Este no se sorprendió de la agudeza de su hijastra. Se notaba que lo había heredado de su madre, que descansara en paz. Le dio un beso en la coronilla antes de marcharse definitivamente. Obviamente no sabia cuando volverían a verse, pero sabia que en ese momento, todo seria tan diferente como a principios de curso.

Ya no era mas una Natalia esquiva enfadada con la sociedad. Era una Natasha nueva. Confiada. Amada. Lista para encararse a todos.

Tenia un chico maravilloso a su lado. Pero a diferencia de ella, sabia que le mentía. No por gusto, sino que el chico pensaba que defendía un amor, pero así no se hacia. Nada más llegar a aquella graduación y ver a Bucky con aquel uniforme, completo varias de sus sospechas. Salieron y se contaron lo poco que sabía, con un frío vaso de alcohol en las manos. Ella ya se imaginaba aquellas mentiras, él también, pero la diferencia era que él solo había conseguido aquel día para intentar verla y ver si entre los dos seguía aquel sentimiento. Se demostró, una vez más, que todo lo que pensaba Natasha Romanoff era contestado con una tremenda patada. Se vio indefensa ante su contacto y gano completamente con un delicioso beso.

Los dos le hicieron aquella pregunta: ¿Tu a quien amas?

Y ella solo supo contestar: No se.

Y era verdad. No sabía en absoluto a quien amaba. No pensaba que ver a Bucky como siempre la haría cambiar de vista a tantas cosas, que le contara toda su historia... rompía varios esquemas. Sobre todo aquel que creyó haber construido una relación con Steve con confianza. Aquello no significaba que él no la amara, él la amaba como un loco, con la misma intensidad del primer día. Sus besos y caricias seguían provocando en ella unas sensaciones realmente indescriptibles.

Ella fue sincera desde el momento en el que estaban los tres juntos y se daba por finalizada aquella última noche como alumna de preparatoria: no sabría elegir entre dos personas que

movían tantas cosas en ella. Le era practicamente imposible. No era como una chica de aquellas series que tanto amaban todas, que tenía claro a quien iba a escoger. ¡No! Le hubiera encantada, pero lo único que tenía era una gran confusión.

Volvió a su casa bien acompañada aquella noche, de dudas y temores a parte de dos hombre que a pesar de ser los mejores amigos, no sabían como hablar en ese momento. Entonces, se acordó de las palabras que en su día Clint le dijo y simplemente, dejo que sus lágrimas cayeran cuando estuviera sola, en su puerta: estaba rompiendo una amistad.

No le comentó a nadie menos a Sharon, Tesla y Tania, de cual sería su futuro. Clint lo había deducido por su cuenta. Quizás, en el lado artístico, aunque estuviera Steve de pintor, podría intentar hacer una nueva vida como universitaria. Lo malo de todo aquello era el regreso de su padre. Después de todo, ya había cumplido su misión y él jamás aceptaría trabajo del famoso "Craneo Rojo" o de Stark. Iba en contra de sus principios y, por mucho que le doliera, iba a dejar a su hija en la residencia y que estudiara aquello que tanto amaba.

Con las maletas en mano, salió con paso firme de su casa. No quería mirar como aquellos hombres volvían a desmontar aquella casa donde había vivido tantas cosas a pesar de ser solo un año. Las metió en el taxi y dio una última mirada. Sabía que la casa de los Barnes volvía a estr sola, con pequeñas miradas de Steve. No podía ver el jardín, aquel lugar donde tantas veces había bailado o siquiera hablado con sus amados vecinos. Ya no había columpió y una red evitaba que cualquier ladrón quisiera entrar. La casa se quedaba sin vida, son aquellos primeros muebles con los que todo había empezado. Cada una de las cosas regresaría a la Rusia natal. Por otra parte, ella solo llevaba ropa y algunas otras materias. Ni siquiera llevaba al completo a la Natasha Romanoff.

Se despidió de su padre con un largo abrazo, y mientras se montaba en el taxi de camino a todo lo nuevo, solo tenía en mente a aquellos que rezaba ver en la universidad de Marvel y aquellos a los que les decía algo más que un simple adiós.

Algo que no podía evitar recordar era aquella última conversación con el que ya consideraba su ex novio Steve, delante de James y antes una atmosfera un tanto fría:

-Dime por lo menos si he llegado a ti

Ella no sabia el porque de la frase y seguiría siendo un enigma si él, durante es nueva etapa de su vida, se animaba a acercarse y hacer las cosas bien, como quería empezar James.

El taxi paro en frente de la puerta de uno de los campus de Marvel. Era enorme, al más puro estilo de las escuelas de Chicago, pero sobre todo, llena de gente que también quería dar sus pautas en el arte. Le pidió que fuera a la residencia, donde compartiría la habitación con una

desconocida. Y mientras el coche seguía, vio que pudo reconocer a algunas de Hydra y vio a Hope.

Vio a sus tres amigas con una gran sonrisa, la residencia se veía hermosa, pero sobre todo, finalmente, Natasha vio algo hermoso. Algo que pensó que jamás volvería a sentir: Ilusión por creer en algo nuevo y diferente.

Con aquella nueva etapa, Natasha ya solo podía esperar a saber quien iba a llegar a ella.

Llegando a TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora