11.- Fase 2

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

11.- Fase 2

Marinette se sentía algo confundida. Rose la había invitado al cine, bueno, más bien la había obligado a aceptar una invitación para ir al cine. Al preguntar quién más iría, Rose le había asegurado que irían Luka, Alya, Nino, Iván y Alix. Sin embargo, estaba sentada en una de las cómodas butacas con el contenedor de las palomitas sobre las piernas y las luces a medio gas, a solas con Rose y Juleka, sentada entre ambas como si fuera algún tipo de muro de contención.

No sabía qué hacía allí, ni porqué Rose había sentido la necesidad de mentirle para que las acompañase. Podría haberle dicho directamente que quería que fueran las tres juntas para ver una película y habría aceptado sin problemas. ¿Por qué mentirle? ¿Qué ganaba con eso? Eran amigas desde que eran muy pequeñas, creía que Rose confiaba en ella lo suficiente como para pedirle que fuera al cine con ellas, también como para saber que no se negaría.

Juleka miraba a la butaca vacía que había a su lado. Rose miraba al suelo con desánimo. Y ella estaba allí en medio incómoda y desconcertada con las palomitas calentándole los muslos.

—He leído que esta película es muy buena —rompió el silencio Marinette.

—Sí, lo sé —susurró Rose.

El silencio regresó denso y pesado. Metió la mano entre las palomitas frustrada porque Rose era una persona de conversación fácil y no estaba colaborando nada. Le mentía y se quedaba en silencio como si fuera la penitencia por no decir la verdad.

—¿Cómo lleváis el trabajo de la señorita Bustier? ¿Habéis avanzado mucho?

Juleka se encogió de hombros y farfulló algo parecido a un "bueno".

—No, no estoy inspirada —contestó Rose.

Y silencio de nuevo. Marinette suspiró. Si aquello no era lo más incómodo y frustrante que había vivido como civil hasta entonces que la fulminase un rayo.

Agradeció que se apagasen las luces del todo y que empezasen los anuncios, incluso que apareciese el del perfume de Adrien que llevaba esquivando desde que decidiera dejarle atrás y salir con Luka. Llegadas a aquel punto habría agradecido incluso que apareciese Chloé para llamarla "ridícula" o que Hawk Moth akumatizase al señor Ramier de nuevo.

Marinette se resignó a pasarse toda la película en el más absoluto de los silencios, normalmente cuchicheaban y comentaban las escenas, pero aquel parecía ser el día mundial del silencio incómodo. Devoró las palomitas, resbaló por el asiento y se concentró en lo que había en la pantalla. Ojalá estuviera Luka allí, al menos podría abrazarse a su brazo y recibir algún beso corto e inocente, encontrarse su mano en el contenedor de las palomitas, la sonrisa dulce. Oh, sí, ojalá Luka estuviera allí.

Los títulos de crédito llenaron la pantalla, deseó que, al menos, quisieran comentar la película, porque si no sería una tarde muy larga e iba a volverse loca de remate.

—¿Os ha gustado?

—No me gustan las películas románticas —murmuró Juleka como si no lo supieran más que de sobras—. Tantos besos y tonterías.

—Bueno... no era tan empalagosa —rebatió Marinette—. Y a ti, Rose, ¿te ha gustado?

—Es preciosa, me ha encantado como avanza todo desde que se chocan en el metro hasta que le pide que sea su enamorada para siempre. Es de ensueño.

Juleka soltó un bufido, tal vez superponiendo la trama de la película a Rose y Alí. Quizás la elección de Rose no había sido muy acertada, aunque no podía culparla porque no sabía lo que sentía Juleka por ella.

—Pero esas cosas no pasan en la vida real —continuó Marinette—, aunque admito que me gustaría vivir algo así.

—Tú ya tienes a Luka —farfulló Juleka—. Te está escribiendo una canción, así que no puedes quejarte. No lo haría por cualquiera.

Marinette rió un poco avergonzada, tenía razón, Luka le estaba escribiendo una canción preciosa y eso no era algo que le pasase a todo el mundo. Era afortunada, lo sabía más que de sobras, aunque al final no funcionase Luka estaría allí para ella y eso la hacía muy feliz porque le quería mucho y lo último que quería era perderle.

—No es eso, me refería a...

—Yo te entiendo, Marinette —intervino Rose—. Es un sueño, el tipo de cosas que nos gustaría que nos pasasen.

—¿Queréis que vayamos a tomar algo? —preguntó con la sensación de que el día mundial del silencio incómodo había acabado al fin—. ¿Batidos?

—¡Sí! —exclamó feliz Rose.

—Yo no puedo, tengo cosas que hacer.

—¿Ni un ratito, Juleka? —inquirió Rose con mirada suplicante.

—No, lo siento, nos vemos mañana en clase.

Juleka se despidió con un ligero movimiento de cabeza y caminó en dirección contraria al Liberty. Rose parecía haber perdido todo el ánimo y la energía de repente.

—Podemos ir nosotras igualmente —musitó tratando de animar a Rose.

—Sin Juleka no tiene sentido.

—¿Me puedes explicar qué es lo que pasa? Te portas de una manera extraña desde la visita de Alí.

—La puse triste, quiero que vuelva a estar contenta. Juleka es mi mejor amiga del mundo,  se lo debo.

Eso sí tenía sentido, era lo primero de lo que había pasado durante la semana que lo tenía.

—No quiero que te enfades, ni que creas que me meto dónde no me llaman —musitó tomando sus manos con fuerza—. Pero creo de verdad que Juleka y tú deberías hablar.

—Hablamos cada día —pronunció como si lo que decía Marinette no tuviese ninguna lógica—. En el insti, fuera, por teléfono antes de dormir...

—Pero de vuestros sentimientos, ya me entiendes.

O eso esperaba porque no sabía cómo decirlo sin pronunciar en voz alta que Juleka la quería, no pensaba traicionar su confianza.

—¿Eso es lo que haces con Luka?

—Bueno, lo intento —susurró ruborizándose hasta las orejas—. Hablamos de música, de nuestro día, a veces también de cómo nos sentimos. Ya no me da tanta vergüenza.

—Entonces ¿le quieres de verdad?

—Me gusta mucho, sí.

—Vas en serio.

Marinette asintió, lo iba, creía que Rose lo tenía claro porque lo había celebrado con un grito directo al micrófono.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! La fase dos del plan infalible de Rose ha sido un fracaso absoluto.

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