17.- Juleka Couffaine

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

17.- Juleka Couffaine

La vida de Rose Lavillant había sido sencilla y cómoda. Con una familia buena y comprensiva su única preocupación había sido la de encajar con sus compañeros de clase, estudiar y cuidar de su salud.

Su carácter abierto hizo que no tuviera grandes problemas para adaptarse a la escuela, a sus compañeros y a sus profesores. Y un día, cuando pensaba que nunca encontraría a alguien con quien encajase a la perfección, llegó ella.

Juleka había entrado a clase mirando al suelo, con el cabello largo y negro recogido en una larga trenza de la que se escapaban algunos mechones lisos y rebeldes. Rose sintió una curiosidad súbita por ella, tal vez porque, en vez de vestir de colores vivos o con algún personaje infantil estampado en su camiseta, su ropa era negra y estaba salpicada de lila, tan fuera de cualquier molde que le pareció irreal.

Levantó la mano sin dudarlo cuando la profesora preguntó quién iba a ayudarla los primeros días a adaptarse a la escuela y desde entonces no se habían separado casi nunca.

Su confianza en Juleka fue casi instantánea, tal vez, porque era muy diferente al resto, quizás por aquel aspecto frágil que ocultaba a una persona fuerte, o porque sabía escuchar sin juzgar a quien tenía enfrente. La cuestión era que su nueva amiga se había convertido en lo más grande e importante de su vida. Y cuando enfermó fue a la única que le permitió saber la verdad y visitarla en el hospital; ella le había guardado el secreto como si le fuera la vida en ello y la quiso todavía más, tanto por no decírselo a nadie como por convertir la habitación del hospital en algo lleno de vida y color.

Más adelante Juleka había introducido en su vida la música. Fue algo casual, de haberlo planeado estaba segura de que no habría salido ni la mitad de bien. Se había presentado en su casa, en el Liberty, nada más salir del hospital, con un gran dragón de peluche de color negro, y se la había encontrado en una tumbona tocando un instrumento que era más grande que ella. Sus dedos delgados y largos presionaban las cuerdas con una seguridad que no poseía cuando hablaba, Rose, se dio cuenta de que la música era la mejor manera para comunicarse con ella y se decidió a aprender para poder recurrir a ello si alguna vez lo necesitaba.

Las clases de música en el Liberty eran muy divertidas. Anarka Couffaine, alias Capitana, les preparaba cosas para merendar mientras jugueteaban con cualquier instrumento que había a bordo. Juleka tocaba el bajo, lo hacía muy bien, pero cuando aparecía su padre se retraía y fallaba algunas notas. No lo entendía, no sabía qué pasaba, sin embargo, era evidente que su presencia hacía que Juleka se sintiera mal. No le preguntó, no porque no quisiera saberlo, sino porque, si Juleka confiaba en ella, se lo acabaría contando cuando estuviera preparada o reuniese el valor necesario.

Pasaban los días juntas, hablaban durante horas, se reían de cosas que sólo entendían ellas. Juleka tocaba el bajo y ella empezó a cantar. Rose sabía que no era muy buena, no era algo que le saliera de manera natural, no era como la música que brotaba de los dedos de Juleka, sin embargo, se esforzaba al máximo e iba mejorando.

Y un día, casi sin esperarlo, nació Kitty Section.

Juleka le había dicho alguna vez que le gustaría tener un grupo, uno de verdad con el que subirse a un escenario y mostrar lo que sabía hacer. Tocar música en directo, disfrutar de la calidez de la experiencia, sentir que valía para algo. Con aquello en mente, ambas, se pusieron a trabajar en una partitura que Juleka iba escribiendo mientras Rose soltaba ideas poco meditadas. La primera canción estaba lista, bajo y voz, sonaba bien, incluso la Capitana las felicitó por el buen trabajo que habían hecho. Y en su locura por sacar aquello adelante reclutaron a Iván que sabía tocar la batería, pero no componer.

La Capitana disfrutaba del ruido que desataban sobre la cubierta, siempre atenta, siempre dispuesta a ayudarles u opinar. Eran un desastre, pero eran un desastre con muchas ganas de salir adelante. Juleka sonreía mientras tocaban y eso hacía que valiera la pena.

Un día la música se detuvo de golpe, Juleka saltó desde el escenario, desenchufando el cable del bajo, y se lanzó a los brazos de un chico con el pelo azul y una funda de guitarra al hombro. Llorando como si fuese un milagro que aquel chico estuviera allí plantado.

Aquel día, Rose, descubrió que Juleka le escondía dos secretos: lo que fuera que pasaba con su padre y que tenía un hermano mayor.

Luka Couffaine, la música, su bajo, su madre y el Liberty. Esas eran las cosas más importantes del mundo para Juleka, tal vez ella también estaba en aquella lista, aunque no podía estar del todo segura.

En algún momento, tras el príncipe Alí y Marco, Juleka se había convertido en la persona junto a la que quería estar, ya no como amiga. Se enamoró de ella, aunque le costó asumir y aceptar que ella pudiera enamorarse de una chica. No obstante, una vez asumido y aceptado, guardó sus sentimientos en secreto; un poco por timidez, otro poco por inseguridad.

La quería. Quería a Juleka Couffaine y estaba dispuesta a llegar hasta el final, declararse, hacerla feliz.

Creía que, tal vez, siempre la había querido, desde el instante en el que pisó la clase, desde que habían cruzado la primera mirada y que había sido irreversible cuando habían intercambiado las primeras palabras. Su fascinación por Juleka seguía intacta, incluso después de aquella discusión en el baño; su determinación de decirle lo que sentía se reafirmó.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Esto forma parte de la trama para otra historia, que por ahora está en desarrollo, quería poner un poco de background a su relación.

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