14.- Día cero

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

14.- Día cero

Rose descubrió dos cosas aquel sábado. La primera: que Juleka podía enfadarse tanto con ella como para llamarla idiota. La segunda: que había puesto un cerrojo en la puerta de su habitación.

Quiso hablar con ella, arreglarlo, pero se topó con una puerta cerrada e imposible de abrir a menos que contratase a alguien para echarla abajo. Le pidió perdón a voz en grito logrando que ella pusiera la música al volumen máximo que podía soportar ahogando su voz.

Luka bajó a buscarla al oír el ensordecedor volumen de la música, le envió un mensaje para que la bajase y se llevó a Rose, deshecha en un mar de lágrimas, a la cubierta. Juleka la había llamado idiota y le había dicho que no se enteraba de nada; le había dolido tanto que sentía un nudo en el pecho.

Marinette se sentó con ella rodeando sus hombros con el brazo reconfortándola. Aquel sábado no iba a haber más música que la de Juleka.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Marinette cuando Luka volvió abajo para ir a buscarle agua fresca—. ¿Por qué habéis discutido?

—Quería ayudarla con la chica que le gusta —pronunció de manera inestable entre sollozos—. Y ahora me odia.

—¿De qué chica hablas?

Los ojos grandes, azules y anegados de lágrimas de Rose se clavaron en los suyos como si la pregunta la ofendiera a todos los niveles posibles.

—No puedo decírtelo —susurró mientras Luka se sentaba en el lado contrario a Marinette ofreciéndole un vaso de agua—. No estaría bien.

—Creo que estás equivocada, Rose.

—A Juls no le interesa Marinette, si es que estabas hablando de ella —declaró Luka acariciando sus cabellos—. Estoy seguro de que si piensas un poco en ello serás capaz de darte cuenta por ti misma y si no, hablad, será lo más fácil.

—Juleka me odia.

Luka soltó una breve risita.

—No lo hace, está triste, y se está imaginando algunas cosas que no son.

—Me ha llamado idiota.

—Dale un poco de espacio, verás como pronto vuelve a la normalidad.

Aquel sábado que debía ser ameno estuvo lleno de pañuelos desechables y sollozos.

Rose tomó el consejo de Luka. Le mandó un mensaje de buenas noches a Juleka antes de acostarse, como siempre hacía, y repitió los mismo el domingo. Ninguno de los dos días obtuvo respuesta.

El lunes llegó como una condena. Rose saludó a sus compañeros y se metió en clase.

Juleka no estaba en su sitio, se había sentado junto a Mylène y Alix era la que ocupaba el sitio habitual de Juleka. Rose subió la escalera con desánimo y se dejó caer en su silla.

—¡Guau! Es verdad que habéis discutido —soltó Alix sujetándola del brazo—. Es la primera vez que os veo separadas por voluntad propia.

—No quiero hablar de eso.

—Oye, si necesitas a alguien que te escuche estoy aquí, literalmente.

Clavó la mirada en la espalda de Juleka y se tragó las ganas de bajar y zarandearla.

—Estaremos bien.

—Ajá, eso espero porque sois como la primera pareja oficial de la clase y se hace un poco raro todo esto.

¿Primera pareja oficial de la clase? Ya le gustaría a ella. Ahora que lo pensaba, Luka había dicho que no era Marinette la chica que le gustaba, ¿quién debía ser?

Chloé seguro que no era, Juleka a penas toleraba su presencia. Sabrina iba siempre en el mismo pack que Chloé, por lo que podía descartarla también. Y si lo que decía Luka era cierto, Marinette, estaba descartada también. Eso dejaba a Alya, Lila, Alix y Mylène, suponiendo que fuera a la misma clase que ellas... debía de ser alguien de clase, porque Juleka no solía relacionarse con nadie externo.

Los profesores no dijeron nada al respecto de aquel cambio de asientos y el día se desarrolló sin incidentes, pero con muchas miradas curiosas a su alrededor.

No hubo manera de acercarse a hablar con ella, ni en los espacios entre clases, ni en el descanso, ni a la salida.

º º º

Cuando Juleka había llegado a clase aquella mañana de lunes, miró su silla vacía y después la de Rose a su lado. Siempre se habían sentado juntas. Siempre. Pero no se sentía con fuerza para hacerlo.

Alix y Mylène estaban en sus sitios hablando en susurros y riendo animadas. ¿Y si le pidiese a una de las dos que le cambiase el sitio, sólo por un día? Le daba miedo que le preguntasen por el motivo, pero la angustiaba menos que tener que sentarse con Rose. Se armó de valor y se detuvo junto a Mylène balbuceó algunas palabras confusas mirando a todos lados con timidez.

—Si no vocalizas no podemos entenderte, Juleka —declaró Alix con tono relajado.

—Me... ¿cambiáis el sitio?

Las dos chicas se giraron para mirar el banco en el que siempre se sentaban Rose y ella, y después regresaron la mirada a la muchacha encorvada por la timidez y la ansiedad.

—Claro, sin problemas —soltó Alix levantándose—. Espero que no sea grave.

—Hemos discutido un poco —susurró tan bajito que Alix a penas logró escucharla.

—Ok, cuida de Mylène y no la dejes pasarse notitas con Iván, se distrae y no toma apuntes.

—Es verdad —rió la joven de rastras multicolor—. Si me dejas hacerlo no atenderé a clase.

Alix dejó su lugar vacío y cargada con todos sus trastos se sentó en el lugar de Juleka esperando a Rose.

Juleka clavó la mirada en la pared en cuanto Rose entró en el aula, se preguntó si la había mirado con curiosidad, pero contuvo las ganas de mirar de reojo o preguntar durante el día.

Esquivó a Rose con la maestría que le otorgaban sus problemas de ansiedad, encontrando los más inverosímiles espacios para esconderse y desaparecer. Salió la primera del aula, no iba a dejar hueco para hablar ni al acabar. No estaba de humor, estaba triste y se sentía avergonzada, también estaba un poco molesta por que hubiese pensado que quien le gustaba era Marinette, también por que le hubiese insinuado que tenía que luchar por ella en contra de su hermano, como si eso fuera algo que quisiera hacer.

Necesitaba espacio.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Una del gato y el ratón para hoy. ¿Conseguirán reencontrarse y arreglarlo?

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