CAPÍTULO 6

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Adivina

Criatura de forma humana con la capacidad de viajar entre los planos del pasado, presente y futuro. Bendecidos antaño por la Uidhe, su don pasa de generación en generación. En los refugios informan a los Cazadores Negros de alguien que vaya a ser atacado por una criatura de la noche para así prevenirlo o protegerlo y llevarlo a la Refugio correspondiente.

Puntos fuertes: Predicen acontecimientos antes de que ocurran. Son capaces de recabar información a través del contacto en objetos o personas. Pueden comunicarse telepáticamente.

Puntos débiles: No tienen características físicas especiales, como los humanos. Predicen fuera de contexto. Pierden la cordura fácilmente, pues les cuesta identificar si ven el pasado, presente o futuro. Sólo los más experimentados pueden.

***


Un olor intenso a alcohol penetró en mis fosas nasales y me sacó a rastras de mi sueño. Abrí los ojos y parpadeé con dificultad, se adherían tanto a sí mismos que tardé en enfocar unos segundos.

No reconocí allí donde me hallaba: camillas por todas partes, tanto a mis lados como ante mí. Todas compartían espacio entre las mismas cuatro paredes gigantescas, pintadas de un azul claro que apenas conservaban su tono original por el paso del tiempo. Constituían lo que parecía un hospital con vitrinas, cuyo contenido creía medicinal, esparcidas por toda la sala. Unos vitrales inmensos reposaban sobre mí cabeza, y una puerta de hoja doble, iluminada por múltiples colores, daba salida en un rincón frente a mí.

A mi izquierda estaba Alec en una silla observándome atentamente con preocupación. Sus ojos, al darse cuenta de que me despertaba, brillaron de esperanza.

―Lara, ¿estás despierta? ―Me miró la cara con detenimiento. Asentí. ― ¡Rose, ya ha vuelto en sí!

Una chica apareció de detrás de la mesa que presidía la enfermería. Era bajita y menuda, con una melena rizada de tonos cobrizos. Llevaba una falda hasta las rodillas azul claro decorada con un delantal, una camisa corta a juego con su nombre en una chapa plateada y bolsillo en el pecho izquierdo. Calzaba unas deportivas a juego con el mandil.

Se acercó a mí corriendo y se agachó para iluminarme los ojos con una linterna. Su cara rosada y sus ojos redondos de tonos esmeraldas me observaron atentamente.

―No tiene los iris azules y vuelve a tener pupilas.―La guardó en su bolsillo. ―Vale. ¿Me puedes decir qué viste cuando Alec te besó?

Miré a Alec y éste asintió con la cabeza.

―Pues, vi que estaba en una habitación, seguramente de éste centro. Estaba con Alec igual que cuando me había llegado la visión. Entonces apareció una chica. Decía que se llamaba Jessica, o algo así.

Ambos se tensaron.

―Espera, ¿has dicho Jessica?―Dijo Alec.

La enfermera lo miró en silencio con complicidad.

―Sí. Cuando te empezaron a salir los colmillos y a cambiarte el color de los ojos, hizo con la mano un gesto para que te acercaras, y, flotaste en el aire hacia ella.―La enfermera y Alec se miraron alarmados.―Y, cuando te iba a besar, se acabó la visión.

―Esto es un serio problema. Ha vuelto.―Dijo Rose.

― ¿Quién ha vuelto?―Pregunté.

― ¿Lara, te acuerdas de la chica de la que estábamos hablando Fredy y yo?―Asentí.―Era ella.

Al Anochecer: La diosa y el mestizoWhere stories live. Discover now