CAPÍTULO 8

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Amona'q:

Demonios surgidos de los pantanos de Tara. Forma normalmente humana, se transforman a voluntad. Vivían en comunas cerca de estanques y lagos dando origen a las primeras civilizaciones mágicas en Tara. Enemigos primigenios de los Abez-This, firmaron un pacto de paz con ellos después la llegada a nuestra dimensión, pero su mezcla con éstos está muy mal visto.

Puntos fuertes: Con el agua como elemento, estas criaturas escamosas pueden controlarlo a voluntad. Dominan la telepatía.

Puntos débiles: El fuego fatuo de la Uidhe y las llamas de los Abez-This.

Características especiales: cuando se transforman la piel se llena de escamas azules y nacen de su espalda dos alas, con el cabello blanco y los ojos plateados.

***

Ana y Fredy se habían separado de nosotros dirigiéndose a una reunión de manada. Fredy dijo algo sobre presentarla formalmente a los demás, pues entre el ataque, el ingreso en la enfermería y la comida no habían tenido tiempo. En cambio Sejmet y los demás compartían aún unos cafés en el comedor.

Después de haber incendiado los pantalones de aquél tipo (aparentemente), Alec me quería llevar a notificárselo a la señorita Williams. Era un avance de mis poderes y debía saberlo. Y con suerte, según Alec, me daría algún consejo para controlar esa capacidad en el futuro.

Así que allí estábamos yendo a su despacho.

―Buenas noches, señorita Robinson. ―Saludamos Alec y yo.

El vestíbulo estaba completamente vacío salvo por algunos pocos rezagados que habían salido del comedor y la secretaria, que estaba bastante ocupada leyendo unos libros antiguos y tecleando a toda máquina en el ordenador.

Solo alzó la vista un segundo.

―Buenas noches.

Tocamos el marco después de las formalidades y nos encontramos con una señorita Williams igual de ocupada sentada en la mesa de su despacho.

―Buenas noches. ¿Qué necesitan? ―Dijo apenas despegando los ojos de los documentos que tenía en sus manos.

―Venimos a informar.―Dijo Alec a la vez que se sentaba en la silla de la derecha sin preguntar.

Hice lo mismo y recé mentalmente para que todo fuera breve. Y sin katanas.

― ¿Y bien?―Dijo levantando la vista del libro. Se quitó las gafas de leer y juntó las manos sobre las páginas.

Alec le relató el ataque de Jessica y cómo había saltado tan lejos, las garras, el ataque del fuego...

―...igual que cuando tuvo las visiones o durante el atraco. Cada una de las veces que ha hecho amago de sus poderes, las pupilas desaparecen y sólo se ven dos iris completamente azules.

Vale que ya supiera lo de los ojos durante el atraco, pero no sabía que se había repetido. Y Alec no me lo había comentado.

― ¿Notó algún cambio en la vista durante alguno de los ataques? ―Me preguntó la directora.

Reflexioné antes de responder. Aquella vez que bajamos a las catacumbas del castillo y que hubo el apagón pude ver bien en la oscuridad. Al menos cuando estaba más nerviosa. Después de aquello y de volver a la normalidad ya no veía ni jota.

―Bueno, me adapté a la oscuridad después de atacar a Jessica. Pero luego volvió a la normalidad.

―Sería eso entonces.―Concluyó Alec.

Al Anochecer: La diosa y el mestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora