𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑉

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—¡Ven Kim vamos a sentarnos junto a Kirishima! —exclamó su amiga pelirrosa quien se colgaba de su brazo.

Mientras la más pequeña se limitó a asentir y sonreír dulcemente. Ambas se dirigieron a la mesa donde solo estaban dos personas, lo que era raro, casi la mayoría de las mesas estaban a tope ¿por qué en esa solo estaban dos personas? 

Dirigió su mirada a quienes estaban sentados ahí: era Eiji su amigo quien mostraba una sonrisa amigable y Bakugou quien tenía una mirada fulminante y un aura amenazadora.

«Con razón nadie se sienta con ellos…», pensó Kiyomi.

—¡Kim, Mina! ¡Aquí! —les habló el pelirrojo, para que se sentaran con él.

Kim optó por sentarse a lado de Bakugou para que Mina se sentara al lado del pelirrojo, sabiendo que ella le tenía un poco de miedo al cenizo. 

Los 4 estaban almorzando tranquilamente.

—Cierto Kim ¿por qué llegaste tarde hoy? —indagó su amiga Mina.

—Oh, solamente hubo unos problemas con mi vecino del edificio… —contestó sonriente Kiyomi.

—¡Cómo llegaste tarde Kim no te enteraste de que el festival deportivo está cerca! —exclamó el pelirrojo apretando el puño con orgullo.

—¡Si tenemos que entrenar y dar lo mejor de nosotros! —le siguió Mina con actitud decidida.

—Oh, ¿en serio? Me alegro… —dijo un poco sin ánimos la más pequeña del grupo.

Eso dejó en shock a Bakugou, pues, era un cambio drástico en cuanto a su personalidad.

Al parecer sus amigos no notaron la falta de brillo en los ojos de la pecosa al hablar del festival deportivo, pues siguieron hablando animadamente, mientras él observaba como de vez en cuando la flor comentaba algo con una sonrisa forzada para nada igual a la sonrisa que ella siempre se cargaba. 

«¿Qué mierda le pasa a la flor?» se preguntó Bakugou.

—Chicos voy por un poco más de arroz, está muy bueno —comentó Mina mientras se marchaba.

—Espera, yo también, necesito una bebida. 

Dicho eso, Eiji siguió a Mina dejando solos a aquel par de chicos.

Bakugou observó a la chica, quien estaba a su lado.

«Así que es del tipo que trae su almuerzo», le pareció extraño al cenizo, hasta que se percató de que ella miraba fijamente su almuerzo sin ningún pudor o decencia.

—¿Qué mierda le ves a mi almuerzo flor? —preguntó enojado.

Sin embargo ella no respondía solo se limitaba a mirar.

Él comprendió fácilmente la situación; agarró por el palillo una de las albóndigas y se la tendió.

—Ten, come esto y deja de mirar mi almuerzo —comentó lanzando un gruñido.

No terminaría de procesar lo que sucedería después de sus palabras: la flor se había agachado hasta llegar a la altura de donde él le tendía aquella albóndiga y la comió, sin molestarse en agarrar el palillo ella misma. 

Él solo se quedó en blanco.

—¡La tenías que tomar y comerla por tu cuenta! ¡Tonta flor la comiste directamente!

—¡Oh! Pensé que me querías dar de comer en la boca… —dijo en un susurro, mientras se ponía colorada.

Aunque esas palabras fueron escuchadas claramente por el cenizo.

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora