ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝑋𝑋𝑉𝐼

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Bakugou

No estoy acostumbrado a controlar mis emociones, así que todo está crudo en la superficie. Cuando siento algo, dejo que todos lo sepan, pero desde el momento en que la conocí todo ha sido un desastre. Las emociones están burbujeando, y en lugar de dejarlas salir, sigo empujándolas hacia abajo.

Ayer, en la noche, algo de eso explotó y me hizo tomarla de la mano.

Tercer día de campamento.

Estaba ayudando junto al estúpido de las cintas a prender la lumbre para poder cocinar.

—Vamos, tú puedes Kacchan es solo una pequeña explosión, creo que lo puedes hacer, ¿a qué sí?

Si seguía hablándome como retrasado, al que le daré una explosión será a él y sus cintas.

—¡KYAAA Sangreeeee! —vociferaba Denki. Aquel grito nos puso en alerta.

—Callen a la señora —dijeron a la par la ojos de mapache y Sero.

—Ey —reclamó Denki.

—Tranquilo, no lo hacen para burlarse —lo tranquilizo flor, aun con el dedo sangrando.

—Lo hacemos con toda la intención de humillarlo —vociferaban.

—Kim-chan ¿estás bien? Si estás mareada puedes sentarte en mi cara no hay problema —morboseo esa mierda—. Toma, puedes usar este pañuelo, es muy especial.

No estoy seguro de en qué momento pasé de estar en una punta totalmente opuesta a ellos, a estar justo detrás de ella.

Patee al insecto. Se sintió bien.

Al ver que ella me veía con reproche dije justificándome: —No puedes ocupar pañuelos sucios.

Ni siquiera sabía si aquel pañuelo de verdad estuviera sucio, solo no quería que ella tocara algo proveniente de aquel extra.

Seguido le di una servilleta que estaba doblada ahí en la mesa. Ella la puso en su mano ejerciendo presión, por lo que pude ver no era nada grave, solo una herida superficial.

Omnipresente

—Bakugou acompaña a tu compañera a lavarse la herida y los demás —se dirige a todos los alumnos preocupados—, vuelvan a lo suyo.

—Siéntate —pidió cuando estuvieron solos en el lobby de la cabaña.

Ella se sentó en la primera silla que encontró y lo observó expectante.

Él se arrodilló enfrente de ella.

—Dame tu mano —dijo de pronto.

—¡Espera! Es demasiado pronto para casarme... Yo... Yo no sé hacer arroz —susurro de forma apresurada y triste, no obstante le dio la mano.

Bakugou solo la miró con una cara que decía: "¿En serio?", y se la apartó como si de una mosca se tratara, gruñendo: —La otra.

Cuando Kiyomi miro el botiquín de primeros auxilios aparecieron dos manchas rojas en sus mejillas.

Consciente de que se había distraído mientras observaba su rostro, mojó un trozo de gasa con el antiséptico, se acercó a ella y solo titubeo un momento antes de tomarle la mano.

—¿Vas a llorar cuando lo ponga? —pregunto.

—Nop —contestó valiente.

—Bien —limpió la herida y se le encogió el corazón cuando la oyó lanzar un gritito y sisear—. ¿Por qué no me pediste ayuda para cortar las verduras? —preguntó de repente para distraerse del hecho de que le estaba haciendo daño.

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora