ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝑿𝑽

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Bakugou

El regreso a casa había sido silencioso, ella estaba a mi lado, no me dijo nada acerca del festival deportivo, cosa que agradecí.

Estando en la estación de tren, con ella en una esquina y yo cubriéndola de las personas. Cuando ella se levantó sobre las puntas de sus pies y se inclinó hacia mí.

Notando su movimiento, bajé la mirada, aunque ella se levantara en putillas, aún no podía verla si mantenía mi mirada a una altura normal.

En su rostro se formó una mirada de horror y se apresuró a sacar algo de su mochila. Antes de formular algo ya tenía un pañuelo en mi mejilla y el olor a flores se intensificó al tenerlo tan cerca.

Ella empezó a limpiar mi mejilla y sentí un ardor cuando lo apretó contra mí, pero no me quite ni me opuse.

Debería tener un aspecto horrible.

Inconscientemente, incline mi cara un poco hacia su mano, se sentía bien el roce de sus dedos en mi piel y su palma, con su pañuelo, tocar mi mejilla.

—Agáchate un poco más, por favor.

Hice lo que me pedía y baje mi cabeza a su altura.

Sacó algo nuevo de su bolso, era una tira adhesiva, color rosa palo con estampado de gatitos. Y en eso recapacité.

Oh no.

Había estado tan embelesado con su mano en mi rostro que ni siquiera reparé en qué era lo que pasaba.

—No —dije sin pensarlo.

—Tienes un rasguño en tu mejilla, la curita te ayudará a que no se infecte. 

—No es tan malo como para que me muera.

—¿Esperarás a que sea algo malo para recibir ayuda? 

Touche.

Puse los ojos en blanco y permanecí en mi lugar.

Ella me puso la curita con sumo cuidado y yo la miraba.

Cuando ella se dio cuenta me sonrió y yo desvíe la mirada como si nada hubiera pasado.

—Listo… uhm, disculpa.

¿Eh?

Me había tomado del mentón y me examinaba la cara buscando otros rasguños.

Cuando terminó, vi como entraban más personas al vagón y la sostuve de la muñeca para arrimarla más a la esquina.

Cuando la iba a soltar, ella me tomó de la mano y dijo con voz preocupada:

—¿Te dolió? —pregunto mientras me acariciaba el dorso de la mano con su pulgar.

Por un momento dejé de respirar.

—¿Qué? 

—Las esposas, parecían muy apretadas… —explicó.

—No —alcancé a pronunciar agradeciendo de que la voz no me saliera temblorosa.

Ella se inclinó entonces hacia atrás, y ligera y cariñosamente soltó mi mano. 

—¿Y tú? —pregunté al notar que teníamos el mismo tipo de curita, solo que ella lo tenía en el dorso de su mano.

—No, solo es un pequeño rasguño, descuida —contestó al seguir la trayectoria de mi mirada.

Nos quedamos en silencio, durante un buen rato y cuando habló, fue solamente para decir:

—Sabes, la mayoría de la gente huye del conflicto, pero para mí, muchas cosas buenas surgen del conflicto. ¿No crees?

Me confesó eso como si dejara salir todo lo que había estado guardándose hasta ese momento.

Sentí como si me encontrara en medio de una ventisca y mis hombros se pusieron tensos ante su cercanía.

Espero mi respuesta. 

"No me preguntes" pensé con seriedad.

—No tengo idea. No es algo que me suceda a mí.

Aparté la mirada y fingí ignorancia. Seguramente no me entiendo ni a mí mismo.

—Ya veo…

La chica suspiró mientras miraba hacia la ventana del tren en movimiento.

Luego de acomodarse uno de sus mechones ondulados, detrás de la oreja, dijo tranquilamente.

—Te veo mañana Bakugou.

Al bajar del vagón, me sonrió dulcemente, ella parecía estar satisfecha por haber dicho todo lo que tenía que decir.

Me sentí igualmente de resignado y perplejo, de nuevo, ante su capacidad de hacer lo que quería.

Por alguna razón, no podía seguir mirándola.

Sin tener ningún lugar a donde correr, dirigí mi mirada hacia el suelo.

Tuve la sensación de que ahora se me estaba calentado la cara.

Así mismo empezó a andar el tren, recompuse mi postura y mi rostro a uno neutro.

❁ ❁ ❁ ❁ ❁

—¡¡Felicidades te vi en el festival deportivo!! —dijo mi madre al poner un pie en la casa— ¡Pero no te creas mucho, engreído!

—Estuviste genial —comentó sereno mi padre.

—Si…

Me dirigí a mi cuarto ante la curiosa mirada de mis padres. 

—¿Y a este que le pasa? Normalmente siempre me contesta.

Pude escuchar a mi madre quejarse.

En cuanto llegué a mi cuarto me encerré en el, recargue mi espalda sobre la puerta y por fin me desplome.

Me pregunto si habla en serio. ¿De verdad no se da cuenta de lo que sus palabras ocasionan?

Y, para empeorarlo, me hablaba con tanta sinceridad que... poco a poco, empezaba a temer.

Como temeroso de algo, un escalofrío recorrió mi espalda y me sentí físicamente agitado.

Dios no no no no.

Acerque mis temblorosas manos hacia mi cara teniendo lo peor y pidiendo en el fondo que no sea lo que estaba pensando.

Estaba caliente.

Algo dentro de mí se llenó de miedo

Esto no era bueno 

Para nada.

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin