ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝑋𝑉𝐼𝐼

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Bakugou 

Mi cara debió de ser de total asombro porque se rio de mí en una fracción de segundo.

—Traje dos rebanadas, quería compartir contigo —explicó—. Pero luego recordé que tal vez odies las cosas dulces. Aunque me gustaría que lo pruebes.

—No es que lo "odie", simplemente no es lo que como —me moví en la silla, preguntándome si los asientos siempre habían sido tan incómodos—. Siempre pido cosas picantes.

Ella me estudió de esa singular manera que tenía, desde debajo de sus largas pestañas, y deseaba que ella no lo hiciera. Cada vez que hacía eso, sentía como si mi corazón fuera a explotar.

—¿Nunca has comido pastel?

—Si, una vez, de niño.

—¿Y no te gusto?

—No.

—¿Por qué?

No quería contar la historia, sobre todo porque me haría parecer estúpido, pero ver su mirada llena de esperanza me hizo ceder.

—La bruja que tengo de madre, compró un pastel para mi cumpleaños, me negué a comerlo y ella me obligó, en un momento me estampo contra el pastel para que lo probara.

Su cara se contorsionó en una mueca de horror.

—Terminé con la nariz sangrando y con la cara llena de pastel con sangre. El sabor fue asqueroso.

—Oh.

Se empezó a reír. 

Y a mí me hizo saltar. Demonios, su risa me hizo saltar. ¿Alguna vez alguien lo atrapó tan desprevenido de esa manera? No, no lo creía. Me volví un poco para encontrar a media docena de estudiantes mirándolo, más bien, la miraban a ella.

—Tu mamá es una mujer de armas tomar.

Cuando me di la vuelta, estaba sosteniendo el tenedor con una pequeña porción de su pastel. —Prueba el pastel, te prometo que no sabrá a sangre.

—No me gustará —afirmé—. No pruebo cosas nuevas. Si comiera el pastel, tendría que comer toda la cosa. No me limito a probar la mierda y seguir adelante. Eso es indecisión.

—Si mi hermana estuviera aquí, te diría que tu problema es psicológico.

Suspire hacia el techo. 

—Bakugou —me llamo de nuevo tranquila.

—¿Qué?

Ella le tendió el tenedor. —Prueba el pastel, no te va a matar.

—Carajo… —gruñí en lo bajo—. Si es tan importante para ti —le arrebate el tenedor de la mano, cuidando de no rozarla en ningún momento. 

Mientras metía el tenedor en la boca, apreté los nudillos contra este. Antes de digerirlo bien ya estaba negando con la cabeza, pero una parte de mí se sintió aliviada de que ella no pareciera estar pasando un tiempo terrible a mi lado. Incluso si su entretenimiento venía a expensas de mí y de verme sufrir.

«No está mal…», pensé seguido de tomar otro bocado, ahora más calmado que antes.

Se vieron a sentar otros cinco idiotas.

—¿¡Estás comiendo pastel!?

—¿¡Qué!? —exclamaron todos.

—Wow desde que te conozco siempre has comido cosas picantes, nada de dulce —comentó el pelo de mierda, sentado frente de mí.

—Si, yo supuse que tendrías alguna fobia a lo dulce o algo así —dijo el idiota de las cintas.

—Eso, amigos míos, es lo que provoca Kim-chan~

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲Where stories live. Discover now