ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝑿𝑰𝑰

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Bakugou sumergido en sus pensamientos, en el momento que algo le golpeó en la espalda, puso mala cara creando pequeñas explosiones en sus palmas.

Cuando se giró a explorar, se detuvo tan pronto como miró hacia abajo y vio a Kiyomi. 

Abrió la boca y…

Eso fue todo. Simplemente permaneció abierta.

―¿Qué…? ―Kim le sonrió al ver con quien se había chocado.

Estaban relativamente cerca, a tan solo un paso de separación.

En tanto, Bakugou sintió como su corazón estaba haciendo algo extraño en su pecho. Latiendo un poco demasiado rápido. Pensando que, probablemente debería hacer que lo revisaran tan pronto como terminara esto. Si quería ser el número uno no debía descuidar nunca el cuidado con la salud cardiovascular.

―¿haces…? —cerró la boca de golpe y se aclaró la garganta. 

―Mineta… anda espiando debajo de las faldas... ―tragó y se movió nerviosa sobre sus pies. Aún sin romper la pequeña distancia que tenían.

―Esa mierdecilla… ―ella asintió con la cabeza, sonriendo por el apodo que le puso―, es un idiota.

Bakugou parecía un poco lento. Tal vez estaba cansado, o tal vez le abrumaba la atención de tanta gente. Sin embargo, se limitó a mirar a la flor, en silencio durante unos momentos, y cuando habló, fue solo para decir:

―Te ves…

Ella miró su uniforme de porrista acompañado de un par de tenis blancos que no eran del otro mundo, preguntándose si su vestimenta la haría parecer ridícula ante los ojos de Bakugou. 

«Seguramente si», pensó apenada y un poco triste.

―¿Cómo una verdadera porrista?

―Eso no es lo que yo... ―cerró los ojos y negó con la cabeza, como si se compusiera de un dolor de cabeza―. Pero sí. Lo haces. ¿Dónde está ese estúpido?

―¡En serio! Que bien. Quiero decir, desearía estar muerta, la gente cree que estamos locas —miro atrás de ella y pegó un gritito, corriendo a ponerse detrás de Bakugou y en eso agarrarse de su sudadera.

El cuerpo de Bakugou podía esconder perfectamente a la pelirosa. Ella se pegó más a él, en tanto, él podía sentir su respirar en su espalda. Tratando de no pensar en eso y después de ver a ese estúpido correr en dirección a ellos con la nariz sangrando. Metió las manos dentro de sus bolsillos.

—Vete a la mierda —dijo indiferente.

—Vamos Bakugou, no la puedes tener solo para ti —contestó socarrón.

Esa fue la gota que colmó el vaso, en un parpadeo le aventó una explosión, fuerte, pero no lo suficiente como él hubiera querido, sintió como la flor se aferraba a un más a su sudadera.

Como si el chico fuera un completo idiota que no se rendía o un cínico sinvergüenza, comenzó a correr rápido en dirección a ellos exclamando:

—¡Quiero ver las pantis de Kobayashi y nadie me lo va a impedir!

Antes de que Bakugou le lanzara un ataque más poderoso, llegó Kirishima por la derecha y lo tackleó. Seguido de Sero quien lo amarró con sus cintas y se lo llevaron.

—El profesor te vio acosando, quiere verte —proclamaban a la par.

El cenizo sintió como la flor asoma su cabeza rosada por el lado derecho de su cuerpo.

―Ya está —dijo tranquilo, conservando la serenidad, pues tener a esa pequeña flor pegada a él, se convertía en un manojo de nervios sin razón alguna.

𝑵𝒐 𝒎𝒆 𝒎𝒊𝒓𝒆𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔 -𝓑𝓪𝓴𝓾𝓰𝓸𝓾 𝓗𝓪𝓽𝓼𝓾𝓴𝓲Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt