Parte 9: El laberinto de tu ausencia.

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Esa noche no podía dormir, a pesar del cansancio que solía provocarme el hacer el amor.

En realidad no sólo era esa noche. Eran todas las noches de mi vida. El sueño jamás tenía la decencia de venir a mi encuentro y si lo hacía, era intermitentemente. Pensé que estaba totalmente fuera de mi alcance el tener las mismas necesidades que cualquier ser humano.

Me levanté de la cama silenciosamente, intentando no alterar el plácido sueño de Alicia, mi compañera de cama desde hacía tres semanas.

Me reí recordando algo: al final, mi hermana había logrado emparejarme con su compañera de trabajo. Nunca me preguntó qué era lo que había pasado, a pesar de que sabía que algo muy importante había acontecido y que, por supuesto, tenía a Camila como protagonista. De eso habían pasado ya tres meses y medio.

Un día me invitó a su casa para tomar café y descubrí que casualmente Alicia estaba allí. Me pareció atractiva y yo necesitaba compañía. Eso fue todo.
En todo aquel tiempo desde que regresé de la casa de campo no había vuelto a hablar con Camila. Le había dejado, en cierta ocasión que había sacado el suficiente valor para ello, un mensaje en el contestador diciéndole que tenía que hablar con ella y que me llamara. Terminé diciendo que si no me devolvía la llamada no volvería a molestarla.

Tan sólo pretendía oír su voz, aunque fuera un instante. Y disculparme. Quizás hasta pedirle clemencia. No me llamó y yo fui fiel a mi palabra.
No me molesté en vestirme, en vez de eso, salí hacia el balcón. Encendí el pitillo que le había robado segundos antes a mi amante y lo encendí, apoyándome en la gélida baranda de metal. No era una fumadora habitual, por ello sentí que el humo, con tan solo una calada, me raspaba la garganta. Deseché la colilla rápidamente en uno de los ceniceros sobre la mesa y volví a mi posición original. Alicia...

Ella, aunque se esforzaba por agradarme, no podía obtener nada de mí. Era una buena mujer y mejor amante aún, pero no podía amarla. ¿Era a esto a lo que se refería Camila cuando me hablaba de sus relaciones? Me pregunté si conmigo también había sido así.

Alicia sabía que había algo en mí que no me permitía entregarme a nadie, e incluso tenía cierta sospecha de que sabía perfectamente que existía otra persona a quien yo seguía amando desesperadamente. Tal vez ella estuviera en la misma situación que yo y por eso se mostraba tan comprensiva.

Me doy cuenta de que nunca le había preguntado nada que no fuese banal sobre sí misma. Ella ni siquiera me había cuestionado nunca porqué prefería hacer el amor a oscuras. ¿Le diría, si lo hacía algún día, que la única razón era porque el único rostro que quería ver en esos momentos era el de Camila? Supuse que no.

En nuestra primera vez, había abierto los ojos y el ver el rostro de Alicia delante de mí se me hizo doloroso. Era injusto. Injusto para Alicia. Era muy consciente de ello. Sólo sé que entre sus brazos encuentro algo de paz y de olvido que tanta falta me hace siempre. Tan sólo tenía que darme una mínima insinuación de que no era feliz conmigo, y yo desaparecería de su vida tan rápido como un ciclón.

¿Cómo era mi vida ahora?

Me había convertido en una autómata. Justo en lo que nunca quise ser. Había recuperado mi trabajo en el hospital, mantenía una relación equilibrada e incluso hacía planes los fines de semana. Todo me parecía tan absurdamente normal...

Visité la tumba de mi padre por primera vez. No puedo describir lo que sentí cuando ví su nombre escrito en aquella lápida, pero estuve segura de que produjo una herida en mi corazón que nada podría sanar jamás. Tan sólo estuve allí erguida unos breves segundos.

Cuando me fui, supe con certeza que no regresaría.
Muchas veces me pregunto cómo está Camila. Mi hermana Ally se había convertido en un inesperado correo en ese tiempo. Cada vez que nos veíamos me confesaba que había visto a Camila en tal sitio o que había quedado con ella para almorzar. Y siempre me revelaba esperanzada que ella le preguntaba por mí. No era difícil suponer que a Camila le contaba algo similar.

Mi bella Camila; camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora