Último capítulo

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Ahora, dos días después, me descubrí sentada a solas en mi apartamento... En el que pronto dejaría de ser mi apartamento, rodeada de cajas de embalar con todas mis pertenencias dentro. Me marchaba a otra ciudad, lo más lejos de allí que pudiera, con la firme intención de comenzar de nuevo, si era posible que, a aquellas alturas de mi vida, pudiera lograr tal cosa.

El dolor de lo que pretendía hacer era demasiado intenso como para ignorarlo, pero ya lo había decidido y no habría marcha atrás.

Mi amor sería capaz de desvanecerse. Igual que había aparecido, tendría que irse. Si fallaba en aquella sentencia, tan sólo podía esperar un futuro incierto al final del camino.

Alguien golpeó mi puerta con furia y mi corazón dio un vuelco.

Me levanté rauda y sin molestarme en adivinar la presencia en mi puerta por la mirilla, abrí la madera. Mis temores se hicieron realidad cuando vi a Lauren allí plantada, con el pelo ligeramente humedecido por la lluvia que en esos momentos caía sobre la ciudad.
Ella estaba respirando con frenesí y me pregunté si es que había tomado las escaleras en vez del ascensor.

– ¿Puedo pasar? –preguntó, sus ojos me miraban con fiereza.

Me hice a un lado sin mediar palabra y ella se adentró en mi desolado hogar. Paró en medio del pasillo y observó el estado del apartamento tomándose su tiempo.

– Así que es cierto... –comentó, más al aire que a mí.

– ¿El qué? –pregunté, aunque tenía una ligera idea de a lo que se refería.

– No quería creerlo cuando me lo dijo Ally, no quería... –siguió hablando para sí misma, como olvidando que yo estaba allí.

– Lauren...

– Te marchas... – Se giró hacia mí.

– Sí.

– No hace falta todo esto, Camila. Tan sólo tienes que pedirme que deje de molestarte y nunca más me volverás a verme. Creo que...

– No me voy por ti. –la interrumpí.

Que ella no fuera el principal motivo de mi marcha pareció sorprenderla aún más que el hecho de que estaba a punto de eclipsarme de su vida.

– ¿Entonces?

– Lo hago por mí.

Me miró entrecerrando los ojos. La sospecha comenzó a llenarla.

– ¿Has conocido a alguien? –su mandíbula se marcó al apretarla con fuerza. –¿Te vas con él?

– No.

– Necesito que me digas la verdad... –me pidió con la voz rota, como si de un momento a otro fuera a romper el llanto.

– Te la he dicho.

– Entonces, ¿por qué?

– Porque lo necesito. Voy a dejar mi trabajo y a comenzar una nueva vida.

– ¿Tanto te disgusta la que tienes? –sugirió con un tono demasiado duro.

– No soy feliz. Creo que es suficiente.

Se pasó las manos por el cabello con gesto cansado. Creo que empezaba a creer que con su visita no lograría ninguno de sus objetivos. Me pregunté cómo era sentir que a pesar de todo ibas a perder una batalla.

– Supongo que es porque estoy en ella,¿verdad? –preguntó por fin.

– No. Me voy por muchas razones, y no voy a negarte que tú eres una de ellas...

Mi bella Camila; camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora