5

14.4K 1.1K 116
                                    

No quieras ser mi amigo. Nadie sale ileso.

Caleb Burck.

No sé dónde estás, tampoco me importa, pero ojalá estes pudriéndote en el infierno.

Hoy era el cumpleaños de mi padre, estaba enfadado con el mundo entero por esa simple razón y me servía desahogarme con cualquiera.

Camino entre los estudiantes hormonales intentando relajarme con mi cuerpo realmente tenso. Suspiro molesto y agotado de toda esta mierda.

La gente corre de un lugar a otro buscándole sentido a su patética vida, le sonríen a quien le cae mal e ignoran a los que quieren.

«Sociedad hipócrita»

¿Ya dije que tengo el peor de los ánimos hoy?

Evans contestó mi mensaje rápidamente «desesperado» y ahora lo tenía en aquel salón vacío, entre mis piernas realizando la mamada del año.

Tiro de su pelo con fuerzas cuando su diminuta boca absorbe toda mi longitud, succiona todo lo que puede, mientras que con la otra mano juega con mis testículos.

Es mono y sabe lo que hace, no le quito su mérito, pero me gustaría estar follando otra boca. Lo deseo desde el primer momento.

«Si esa, la del rubio que intenta ser mi amigo»

Profundicé mi agarre en su cabello cuando pasó su lengua por mi longitud, me absorbía a un ritmo salvaje, sin causarme daños, incliné mi cabeza un poco y cuando sentí que me miraban abrí los ojos de golpe.

William Ray, al parecer quieres entrar en mi mundo a toda costa.

— Ven — moví la boca para que me entendiera, remojé mis labios y este huyó como un corderito asustado.

Pobre. 

De solo pensar en él, me libero en la boca de Evans, lo que me faltaba en el día era una eyaculación precoz.

«Mierda»

Este se tragó gustoso todo mi semen, se incorporó con una sonrisa en sus labios, recomodé mi ropa y el chico se inclinó para besar mi boca, le detuve antes de rozar mis labios.

— Gracias campeón —le di una palmadita en los hombros y salí de ahí.

Caminé por los pasillos hasta la dirección, entré sin tocar la puerta y ahí recibiendo la lata del director estaba Ray con cara de querer morir.

— Tome asiento, Caleb —señaló un lugar junto al rubio— ¿Qué ocurrió?

— Me estaba molestando y lo empujé —pasé las manos por mi pelo— así de sencillo.

— Eso no fue así —intentó defenderse—. Yo no te estaba haciendo nada, tú...

Lo fulminé con la mirada y cerró la boca. 

— ¡¿A no?! —me burlé en su cara.

— ¡No! — negó varias veces con la cabeza—. Lo hiciste para salir a…

— ¿A que Ray? —lo reté con una sonrisa en los labios— ¿Dime te gustó lo que viste?

— ¿Qué está ocurriendo aquí? —el director se pasó las manos por el canoso cabello. 

— Dejemos que Ray le cuente director.

— No voy a contar nada — sentenció el rubio.

— Deberías haber ido cuando te llamé —me burlé—, dejarías de ser un aburrido.

— Yo no soy ningún aburrido — refutó.

— Ray, mi querido Ray — dí unas palmadas—. Eres vírgen.

El director se aclaró la garganta, casi olvido que estaba aquí. —. Ya veo que no se ponen de acuerdo — intervino— tendré que castigarlos a ambos.

— Bien — asentí— tampoco tengo que hacer mucho por casa.

— No —chilló Will a mi lado.

— No sé diga más —se cruzó de brazos— cuando terminen las clases se quedarán horas extras.

— Esto es culpa tuya Caleb — reclamó cuando estábamos solos en el pasillo.

— ¿Por qué te da miedo estar solo conmigo? —me reí por el momento.

— A mi no… no me da miedo estar solo contigo — respondió nervioso, comenzando a caminar.

— ¡Oye Ray! — le llamé y volteó a verme— no te metas en dónde no te llaman.

Frunció el ceño — ¿O sino qué?

— Ray eres bueno, no mereces conocer a la bestia —me encogí de hombros.

No mereces que un imbécil como yo te arruine por completo, te hunda en la oscuridad y te haga tocar fondo, tú no quieres esto en tu vida, no lo necesitas. Soy malo y me gusta serlo, pero lo que más me gusta es dañar a las personas de mi alrededor.

— ¿De qué bestia hablas?

— La que habita en mi interior. 

— ¿Por qué Caleb?

— ¿Qué? — indague.

— Eres malo de día y bueno de noche —dió un paso hacia mi— ¿Qué carajos te pasó? —me señaló con su dedo—. Odias a las personas, a la vida, odias todo lo que te rodea. Cuando en realidad el único problema eres tú. No te aceptas a ti mismo.

— Yo no tengo ningún problema Ray.

— ¿Quién dice que seas una bestia? —abrió la boca y la volvió a cerrar— eres tú el único que se ve así. Para mí solo eres un adolescente que quiere llamar la atención porque está aburrido. Deja de vender un Caleb que no existe.

La sangre me hervía, mi furia crecía en mi interior, sentí cada músculo de mi cuerpo tenso. Agarré a Will del cuello de su camisa y lo estampé contra la pared.

— Tú no me conoces Ray —hablé a centímetros de su rostro— No tienes derecho a opinar en mi vida porque no eres absolutamente nadie. No quieras ser el niño bueno conmigo. No somos amigos.

— ¿Quién te hizo daño Caleb?

— ¡Qué te calles joder! — mis nudillos chocaron contra la pared, me dolió pero no lo reflejé en mi rostro.

— ¿Estás bien? — preocupado intentó ver mi mano.

— Déjame en paz Ray y alejate de mi —salí caminando sin mirar atrás.

¿Qué se creé? Me molesta que opine de mí, no tiene derecho, nadie lo tiene. Soy así porque quiero y puedo. No necesito un amigo que me dé consejos. Ni que se entrometa en mi vida.

La Bestia ✓Where stories live. Discover now