6

14K 1.2K 209
                                    

"Me confundes, y no te imaginas lo frustrante que es "

William Ray.

Primera vez que estoy en un lugar así, por culpa de Caleb estoy en una sala de castigo, siento su vista en mi nuca, el profesor dormía en su escritorio y otros chicos molestaban y hablaban al fondo. 

Tenía que estar dos horas sentado aquí, opté por realizar todos los deberes pendiente para que el tiempo pasara rápido pero cuando terminé solo habían transcurrido quince minutos.

«Esto será un largo día»

Las dos peores horas de mi vida.

Saco un libro que me regaló mi padre y comienzo a leer con tal de liberar estrés, no había pasado ni cinco páginas y me cierran el libro de manera brusca. Levantó la vista y ahí estaba él.

«Claro que era él»

«¿Qué esperabas?»

— Vamos Ray —ordenó sin derecho a réplica.

— No voy a ir a ningún lado contigo Caleb.

— No te pregunté Ray — se cruzó de brazos. Me permití mirarlo unos segundos, su cabello caía desenfrenado sobre sus tupídas cejas, vestía completamente de negro y mantenía una sonrisa retorcida en sus labios.

— No quiero ir —intenté continuar con mi lectura pero me arrebató el libro.

— Dime solo una razón por la cuál no quieres ir conmigo.

— Acabas de decir que no somos amigos. Me parece suficiente.

— Eso puede cambiar.

— Nos meteríamos en un problema —señalé al profesor.

— Yo lo veo muy ocupado —se burló—, babeando.

— Tengo que terminar mi libro — me crucé en brazos.

Cogió el libro y busco la página final —Se muere protagonista. Fin.

— Gracias Caleb por arruinar mi libro. Mi vida. Mi existencia.

— Es todo un placer Ray — volvió a sonreír y juro que el mundo se detuvo por un segundo— ¿Algo más o irás conmigo?

— No podemos irnos del colegio.

— No vamos a irnos del colegio.

— ¿Te vas a dar por vencido Caleb?

— ¿Tú vas a dejar de intentar cambiarme Ray?

— Ok, ok. Me rindo — me puse de pie— Vamos.

— Bien.

Caminé en silencio junto a él, verdaderamente me sorprendía como cambiaba de actitud tan rápido. Hace unas horas me odiaba y ahora quería que lo acompañara.

«¿A qué juegas?»

— No podemos estar aquí — me negué rotundamente cuando mis ojos enfocaron la enorme piscina del colegio.

— ¿Quién dice que no? —se sacó la chaqueta y el pulover para arrojarlo al suelo.

— No me van a volver a castigar por tu culpa Caleb.

— Nadie va a venir Ray, no seas aburrido —quitó sus tenis y los calcetines.

Dió un paso hacía mi y mi cuerpo retrocedió por inercia — Estás invadiendo mi espacio personal — alcé la mano para empujarlo y me dí cuenta que fue una mala idea, su piel desnuda junto al roce de mi mano provocó un pequeño escalofrío.

— Como quieras — nuevamente se dibujó esa sonrisa retorcida en su rostro y lo siguiente que sentí fue como el agua fría abrazaba mi cuerpo.

Me lanzó y él se había lanzado junto a mí. 

— Eres un imbécil —escupí un poco de agua cuando logré sacar mi cabeza a la superficie.

— El niño no sabe nadar — chilló como una niña.

— Te reto —puse mi boca en una línea fina.

— ¿Qué?

— Ida y vuelta, si yo gano me dejarás tranquilo.

— Bien —asintió— ¿Y si yo gano?

— Dime tú.

— Me lo pensaré — repicó antes de nadar hasta el comienzo y yo le seguí.

Fácil ¿no? Ganaba y ya, adiós Caleb Burck pero…¿en serio quería decirle adiós?

Iniciamos la carrera, nadamos unos segundos, salíamos a recuperar aire y seguíamos, estaba ganando, por razones que desconozco o no quiero aceptar dejé que Caleb llegara primero al otro extremo.

— Me dejaste ganar — replicó.

— No —negué varias veces

— Ray eres muy predecible — pasó su mano por el cabello mientas que el agua se deslizaba— dime ¿por qué?

— Ya ganaste, ¿qué quieres?

— Que admitas que me dejaste ganar porque no quieres que te deje tranquilo.

«Exacto»

— Estás equivocado — fue lo que respondí. Junto a pequeñas salpicaduras con ambas manos.

— Eso fue sucio Ray —soltó una carcajada y comenzó arrojarme agua.

Estábamos en una mini guerra por los ojos, por la nariz, por la boca el agua entraba por todos los orificios.

— Me rindo —alcé las manos — pido tregua. Que me voy a ahogar.

Cuando Caleb dejó de lanzar agua, todo estaba tranquilo, silencio absoluto, habíamos quedado a centímetros el uno del otro, mi corazón se aceleró y no entendía pero me gustaba.

Su mirada se quedó clavada en mí, como si esperaba algo, como si quisiera tomar algo. Yo no me di cuenta hasta que esa distancia fue centímetros, luego el toque de nuestra nariz, para luego convertirse en un leve roce de mi boca contra la suya. 

Me tomó por sorpresa, no le detuve, correspondí su beso como si fuera familiar de toda una vida, su lengua se abrió camino por mi boca y sabía que tenía que detener esto pero no era lo suficientemente fuerte.

Yo no soy gay

No soy gay

Soy gay

¿Y si estoy luchando en vano?

Caleb me estaba besando justo ahora y yo no estaba haciendo nada para detenerlo.

¿Por qué?

Porque me estaba gustando.

Mi cuerpo comenzó a reaccionar ante el momento, de repente Caleb se separó, con sus labios hinchados, su respiración agitada y me empujó.

— No debiste William.

Se sintió muy mal que me llamara por mi nombre, ya me había adaptado a como sonaba mi apellido en su voz.

— ¿Qué? — pregunté confundido.

— No debiste dejar que esto pasara —siseó entre dientes.

— ¿Por qué? —fue lo único que sé me ocurrió decir en estado de trance.

Salió rápidamente de la piscina, recogió todas sus cosas del suelo y desapareció dejándome ahí, solo y tirado. Sin respuesta, con un millón de dudas en mi cabeza y un dolor raro en mi entrepierna. 

La Bestia ✓Where stories live. Discover now