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Puntualito, patético y alcoholizado.
¿Se puede pedir más?

William Ray.

El punto de locura al que me estaba llevando este chico era inexplicable, nunca me había imaginado llegar a sentir cosas así, por una persona de mi mismo sexo y eso me asustaba.

Pensaba en mi padre, en las consecuencias que me traería dar ese paso, definitivamente esto no era lo que quería para mí. No estaba nada bien.

Cargo con una cruda moral horrible, me emborraché y terminé buscándolo a él. Lo odio, ni siquiera me agrada y lo busco como un cachorro asustado.

Eso me preocupaba.

«Sabrá Dios las cosas que dije»

— Hey —Danna me sacó de mis pensamientos—¿Que si estás bien?

— Si...si —carraspeo.

— Escuché que perdiste el conocimiento en la cancha —indaga, preocupada.

Sus ojos expresivos me reparan de arriba abajo.

— No fue nada —explico por milésima vez— no había desayunado bien, hacía calor y ya. Eso fue todo.

— ¿No quieres ir al médico? —me toma de la mano— yo te puedo acompañar.

¿Por qué la vida es injusta?

Lo fácil que sería llegar a querer a Danna.

— No hace falta.

Le resto importancia dando por terminada la conversación.

—¿Dónde dormiste? —cambia de tema.

— Yo, bueno yo...

Había amanecido en casa de Caleb, me asusté, salí corriendo y luego de cambiarme la pasé a recoger para venir al colegio juntos.  

— Salí temprano con mi padre —mentí— regresé solo a buscarte.

— Eres tan bello que te comería — se puso de puntita y dio un casto beso en mi mejilla.

Eres mentiroso Ray.

No solo con ella.

Con todos.

Principalmente contigo mismo.

«Basta»

Llegamos al colegio. Danna recibe una llamada telefónica y se aleja unos pasos.

Pasa por mi lado y golpea mi hombro.— Nos vemos en la noche.

— ¡No! —le tomo del brazo y tiro de él.

Su cabello despreocupado me hace tragar en seco.

— ¿Ahora qué, Ray? —pone los ojos en blanco.

— No me voy a ver contigo en la noche. Ni en el día, ni en ningún momento.

— Iré a tu casa —se encoge de hombros— tu padre tiene una escapadita romántica con mi tía, no me voy a quedar a escuchar como se la folla.

— Es muy mala idea. Que tú y yo estemos solos. No quiero.

— Me importa un carajo, lo que quieras o no, Ray —respondió tan tranquilo—, por favor no me esperes borracho.

— Te dije que no...

— Nos vemos en la noche —sentenció y se largó dejándome con la palabra en la boca.

«Idiota»

— ¿Todo bien? —regresa mi amiga— Estás pálido.

— No pasa nada —resoplo— ¿Te puedo pedir un favor?

La Bestia ✓Where stories live. Discover now