13

11.1K 862 33
                                    

Ahora entiendo por qué está muerto en vida.

William Ray.

Decidí ocultar mi enfermedad a todos. Se hablaría de ella solo si fuese necesario. No quería que nadie me viera con lástima y con cara de "pobrecito se va a morir".

Me doy ánimos a mi mismo frente a la verja del colegio.

Yo puedo con esto.

A paso firme entro sin mirar para el lado. Estoy solo, Danna tiene gripe. Desde aquella noche en mi habitación no he visto a Caleb y por una extraña razón...me siento raro.

Quería verlo.

...y algo más.

«Estúpido de mí»

Me dirijo hasta mi salón, ahí en fondo de la clase está él. Vestido completamente de negro. Inclinado hacia detrás con la cabeza pegada a la pared y los ojos cerrados.

— ¿Dónde estabas metido? —sin pensarlo me siento a su lado.

— ¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones, Ray? —responde sin abrir los ojos.

— Tienes razón —me levanto— Tu vida me tiene que importar una mierda, haz lo que te dé la gana. Eso sí, no me molestes.

— Eres tan ingenuo —se pone de pie y doy uno paso atrás— Ven.

— No quiero.

— Sígueme.

Soy tonto.

¿A qué si?

Terminé en los baños. Caleb revisa en cada cubículo y cierra la puerta. Se acerca a una distancia prudente. Me alejo hasta que mi espalda termina tocando la pared.

— ¿Qué? —arqueo una ceja.

— Sabes lo que quiero.—Muerde su labio inferior.

Nuestras bocas se tocan, trago grueso.

— Respeta mi espacio personal.

— ¿Deseas que te bese, Ray?

— No.

— ¿Seguro?

— No, digo sí.

— ¿Por qué te pones tan nervioso conmigo? —alardea— No te voy a morder, puede que sí, pero no te va a doler.

— No voy a ser tu muñeco inflable —lo empujo por el pecho.

— Nadie ha dicho que lo seas.

Se vuelve acercar y está vez acorrala mi cuerpo contra la pared sin escapatoria.

Me besa, nuestros labios se hacen uno, cierro los ojos y dejo que su lengua juegue con la mía. Me muerde el labio inferior y me da un casto beso antes de separarse.

— No juegues más conmigo —mis ojos se humedecen y me contengo para no llorar. 

— Esto no es un juego —me dice— Tú eres y serás solo mío.

— Ya basta —le grito.

Tengo ganas de darle un puñetazo por su perfecto rostro.

«Imbécil»

— No me voy a detener y lo sabes. —se cruza de brazos.

Lo odio, definitivamente sí.

— ¿Qué soy para ti, Caleb? —me lleno de valor y pregunto— ¿Qué sientes por mí? Dime la verdad por favor.

La Bestia ✓Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang