Capítulo 3. El nigromante

38 7 16
                                    

Hacía unas horas que la bruja los había contactado a través de la vidente. Según lo que vio Darys mientras era poseída, Gabita quería que Elena drenara a alguien hasta matarlo. Esta persona, por alguna razón, era impermeable a los ataques mágicos que ella le había perpetrado. Resulta que, durante el hechizo de posesión, la mente de la bruja había quedado vulnerable a la clarividencia de la chica, quien aprovechando el enlace, pudo ver más de lo que debía.

     —Elena, ella no quería que te enteraras aún —explicaba Darys—, temía que te resistieras.

     —No me gusta faltar a mi palabra, pero no voy a matar a nadie —aclaraba Elena—. ¿Qué tipo de persona piensa que soy?

     —El sujeto no es un mago —revelaba Darys—, creo que ni siquiera es humano. Se trata de una criatura oscura que por alguna razón le hace sentir un espanto terrible. Gabita teme por alguien que no alcancé ver.

     —¡Patrañas! —Se burló Ryan— No existe cosa igual, tal vez solo viste el reflejo de sus miedos.

     —Espero que haya sido eso —dijo Darys—, porque si lo que vi es real, no solo el protegido de Gabita corre peligro, sino toda la magia de luz.

     Durante los siguientes días, se enfocaron en los hechizos de defensa, sobre todo, en los que protegen la mente de ataques externos. Aunque los hermanos podían ejecutar los mismos encantamientos, los dones comenzaban a presentar aspectos particulares, puesto que las visiones de Darys iban dirigidas a la vida, los buenos momentos, alegrías y deseos del pasado, presente y futuro; a diferencia de las de Ryan, que siempre presentaban escenas de muerte, tristezas, temores y pesadillas. En el Grimorio encontraron que la adivinación es un don sensible y puede tornarse con gran facilidad a la oscuridad.

     —¿Has pensado que tal vez Gabita contaminó tu núcleo cuando te lo devolvió? —preguntó Darys una tarde— Ella usó magia oscura para acceder a tu alma.

     —Quiero pensar que no —respondió entre dientes demostrando una inconformidad tremenda—, no acepté mi naturaleza para eso, la abuela no me preparó para eso.

     —Ryan, míralo por el lado positivo —interrumpe Elena—, una moneda tiene dos caras, tú pudieras entrar en los lugares que tu hermana no podrá, y viceversa.

     —Bien se ve que no eres tú —reprochó un tanto molesto—. La magia oscura termina por corromper el alma y no quiero eso para mí.

     —No digas eso —lo enfrenta—. Yo no te deseo mal, solo que deberías recordar lo que pasó la última vez que renegaste de tu don —en ese instante se mostró bastante molesta—. Estamos metidos en esto por ti y aún así, estas a punto de cometer el mismo error.

     —¿Qué te asegura que dentro de un tiempo no me habré convertido en un brujo como Gabita, o peor? —vociferó mientras la veía irse.

     —Si eso sucede —interrumpió Darys mientras ponía sus manos en el rostro de Ryan—, seguirás siendo mi hermano y mi apoyo no te faltará.

     Tres noches después de eso, el chico tuvo una visión. Aunque para entonces ya había tenido unas cuantas, ésta en particular, resultó ser escalofriante.

     Se encontraba en un cementerio oscuro donde solo el brillo de las antorchas de aquellas brujas ofrecía la claridad necesaria para ver lo que estaban haciendo. Parecía un ritual en el que ofrecían a dos personas vivas como alimento a una criatura con forma humana escondido bajo una capucha de color oscuro, que los mordía en su cuello y les bebía la sangre. Se acercó sin pausa porque sabía que no podían verlo y se agachó al lado de uno de los cuerpos ya inerte.

     —¡Pero, qué...! —Dio un salto del susto al ver parado frente a él, al mismo chico que yacía muerto a su lado— ¿Cómo es posible? —Lo veía tendido en el suelo y a la vez, de pie ante sus ojos.

     —¡Ayúdame, por favor! —pedía con una voz quejumbrosa— ¡Ayuda! —gritó el chico.

     El joven despertó de la visión atónito, no sabía que pensar. Les contó a las chicas y después de los detalles, Darys llegó a la conclusión que; el sujeto del rostro oculto se trataba del mismo al que quería matar Gabita.

     —Lo que no acabo de comprender es —se mostró confundido—, si el chico estaba muerto, ¿cómo es que lo pude ver?

     —Ryan, eso no es lo peor —agrega Darys— sino, ¿cómo fue que él te vio a ti?

     —La única persona que pudiera respondernos esto ya sabes quién es —repuso—, aunque no nos guste.

     —¡Ni pensarlo! —exclamó— No quiero más tratos con esa bruja.

     —Sonará descabellado pero concuerdo con Ryan —intervino Elena—. Si ella quiere que me deshaga del demonio, tal vez lo haga —hizo una pausa—, pero antes, tendrá que decirnos si tu oscuridad es su culpa y responder todas nuestras preguntas acerca de esto.

     Luego de tomar la decisión con la que Darys no se encontraba cómoda, Elena llamó a Gabita y ajustaron un encuentro. La bruja no quería que los hermanos participaran, en cambio, Elena la convenció de que su apoyo sería fundamental.

     Al llegar al Puente de las Rocas a media noche, ya Gabita los estaba esperando.

     —Cuando me hablaron de la existencia de una psiphora y lo que les estaba ocurriendo a los hermanos magos, supe lo que tenía que hacer —explicaba—. Imaginaba que algún daño colateral produciría, ya que tu luz te había abandonado, Ryan. Supuse que, ambos núcleos compartían una conexión muy fuerte por ser hermanos y que se habían valido de eso para estar juntos. Luego, llego yo a devolverlo al lugar de donde escapó y además, con magia oscura. ¿Qué creían que pasaría?

     —¿Qué? ¿Qué pasaría? —reprochó Ryan, irónicamente— Ahora veo muertos en mis visiones que intentan comunicarse. ¿Eso es lo que debía pasar? ¿Sabías tú que esto me iba a ocurrir? —prosiguió inconforme— Porque gracias a eso, pasé a convertirme en un vidente oscuro.

     —No sabía lo que pasaría exactamente, ya que la clarividencia no es mi don —respondía Gabita apaciblemente—, y el término correcto es "nigromante", no vidente oscuro.

     —¡Oh! Gracias por iluminarme con tu sabiduría —El sarcasmo era una característica que Ryan no solía soportar, pero en ciertas ocasiones, se le daba muy bien—. De clarividencia a nigromancia, todo un alivio.

     —Elena —la bruja se giró en dirección a la psiphora—, yo acepté el encuentro porque dijiste que estabas dispuesta a cumplir con tu parte del trato. No responderé una pregunta más.

     —Está bien, solo una más. ¿Quién es el sujeto al que debo matar y por qué?

     —No se trata de quién, sino, de qué —reveló la bruja—. El objetivo es el líder de un grupo de criaturas nocturnas que pretenden acabar con la magia de luz y todos los que a ella se deben. Realmente, representa una amenaza para el mundo que conocemos.

El nigromante y el vampiroWhere stories live. Discover now