Capítulo 14. El Oficial Mark

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Estación de Policía, San Casimiro, 21 de agosto del 2023. Hora 16:24

Declaración de testigo

     El ciudadano Daniel Olivera, quien ejerce como Celador en el Cementerio de San Casimiro, declara que es el segundo integrante de su familia en trabajar en dicho lugar. Alega que hace tres años sustituyó a su padre, quien lo había hecho durante casi 40 años:

     "Es difícil estar toda la noche despierto, solo y rodeado de cadáveres. Al principio, cada ruido, corriente de aire, los misteriosos fuegos fatuos o una simple silueta a lo lejos, alimentan tu miedo, te mantienen alerta, pero luego, con los años, terminas adaptándote a la idea de que no va a haber nadie más que tú y ese miedo que desaparece. Eso, hasta que te encuentras un grupo de personas deambulando como si fuera un Boulevard en pleno día. Un cementerio es un lugar que normalmente, te predispone, así que, encontrarse con personas en plena madrugada es lo más inesperado que te pueda suceder."

     Asegura que, casi al amanecer del 19 de junio, aproximadamente a las 6 horas, aunque se trataba de cuatro jóvenes que aparentemente iban de salida, no alcanzó a verlos de cerca, por lo que, le resultaría casi imposible identificarlos.

     El señor Olivera ha sido llamado a declarar en ocasiones anteriores, relacionado a la desaparición de los jóvenes: Roxana González, Max Williams y Ariel de Armas, de 29, 23 y 21 años respectivamente.

     Redacta: Oficial Mark Barrera.

     Este documento será anexado al Expediente #2/2023, Caso "Peregrinos".

     Aunque, a las afueras de la estación parecía ser una tarde tranquila, en el interior, hacía meses la mediana tranquilidad los había abandonado

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     Aunque, a las afueras de la estación parecía ser una tarde tranquila, en el interior, hacía meses la mediana tranquilidad los había abandonado. El caso "Peregrinos" se había vuelto algo muy personal para el oficial Mark. Representaba un ejemplo a seguir debido a su profesionalidad y entrega a su trabajo pero, este caso, lo tenía extrañamente angustiado. El pánico entre los ciudadanos ya era notable y sus superiores, cada vez, confiaban menos a su capacidad. Había una realidad que agravaba aún más el asunto y todos ellos la ignoraban. El último desaparecido, Ariel de Armas, no era un ciudadano común. 

     Ariel había estado trabajando con Mark, como su colaborador secreto, en el caso por descubrir el paradero de las víctimas Roxana y Max. Su desaparición no fue casual y solo el oficial lo sabía.

     —¿Qué descubriste, Ariel? —susurraba mientras observaba la foto del chico— Te voy a encontrar, amigo.

     Un toc-toc en la puerta de la oficina interrumpió su monólogo, era Andrea.

     —Adelante —permitió, disimulando su postura de agotamiento por la falta de sueño.

     —Jefe, tengo una posible dirección —comentó asomando su cabeza sin abrir completamente la puerta—. Pueden ser nuestros "deambuladores nocturnos".

El nigromante y el vampiroWhere stories live. Discover now