Capítulo 2. La psiphora

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Pocos minutos faltaban para las diez de la noche cuando los jóvenes llegaban a la casa de Ryan. Darys se encontraba tranquilamente dormida y no los sintió llegar. Elena tomó su teléfono y comenzó a hacer diferentes llamadas intentando pedir ayuda a algunos magos conocidos, mientras tanto, Ryan acomodaba las cosas de su prima en el cuarto.

     —Una amiga me recomendó con una bruja que estará dispuesta ayudarnos —comenta Elena.

     —Sabes que no es bueno hacer tratos con brujas —recalcó Ryan—, su magia es oscura y sus acciones suelen traer intenciones ocultas.

     —Me encantaría escuchar otra propuesta —comentó mientras imponía su mirada en él—. ¡Sorpréndeme!

     Y tenía razón, aunque al chico le resultaba indigerible su actitud sarcástica, no tenían otra opción y el tiempo no estaba a su favor. Durante siglos, las diferencias en cuanto a la metodología y aplicación de la hechicería habían mantenido separados a los brujos de los magos, desarrollando sus habilidades por caminos separados, pero la situación que enfrentaban requería más conocimientos de los que poseían. No era un secreto que la magia oscura era inconformista y buscaba soluciones inimaginables para la mente de un mago.

     A la mañana siguiente, la bruja llegó a la casa. Su actitud les causó una gran extrañeza pues no parecía sentirse incómoda entre ellos, como si reunirse con magos fuera una actividad común para ella. Se hacía llamar Gabita y se presenciaba con una edad similar a la de Ryan.

     No les costó mucho explicar lo que estaba sucediendo, pero menos le costó a ella dar con la solución.

     —Saben que las brujas no ayudamos a los magos —hizo una pausa—. Nosotras hacemos tratos.

     —Lo sabemos —contestó el chico mientras miraba a su prima—. Dinos que quieres a cambio.

     —El favor de una psiphora, claro —sonrió—. Son muy raras y poseen una habilidad única.

     —¡Acepto! —dijo Elena sin pensarlo, ya que realmente, esperaba un pedido así.

     La bruja les ordenó una vela y muestras de agua y tierra en recipientes separados para invocar los cuatro elementos dado que, un sortilegio de tal magnitud requería toda la fuerza posible. Incluso para ella, este hechizo sería de los más arriesgados que hubiera hecho cualquier mago o brujo que conocieran.

     —Acudiré a magia antigua para realizar un hechizo que abrirá una brecha directa a tu alma —explicaba mientras dibujaba un gran triángulo de carbón en el suelo de la sala—. Una vez abierta, la psiphora trasladará el núcleo a tu cuerpo.

     —¿Yo? —Preguntó asombrada Elena, entre tanto, se acercaba con Darys, quien se encontraba tan débil que no podía ni siquiera hablar— Pero, no sé cómo hacerlo.

     —Utilizarás el encantamiento Magnus de los psiphores para absorber toda la energía del núcleo y Animilatos para depositarlo en su cuerpo. Deberás pronunciar "animilatos magnus totalus" ya que de ese modo actuarás como un puente entres ellos —proseguía la bruja mientras colocaba la vela, el agua y la tierra en cada una de las esquinas del triangulo—. El aire es un elemento siempre presente.

     —¿Por qué no volvemos a la parte donde me abres en dos? —preguntó Ryan.

     —No te preocupes, no dolerá —Hizo una pausa mientras lo guiaba al centro del triangulo—. Al menos, no dolerá demasiado.

     —¿Qué? —preguntó atemorizado por la forma irónica en que lo dijo.

     La bruja comenzó el hechizo invocando a los cuatro elementos básicos de la naturaleza.

     —"aqua ignis terra ventus" —susurraba una y otra vez de forma ascendente mientras rodeaba el triangulo— "aqua ignis terra ventus".

     La llama creció y se desprendió de la vela quedando totalmente suspendida en el aire. Lo mismo pasó con el agua y la tierra, que abandonaron sus respectivos recipientes para quedar colgados, todos a la altura de la cintura. Una furia de viento se abrió camino hacia el asustado chico, sintiendo como una frialdad funesta invadía su cuerpo hasta dejarlo prácticamente inmóvil.

     —Está listo —indicó Elena entrando al triángulo junto a Darys, mientras extendía una mano hacia el pecho de Ryan y la otra hacia el de su hermana.

     —"¡anima apertus!" —prorrumpió la bruja de tal modo que lo oídos de Ryan estallaron de dolor justo antes de perder el conocimiento.

     No supo que pasó después, pues estuvo inconsciente por casi tres días. Al despertar, ya se sentía diferente, más fuerte, sin dudas había recuperado lo que había perdido hacía tiempo. Darys fue la primera persona que lo recibió, se encontraba radiantemente sana y Elena no tardó en llegar. Lucía muy animada, pues resulta que, después de todo, las psiphoras son más que parásitos sedientos de magia ajena.

     Al fin, estaban juntos los tres, tenían el Grimorio, podían descubrir todo mundo de hechizos y ampliar sus habilidades.

     Las semanas siguientes fueron pasando y Elena cada vez lograba más. Utilizando el encantamiento Animilatos era capaz de introducir energía en diferentes objetos para luego ser usada. Incluso, los hermanos se dejaban drenar por ella para averiguar cuánto podían aguantar. La verdad, ella prefería drenar a Darys ya que estaba convencida de que el núcleo de su primo se encontraba dañado de alguna manera, porque cuando lo canalizaba, creía sentir "la muerte" irrumpir su cuerpo. Realmente, su crecimiento impulsaba al de ellos. El Grimorio les proporcionaba los encantamientos y explicaciones necesarias para crecer como los futuros magos que pretendían ser. Estaban orgullosos de aceptar su destino, hasta que una noche...

     —¡Darys, te estamos esperando! —gritó Elena mientras conversaba con Ryan sentados en la sala, frente al televisor.

     Después de casi 30 minutos de espera sin respuesta alguna, se levantaron para ir a buscarla al cuarto.

     —Darys, ¿te arrepentiste de ver la película? —le preguntó su hermano cuando la encontró parada de espaldas y con las luces apagadas, como si estuviera lista para dormir— ¿Darys?

     —Psiphora —pronuncia Darys con una voz raramente tenebrosa y un eco espantoso que a los chicos les provocó temor, mientras que a la vez, se giraba para verles a la caras—, ha llegado el momento de que cumplas con tu parte del trato.

     Los ojos de Darys eran negros. Claro que a diferencia de una visión, esta vez estaba siendo poseída.

     —Gabita, ¿qué le has hecho a mi prima? —Preguntó Elena haciéndole frente— ¿Quién te crees que eres para irrumpir en su mente de esa manera?

     —Psiphora —susurraba la bruja a través de la vidente—, encuéntrame en el Puente de las Rocas a media noche.

     —Sabes donde puedes encontrarme bruja, esto no lo hagas más —reclamó con toda la autoridad que la situación le otorgaba, mientras ponía una mano en el hombro de Ryan— "repulsio encantatus magnus"

     Al pronunciar el contra-hechizo, Darys quedó liberada del encantamiento bruscamente, por lo que permaneció débil durante un buen rato. Del mismo modo, el hecho de que Elena hubiera usado a Ryan para remover el embrujo, le provocó un descenso momentáneo del que solo se recuperó un par de minutos después.

     —Darys, ¿estás bien? —indagó Elena preocupada mientras la sujetaba.

     —Tranquila, voy a estarlo, pero tú no —Temblaba de miedo.

     —¿Qué quieres decir? —cuestionó el hermano mayor sin apartar la mirada de ella— ¡Darys, habla!

     —Ella... —pausó para tragar en seco—. Ella quiere que mates a alguien, Elena.

El nigromante y el vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora