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— Lady Amira — la rubia miró a la puerta viendo a su salvador, sonrió levemente y se movió un poco para que el emperador se sentará a su lado.

Extrañamente se heridas se estaba curando con rapidez, apenas el día anterior había Sido atendida y ahora ya estaba mejor.

El emperador se había puesto a buscar una dama de compañía para la rubia y fue mucho más fácil que con Rashta, quizás era porque Amira si pertenecía a una familia noble, aunque le había costado en encontrar a alguien de confianza, pues según él, quien fuera la dama de compañía de la chica debía de ser alguien con buena actitud.

— Su majestad, ¿Cómo se encuentra? — preguntó con una leve sonrisa, sonrisa que cautivó al emperador, este no entendía como alguien que había perdido a su familia podría sonreír con tanta pureza como ella.

— Bien, le traigo buenas noticias, el Conde ya está estable, por si quiere ir a verlo — no lo tuvo que repetir pues la rubia se levantó con rapidez, aunque dando tropiezos.

— ¡Auch! — se quejó al haberse golpeado levemente el brazo herido, Sovieshu se puso de pie y caminó con rapidez hacia la mujer.

— Con calma, espera — caminó a la puerta y dando unas señas una joven mujer castaña entró — ella es Liliane, hija del Vizconde William, apartir de ahora será tu dama de compañía — la castaña hizo una reverencia dejando sorprendida a la rubia.

— Un placer conocerla mi Lady — Amira miró incrédula al emperador.

— Su majestad, no debió asignarme una dama de compañía propia — intentó negarse, pero el emperador le sonrió y ella no pudo seguir, no conocía a ningún hombre aparte de su familia, Sovieshu era el primero que conocía y se le hacía muy lindo.

— Es por tu bien, Lady Liliane, dejo a su cargo a Lady Amira — la castaña asintio — vendré por ti en una hora, te llevaré con tu padre — la rubia asintio con incredulidad.

El emperador se retiró con una sonrisa, esa hora la aprovechó para adelantar su trabajo, pronto sería la celebración de año nuevo y estaría muy ocupado.

— ¡Su majestad! — apareció Rashta, el mencionado alzó la mirada encontrándose con su amante.

— Querida — Murmuró con una sonrisa.

— Rashta quiere pasear con su majestad — pidió la mujer, pero su sonrisa fue borrada al ver cómo el hombre hacia una mueca.

— Lo siento Rashta, iré con Lady Amira a visitar a su padre, nos vemos esta noche — y sin más que decir siguió con lo suyo.

"Esa mujer" se quejó con amargura mientras se iba del despacho. "Podría ir con la emperatriz para que se lleve lejos a esa mujer...pero la emperatriz no me aprecia, quizás se una con esa para separarme del emperador" se puso a pensar con tristeza y miedo.

Mientras Amira era vestida y arreglada la tristeza la inundó, había algo detrás de aquel atentado, sabía que quien la quería muerta volvería a atacar, y por más que quisiera no podría escapar, su brazo estaba herido y aunque se estaba curando mas rápido de lo normal no significaba que estaría igual, pues después de que las heridas cerraran por completo debía de evitar su uso por un tiempo.

"¿Por qué me quieren muerta?" Pensó atormentada, ella no había hecho nada malo.

— Lady Amira, en el palacio estará a salvo, el emperador ya se lo ha dicho, confíe en él — la rubia asintio levemente.

Cuando Amira estuvo lista se quedó por la ventana a esperar al emperador, Liliane le había dado un libro para que leyera en lo que iban por ella, pero de la nada lágrimas empezaron a correr por las mejillas de la rubia.

Lost princess » [Sovieshu]Where stories live. Discover now