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Amira caminaba por el lugar, buscaba un buen regalo para la emperatriz, pero, ¿Que darle a alguien que siempre tuvo todo?

Si bien, Sovieshu le había dicho que a  Navier no le importaba lo material, ella quería darle un buen regalo, pero no sabía qué, pronto la emperatriz se iría a la casa del campo y Amira ya no podría darle el obsequio, por lo que debería darse prisa.

— Lady Amira, ¿Necesita ayuda? — McKenna preguntó apareciendo de repente asustando a la rubia, el guardia que cuidaba de esta al ver eso se acercó dispuesto a acabar con el intruso.

— Lord McKenna, me asustó — dijo la chica mientras llevaba una mano a su pecho — tranquilo Romeus, lo conozco — le dijo al guardia, al ver la mirada de la chica se alejó un poco pero no despegó la mirada del chico. — Estaba muy concentrada que no me di cuenta de su presencia ¿Que hace en la capital? — le preguntó al peliazul.

— Su alteza fue a una joyería — respondió intentando evitar decir que Heinrey le había mandado a cuidarla— ¿También busca un regalo para Su majestad? — le preguntó, ella asintió.

— No quiero algo exagerado, pero tampoco algo muy simple, me siento confundida — explicó — Sovieshu me ha dado algunos consejos pero no me convencen — murmuró, para McKenna no pasó desapercibido cómo había llamado al emperador, pero decidió pasarlo por alto.

— Puedo ayudarla, si gusta, claro — la rubia asintió ante la propuesta de McKenna.

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— Lamento no haber podido acompañarte — dijo Sovieshu mientras le servía ya taza de té a la rubia.

— Está bien, lo entiendo, estabas ocupado, de hecho me encontré con Lord McKenna — comentó mientras aceptaba al taza.

— ¿Y que le has comprado a Navier? — preguntó intentando ignorar el hecho de que la mención del peliazul le había molestado.

La rubia sonrió y caminó hasta su buró para sacar una caja, caminó de vuelta a su asiento y le tendió el obsequio al emperador.

— Me gasté casi todo lo que traía pero valió la pena — comentó con orgullo la chica.

— ¿Qué? — frunció el seño el emperador — ¿Romeus no te dio el dinero? — la rubia asintió.

— Lo hizo, pero me negué — respondió la chica — ¿Que te parece? — le preguntó refiriéndose al obsequio.

Sovieshu abrió la caja y se sorprendió al ver lo que había dentro.

El regalo se trataba de una pulsera de oro, esta tenía un dije de ave, a un lado de la pulsera había un anillo con una piedra que curiosamente tenía el mismo color que los ojos de Amira y Heinrey.

— No es exagerado, y de alguna manera transmite el gusto que tiene por las aves — comentó Sovieshu intentando sacar el collar pero se le fue impedido por un manotazo que le dió Amira.

— Sin tocar — dijo mientras le quitaba la cajita.

— Esta bien — Sovieshu miró con una sonrisa nerviosa como es que la rubia acariciaba la cajita.

Amira al ver cómo la veía Sovieshu solo sonrió divertida y caminó a guardar la cajita, al darle la espalda al hombre no pudo ver cómo este se sonrojaba levemente cuando la rubia le había sonreído.

"¿Me estoy enamorando de Amira?...No creo"

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Amira brincó felizmente hacia el estómago de su padre haciendo que este riera.

— Me alegra saber que ya estas bien — dijo la rubia mientras miraba con emoción al Conde.

Lost princess » [Sovieshu]Where stories live. Discover now