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Amira miró nuevamente sus prendas, era un vestido sencillo y fácil de poner.

La cuestión no era ir presentable, pues todo arreglo se vería arruinado a la hora de transformarse, lo difícil para ella era que después de mostrarle su otra forma al rey no habría duda de que ella era la princesa perdida de Occidente.

— ¿Nerviosa? — preguntó Heinrey mientras ponía sus manos en los hombros de la menor, una sonrisa se dibujó en su rostro al ver el reflejo de ellos juntos.

— Un poco — respondió, el mayor le dió la vuelta para que ella lo mirara y con delicadeza acunó su rostro entre sus manos.

— No deberías, Walton ya sabe todo solo quiere confirmar con sus propios ojos que eres aquella bebé que ambos esperamos por veinte años — aquello en vez de calmar a la menor la hizo sentir triste y culpable, pese a que ella no era responsable del dolor que sufrieron.

Heinrey al darse cuenta de ello se culpó e insultó por haber empeorado el sentir de su hermana, con cuidado la abrazó y se aferró al pequeño cuerpo que ella tenía.

— Jamás muestres culpabilidad, tú fuiste una víctima no la causante — murmuró para después darle un beso en la frente a la menor.

— Los recompensaré — prometió.

• • •

Walton miraba con nervios por la ventana, toda su vida había sido entrenado para controlar sus emociones y así no tomar malas decisiones basándose en sus sentimientos, pero ahora era muy diferente.

Quizás cuando veinte años atrás perdió a su hermana no mostró el dolor que sentía en aquel entonces pero eso no significaba que no amara a aquella pequeña bebé que había sido esperarada con mucho amor.

El recibir la noticia de haberla perdido causó en él un sentimiento de culpabilidad que pese a los años jamás fue desapareciendo, siempre de sintió culpable de no poder proteger a aquella niña que prometió cuidarla.

Cuando su madre murió de dolor él nuevamente sufrió de arrepentimiento, su amada mamá había muerto de dolor por la perdida de su hija sin siquiera haber podido verla una sola vez después de aquella trágica noche.

Pero ahora, después de veinte años aquella bebé que él amó y perdió llegaba a su vida como su último anhelo antes de morir, era como si su hermana fuera aquel ángel que lo llevaría a la paz eterna.

El Rey era consiente de la situación de su enfermedad, sabía que tarde o temprano su cuerpo colapsaría y moriría, pero mientras tanto disfrutaría de su poco tiempo libre a la de su adorada hermana.

— Su majestad — la voz de la reina lo sacó de sus pensamientos — ¿No es muy pronto para aceptar que ella es la princesa perdida? — preguntó la castaña —  Se que es una esperanza, pero recuerde que no hay que dejar que nuestras emociones afecten nuestros actos — intentó razonar con él.

— Christa, Heinrey ya me informó de todo, él verificó si la sangre que corre por las venas de Amira es la misma que la mía, así que no tienes de que preocuparte, ¿Acaso no has visto el parecido entre ellos? — la reina bajó la mirada para pensar bien en las palabras que diría.

Christa jamás estuvo presente en el embarazo de la difunta reina, y mucho menos conoció a la princesa por lo cual ella carecía de aquella emoción que todo el palacio estaba presentando en ese momento.

Muchos de los trabajadores de allí estuvieron en aquella trágica noche, por lo que la alegría de finalmente ver a aquella pequeña que fue esperada por mucho tiempo estaba latiendo con fuerza en los corazones de ellos.

Lost princess » [Sovieshu]Where stories live. Discover now