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La noche había caído, y con ella el sueño había aparecido.

Francesca estaba en su nuevo habitación, durmiendo, el esfuerzo realizado durante el día la había cansado de tal forma que apenas tocó la cama se quedó dormida.

Amira había querido quedarse con ella, pero por indicaciones del médico decidió no hacerlo, pues este no quería por algún mal movimiento de ambas las heridas de abrieran nuevamente.

El Conde Philips decidió, no, más bien ordenó, que su hija fuera a descansar, que él se quedaría a cuidar de Francesca por si esta tenía algún problema en algún momento, y si bien la princesa al principio se negó solo fue necesario que Sovieshu interviniera diciendo que lo mejor sería que se turnasen.

El Emperador sabía que ninguno de los Whitemore se fiarian de cualquier persona, así que era entendible que entre padre e hija se debatieran sobre quién cuidaría de la castaña, aunque el Conde tenía la ventaja por ser el padre de la menor.

Cuando fueron las diez de la noche Amira se fue a descansar a su habitación siendo seguida por Sovieshu, el cual se excusó diciendo que quería asegurarse de que esta en verdad descansara.

Cuando la rubia se aseguró de que él entrara atrás de ella cerró la puerta con seguro para después abrazar con fuerza al Emperador.

- Gracias por todo lo que estas haciendo, no solo me cuidas a mi y a mi padre, ahora también a mí prima - dijo con su rostro en el pecho del hombre.

Sovieshu la aferró a él para después apoyar su cabeza en la de ella y poder aspirar el dulce aroma que esta emanaba.

- Amira, eres mi mujer, eres la mujer que amo y adoro, tu familia ahora es mi familia, cuidar de ellos es como cuidar de los míos, porque para ti son importantes, y tú eres importante para mí - le dijo mientras hacia que ella lo viera a los ojos - Te amo, y haría todo por ti - confesó.

La rubia sonrió encantada por lo que él le había dicho, por ello llevó sus manos a la parte trasera de la cabeza del mayor para después atraerlo a ella.

Este se dejó dominar por la chica, por lo cual con gusto acercó su rostro para después besarla transmitiendo todo el cariño que un beso podría dar.

- Te compensaré todo lo que has hecho por mi, de alguna manera lo haré - prometió la joven después de separarse.

El pelinegro negó, la amaba, esa era la razón por la que hacia todo eso, ese amor que ellos compartían era su principal razón para hacer todo por ella, y aún si no la amara también la ayudaría en todo, porque desde un inicio la consideró una amiga, pero ahora, él la veía como su mujer, y por ella haría todo.

- La única recompensa que quiero es tenerte para poder abrazarte, acariciarte, besarte, y amarte - le dijo mientras acarciaba las majillas de su amada.

Esta se sonrojó ligeramente y sonrió nerviosa, no sabía que decir ante lo dicho por su amante.

Sovieshu sonrió enternecido, le gustaba ser el que pusiera así a la joven princesa, le encantaba ser el hombre por el que el corazón de ella latiera, y en verdad anhelaba ser el único al que amara.

Con lentitud acercó nuevamente su rostro al de ella, cuando sus respiración se mezclaron ambos anhelaron volver a unir sus labios.

Acarició los labios de la chica con los suyos propios, y cuando estos al fin se unieron se deleitó con el sabor y el sentir que le provocaba.

Agarró la cintura de la menor para después pegarla más a él, ante eso Amira soltó un jadeo, cosa que aprovechó Sovieshu para profundizar más el beso.

Lost princess » [Sovieshu]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz