𝐸𝑡𝑒́𝑟𝑒𝑜||❝─Significa sutil, intangible y de alguna manera... perfecto.❞
─Todo el mundo conocía la trágica y oscura historia de los Ryūnosuke, pero nadie parece conocer la de la última sobreviviente de ellos, Ryūnosuke Nyoko, aspirante a héroe...
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Le ardían los pulmones y las piernas le pesaban como el plomo, pero siguió corriendo y mantuvo su posición en el carril. Se estremeció al tomar aire, jadeando, y apretó los puños con fuerza contra su pecho. Estaba cerca, lo sabía sin tener que mirar en la dirección que corría. Podría hasta chocarse con un muro y saber que había llegado. El final del camino estaba ahí, junto con su estómago revuelto y sus ganas de encerrarse en su habitación y dormir para siempre.
A este paso, Nyoko estaba segura de que iba a morir de la forma más estúpida.
El corazón se le iba a salir por la boca. Los oídos le zumbaban y en su vista había pequeñas manchas negruzcas que opacaban su visión, obligándola a tambalearse con sus propios pies. Hubo un momento en que la gravedad le ganó y no pudo sentirse más animada de besar el lustre suelo de gimnasio cuando llegó a la meta. Justo a tiempo. Casi se pone a llorar de la felicidad cuando una pequeña corriente de aire helado acarició su rostro, refrescando todo su cuerpo sudoroso.
—Estoy impresionado, sombritas. ¿Ya no puedes seguir tú plan porque te cansaste de correr?
—¡¿E-Está loco?! —Nyoko giró su cabeza a un costado, mirando con ojos desorbitados la pantalla rota de su teléfono en las graderías del gimnasio. Este estaba apoyado en una botella de agua fría junto con su calzado escolar, una pequeña mochila azul donde guardaba su uniforme de secundaria, y un pequeño bafle Bluetooth que amplificaba la voz del mayor y dejaba atrás su playlist del día de Spotify. Ni con la distorsionada imagen de la videollamada, Endogawa Osamu dejaba de lucir tan burlón y tosco como lo era comúnmente en persona—. El nuevo entrenamiento es el doble de complicado que he seguido hasta el momento. ¡Estuve corriendo durante dos horas sin descanso en círculos; y luego empecé a saltar y a encogerme en un ejercicio como si estuviera en una maldita competencia! ¿No se supone que tengo que dejar que mi cuerpo se acondicione al cambio de rutina o me haré daño?
