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SIETE: Danielle

-Arden-

Todo estaba oscuro, como si de pronto toda la luz del mundo hubiera desaparecido. No sabía dónde estaba, solo sabía que tenía miedo de abrir los ojos, miedo de abrirlos y encontrarme con sus ojos llenos de sangre y lágrimas. Me armé de valor y los abrí, estaba sentada de rodillas sobre una vieja carretera a las afueras del pueblo. Mis manos estaban llenas de sangre seca, al igual que el resto de mi ropa. Iba vestida completamente de blanco, salvo por mis botas azules.

—A-arden, vete—tartamudeó una voz a mis espaldas.

Con algo de pánico me giré en su dirección.

Era una mujer, estaba acostada en el suelo. Me miraba. Tenía una expresión adolorida, como si no pudiera aguantar más respirando, pero lo estaba haciendo, por mí. Tenía una gran mancha en la parte baja de su estómago, no paraba de sangrar. También tenía una pequeña brecha en la parte superior de su cabeza. Sus piernas estaban flexionadas sobre el suelo, solo podía estirar su brazo en mi dirección.

—¿Danielle? —pregunté con un hilo de voz.

¿Yo le había hecho esto?

—Cariño, vete. Voy a estar b-bien—volvió a decir.

Pero yo sabía que mentía. Ella no iba a estar bien, ella iba a morir.

—Todavía tengo tiempo para salvarte, te voy a llevar a un hospital—le dije levantándome del suelo y acercándome a ella.

Al coger su mano la noté fría como la nieve.

—Vete—repitió una vez más en un susurro.

—No puedo—temblé—eres la única que nos quiere a papá y a mí, te voy a sacar de aquí.

La vi negar con la cabeza. La observé hacer una mueca de dolor al intentar moverse.

—Cariño, os amo, de verdad lo hago. Y siempre estaré ahí cuidando de vosotros, pero tienes que dejarme ir antes de que sea tarde y ella vuelva.

—¿E-ella?—pregunté tartamudeando—¿Quién es ella?

—Mira, vete y escóndete en el bosque lo antes posible.

Negué con la cabeza y le apreté la mano con fuerza.

No podía dejarla sola, no podía, no quería.

—¿Qué puedo hacer, Danielle? —pregunté con desesperación.

—Irte.

Volví a negar.

—Es lo mejor. Ambas sabemos cuál es mi final. Pero tú puedes salvarte si te vas antes de que ella vuelva. Solo te voy a pedir que me recuerdes, cariño. Recuerda este momento.

Alterné la vista entre sus dos ojos grises y asentí con la cabeza soltando un par de lágrimas de dolor.

—Te quiero mucho—murmuré—eres la madre que siempre deseé tener.

—Te amo, Arden—dijo intentando sonreír. Giró la cabeza hacia la derecha y su expresión cambió al completo—Sé fuerte, no dejes que te hundan solo por ser como eres. La familia no se define por la sangre, recuérdalo.

Miré en la dirección en la que ella miraba. Una figura se acercaba a nosotras, pero estaba distorsionada, solo podía observar el cuerpo de una mujer con lo que parecía un arma en sus manos, le apuntó a la cabeza a Danielle, y antes de que pudiera hacer algo, tenía una bala entre ceja y ceja.

Divina Obsesión ©Where stories live. Discover now