"Castigo"

2.4K 110 7
                                    

– ¡AHHHH! – un grito alto se escuchó en la habitación, este fue acompañado con el sonido sordo de un golpe.

– Te gusta que te traten como una zorra necesitada, Eiji. – dijo el hombre que estaba parado detrás del chico atado. Reforzaba su agarre sobre un látigo con tiras de cuero. – No respondes... Awww. – volvió a golpear el bonito trasero rojo que poseía unas bragas negras.

–¡Ahhhh! – gimió al sentir su piel arder. La postura causaba que su cuerpo doliera. Estaba en cuatro con las manos amarradas a su espalda, el dolor lo hacía levantarse ligeramente y después caía de nuevo en su pecho. La alfombra le hacía cosquillas en las rodillas.

El látigo volvió a causar ese sonido característico de cuero y piel. Incluso las manos de quién lo sostenía estaban rojas.

Otro.

Y otro.

Y otro.

– Aghhhh! Amarillo. – jadeo el pelinegro con dolor.

Inmediatamente el rubio entendió, así que soltó aquel látigo y se hinco detrás para acariciar las caderas.

– Luces tan erótico~ Me encanta. – dijo con voz gruesa por la excitación.

– Suéltame... Fue suficiente. Ya entendí. – sollozo con voz anhelante.

– ¿Qué aprendiste, querido? – tomo los cabellos negros entre sus dedos y jalo. Haciendo que el japonés sólo quedará apoyado en sus rodillas. – ¿Ah? – los músculos de su torso, vientre marcado y piernas se hicieron notar por el esfuerzo. Precioso.

– No volveré a acercarme a otro hombre sin tu permiso. – lloriqueo. – Me duele... Por favor. – pidió.

– A mí también me dolió verte abrazando a ese bastardo. Estamos a mano, no? – enmarcó la mandíbula con la otra mano y apretó. – ¿No es así, cariño? – insistió. El chico asintió con expresión afligida.

– Entendí, amo. – respondió temeroso. Una de sus mejillas pego contra el piso cuando el rubio lo soltó.

– Igualmente, quiero que te quede claro. – golpeó uno de los glúteos que ardían en rojo. – Esto es un castigo. No es para que lo pases bien. – dijo desinteresado.

Tomo la única prenda que tenía puesto aquel joven, acarició la tela y la bajo, haciendo que quedase está en las rodillas.

– ¡AGHHH! Tan prostituta como siempre, estás duro. – reclamó enojado y volvió a golpear el glúteo. El pelinegro sólo se estremeció, la zona ardía horrores.

– No me hables así... – lloriqueo.

– ¿Cómo le hablo a una puta que acaba de abrazar a un tipejo sin mi permiso y ahora está excitado por su castigo? ¿Cómo? – su voz ardía en rabia. – Te voy a coger sin preparación, si tan ansioso estás, tendrás lo que quieres. Pero antes... – se paro hacía una caja y tomo una vara. La limpio con una toallita húmeda desinfectante y golpeó las piernas. Aquellos glúteos ya estaban muy rojos, ahora sus muslos serían castigados.

– ¡MMMM! – apretó sus puños, eso había dolido mucho. No podía hacer nada. Estaba amarrado con el culo a disposición de su amo. Sintió más golpes sumarse al primero, sus muslos temblaban, hasta que algo ardió demasiado. – Rojo. – jadeo.

– Ei... – iba a parar y desatarlo rápido, pero vió la sonrisa y como ese bello trasero se balanceaba frente a el. – Te voy a coger como nunca, rogarás jamás volver a cometer un error conmigo. – exclamó duramente sacando su ya goteante erección.

El pene rojo se restregó contra esas nalgas rojas y calientes. Sintió un líquido embarrarse contra sus músculos, le excito mucho ver la sustancia roja. Las piernas tenían unas heridas que sangraban ligeramente, pero no quería detenerse y no lo iba a hacer.

Metió de golpe su erección, apretaba tan delicioso. Escucho los gemidos y gritos de su compañero. Tomo las caderas y comenzó a embestir. Estaba tan caliente, tan excitado por la vista. El delgado y masculino cuerpo de aquel asiático era tan suave, le regalaba la imagen más erótica y necesitada. Sólo pensaba en querer que su pene tuviera más fricción contra el interior caliente y apretado.

– Ahhhh~ Tan apretado. – gimió alto embriagandose con el sonido de sus cuerpos chocar junto con el olor a sexo.

Los gemidos del pelinegro eran altos, el pene le hizo daño en un principio, ardió. No tenía lubricación extra, pero rápidamente el miembro llegaba muy al fondo de su interior haciéndolo gemir. Sentía como una mano acariciaba su cadera desnuda y la otra sostenía sus manos amarradas. No supo cuánto estuvo así, hasta que en una de aquellas rápidas estocadas la carne caliente que lo profanaba pegó en un punto dentro de el.
Oh no, estaba a punto de correrse.

– Ahhh~ Ahhh~ Amo~~ Mmmm! – gimió aún más alto. Su espalda dolía por la posición, sus heridas ardían, pero el placer le hacía tantas cosquillas.

– ¿Te gusta? ¿Así? – golpeaba insistente en aquel ángulo que hacía delirar al otro. También sentía que podía venirse en ese momento, pero se estaba conteniendo, su estómago estaba tan apretado que dolía.

Unas estocadas más y ambos se corrieron. El rubio un poco en el interior, pero saco su miembro. Dejando escurrir el semen por la espalda baja y jadeando por la intensidad. Se dejó caer sentado hacia atrás.

En cambio el pelinegro jadeaba pesado, se había corrido sin necesidad de tocarse, era gloriosa esa sensación. Movió sus manos y hablo.

– Amor. – llamo la atención y sintió liberarse. – Eso fue realmente bueno. – rió satisfecho.

– Realmente fue genial... Disculpa si te dañe demasiado, hoy llegaste al rojo. – acarició el rostro llevándolo a la cama. – Te ayudo con las heridas? – preguntó.

– Tranquilo, cariño. Habíamos hablado de esto, sabes que me gusta el dolor. – sonrió. – No pasa nada, sólo son unas heridas. Además... – paso sus dedos por la mandíbula. – Me recordarán este excelente juego. – dijo gustoso. – Nadie me hace disfrutar como tú. –

– Solamente tu puedes hacerme disfrutar tanto. ¿Te has visto? Eres realmente precioso. – halago el rubio besando los labios de su pareja. El beso esa profundo e intenso.

– Te amo tanto, Aslan. Gracias por esto. – sonrió feliz.

– Y yo a ti, Mi Eiji. Te amo, te amo. – beso la frente. – Vamos, volteate. No quiero que esas heridas se infecten. – palmeo la cama y se levantó al baño por el botiquín. Cerro la caja a su paso, esa caja de cuero dónde guardaban todos sus juguetes.

...

Holis!! Volví!

En este tipo de juegos debe haber palabras de seguridad, también se puede usar el semáforo como en este caso.

Verde para seguir.
Amarillo como precaución que ya estamos llegando al límite y se tenga cuidado.
Y rojo para inmediatamente parar.

En este caso se detuvo lo que hacía daño y siguieron la actividad, pero detrás de todo esto hay acuerdos.

Quizá después haga capitulos de ejemplo de como se ocurren estas pláticas, pero serán en la historia aparte de DDLB.

Todos estos juegos deben hablarse claramente y llevarse con alguien de suprema confianza, no pasan y ya. Hay una planeación detrás.

Bueno, espero les haya gustado. Hoy fue algo ligero y por encima, pero igual haré capitulos mas largos y con otro tipo de juegos.

Byeee!✨

𝐀𝐬𝐡𝐄𝐢𝐣𝐢 - N̶o̶t̶ ~𝙹𝚄𝚂𝚃 𝚂𝙴𝚇~Where stories live. Discover now