couple

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Esa noche era como cualquier otra, se acostaban temprano como de costumbre, pues cuando el salía apenas de su reluciente ducha nocturna, el rubio yacía en la cama con un libro entre sus manos y sus lentes que resbalaban cada par de minutos, era una paz verlo tan el, tan Aslan.

Con sus camisas tres tallas más grandes, cabellos ligeramente húmedos, pues el siempre se bañaba primero, calentito bajo las sábanas mientras disfrutaba de su lectura. Esta vez podía ser un clásico de más de 500 páginas o simplemente una novela homosexual vieja que te hacía llorar, porque claro, los gays no merecen un final feliz.

Al menos los gays de esas épocas, porque ellos no repetiría ese final trillado que te dejaba deprimido durante semanas, ellos eran parte de esa historia cursi donde terminan hasta viejos juntos, pues no puede imaginarse otro final que no sea, el de 90 años disfrutando de un humeante platillo de natto a pocas horas del amanecer, mientras un rubio lleno de arrugas se sigue quejando del olor de su platillo favorito mientras lee con una manta en el regazo. Esa es su meta amorosa, puede ser cursi o aburrida, pero a el le encanta.

Sonrió ante la sonrisa del más joven, no sabía si se dió cuenta de su mirada o simplemente leyó algo que la causó. Más no tardó mucho en que esto se aclarara.

— ¿Qué pasa? — preguntó el rubio quitando sus lentes y poniendo su libro en su regazo.

— Nada... sólo admiraba lo bonito que luces, anciano. — respondió desviando la vista.

—¿Anciano? Mira quien lo dice. — siguió la broma, como siempre, pero estaba vez con una expresión ofendida y claramente fingida.

— Puedo ser el mayor, pero siempre todos quienes nos conocen piensan que soy el menor, además usas lentes y lees en la cama, eres un anciano. — insistió metiéndose entre sábanas.

— Tú también usas lentes. — reclamó virando aquellos ojos verdes brillante que tanto amaba.

— Shhh... silencio, mi amor. — no pudo evitar acercarse a su lado y abrazarlo, era una necesidad noche con noche.

— ¿Este anciano es tu amor? — bromeó aceptandolo entre sus brazos, no le importo el contacto tan íntimo, había superado eso hace un par de años o quizá solamente lo disfrutaba con el, le gustaba pensar que ambas.

— Claro que sí, yo amo a mi anciano. — se acercó lenta e íntimamente al rostro de su esposo, sólo para besar la mejilla y acariciar su cuello, admirando un par de lunares que este tenía cerca del nacimiento del cabello rubio que también beso castamente.

— Y yo a ti, Ei-chan. — no sabía qué había hecho para que esa dulzura de hombre le correspondiera, para que Aslan Callenreese le amara con la misma fuerza.

Después de aquello se alejo para peinar sus cabellos negros, aún mojados; mientras el ojiverde volvió a su lectura como si nada, esos momentos eran normales para ellos y adoraba que así fuera.

De igual forma se acercó y acomodó sólo para recostarse en el regazo del más joven, quien sólo le sonrió y volvió a la lectura, no era raro para el que hiciera aquello. Secretamente disfrutaba de arrullarse con la cabeza en las piernas de su compañero, lo hacía muy seguido y ya estaban acostumbrados a ello. Usualmente esto terminaba después de un rato, cuando el rubio dejaba su libro en la mesita de noche y apagaba su respectiva lampara, para ambos acomodarse y dormir.

Más esta ocasión no iba a terminar así, o al menos lo presentió al sentir ese tirón en su entrepierna. Se preguntaba si el americano también quería aquello y para probarlo se atrevió a besar el interior de uno de sus muslos, observó atentamente la reacción y nada, parecía que este ni cuenta se había dado.
Siguió con los besos lentos, sólo disfrutando la tersa y blanca piel bajo sus labios, poco a poco haciendo los besos más mojados. Hasta que escucho un jadeo y sonrió ante esto sin parar el camino de estos, sabía a donde se dirigía y si el rubio se lo permitía, cumpliría su cometido.

𝐀𝐬𝐡𝐄𝐢𝐣𝐢 - N̶o̶t̶ ~𝙹𝚄𝚂𝚃 𝚂𝙴𝚇~Where stories live. Discover now