Capítulo final

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Después de esa cena, me hice más cercana a Jordan y Aracnes, de hecho, aprendí varias cosas de ellos.

Y no solo maneras de combate.

Aprendí a perdonar.

Perdoné a Aracnes, porque comprendí que guardarle rencor toda la vida no serviría de nada, además, me di cuenta de que ella era quien más sufría la muerte de James, y se arrepentía sinceramente de haberlo matado.

Perdoné a Jordan, porque entendí que lo suyo no había sido una traición, si no un acto de amor.

Perdoné a Scott, porque comprendí que el guardarnos lo que sabía sobre la secta había sido su manera de protegernos.

Perdoné a Will, porque el había sido una víctima más en todo esto, había sido manipulado y engañado, había sufrido y había llorado, Will no era el culpable de la muerte de Klaus, así que pude perdonarlo.

Y aunque me costó muchísimo, gracias a Kyler, Alex, Mike y Noah que siempre estuvieron junto a mi, me perdoné a mi misma, me perdoné porque entendí que la muerte de Klaus no había sido mi culpa, no superé su muerte, no se confundan, solo la acepté, acepté el hecho de ya no verlo día con día, acepté el hecho de ya no sentir su calor, acepté el hecho de que ya no volvería a escuchar su voz, su risa, su sarcasmo, lo acepté y finalmente pude vivir con ello, finalmente pude pensar en Klaus sin romper en llanto.

Sabía que nada sería lo mismo, pero me quedaban los recuerdos.

Los recuerdos de aquellos seis chicos que lo cambiaron todo.

Will, el chico comprensivo que se la vivía en la cocina y traía un poco de normalidad a la casa.

Scott, el chico que le tenía miedo a los germenes, y que odiaba el contacto físico. 

Jordan, el egocéntrico mujeriego que tenía un gran corazón.

Kalex, el chico carismático que me llamaba manzanita y siempre me hacía reír.

Kyler, el chico sensual y jodidamente inteligente que tomó la responsabilidad de liderar a sus hermanos.

Y Klaus, el chico que se enamoró de mi, el chico frío con los demás pero tierno conmigo, el chico misterioso que me robó el corazón, y se llevó una parte consigo con su muerte.

Esos recuerdos jamás se irían.

—¡Ma-má! —la dulce voz de mi pequeña llegó a mis oídos, sacandome de mis pensamientos.

—¿Qué sucede? —le pregunté.

Y quiero aclarar que sus respuestas son palabras incompletas y algunas frases no las dice en orden, pero para que puedan comprenderlas, les diré lo que para mí quiere dar a entender con ellas.

—Ya estoy lista para la boda —dijo entré balbuceos de niña pequeña.

La boda, casi lo había olvidado.

Kyler entró a la habitación en ese momento.

—Oh, aquí estás —dijo con alivio, mirando a Lana.

—¿Qué fue lo que pasó? —le pregunté a Kyler, cruzando me de brazos.

Éste no me contestó hasta tener a Lana cargando en sus brazos.

—Cuando quise peinarla, Lana me tiró el cepillo a la cara, y huyó.

La mencionada hizo un puchero.

—Eso no es cierto —dijo, con total seguridad.

Pero antes de poderle contestar, Alex entró a la habitación.

La Chica Newell Donde viven las historias. Descúbrelo ahora