Capítulo 18; Lazos rotos

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Dejé el departamento de mamá y me olvidé de Kioto por unos instantes para pensar en Tokio. Tomé el tren y subí al vagón cabreada. Cuando busqué un asiento vacío me encontré con el mismo hombre de terno que había besado a mamá en la oficina. Hizo a un lado el maletín en el asiento contiguo para que me sentara al no haber muchos lugares disponibles y accedí a sentarme a su lado —¿Eres la hija de Katsumi?

—...Sí. ¿Quién eres tú?

—Su esposo —lo miré sorprendida y exclamé —¿Se casaron?, ¿hace cuánto?

—Hace ya 6 años. Creo que a Katsumi le preocupa que no me agrade que tuvo ya una familia antes de mi. Aunque me da igual. Por cierto, soy Tadashi Ito —dijo extendiendo su mano. Sentí un escalofrió al corresponder el saludo. 

—Soy Himari. Himari Saito. 

—Un gusto, Himari. Es una lastima que nos hallamos conocido así. 

—Ya lo creo. ¿No vives con mi madre? 

—De hecho sí. Pero supongo que te invitó al departamento porque yo tenía un viaje de trabajo y debía quedarme en Tokio, tuve que volver por unos papeles y quise sorprender a Katsumi, pero parece que se ha molestado un poco. 

—Ya veo.

—Espero que no sea esa la razón por la que te fuiste. No debes ver mucho a tu mamá, aún estás a tiempo de volver antes de que el tren parta. 

—Es bastante considerado, pero me dieron ganas de volver a Tokio con mi papá... Disculpe, pero, ¿cuándo volverá a Kioto?

—En unos dos días. ¿Por qué?

—¿Podría contarle a mi madre que nos encontramos en el tren?

—Mmh. Creo que si se entera se molestará.

—No, no lo hará. Podría, además decirle que espero que le vaya bien, y que no me molesta que se haya casado. Creo que pensó eso, no quiero que tenga esa impresión. 

Ito-san sonrió —No te preocupes. Se lo diré cuando llegue —no hablamos mucho más hasta que llegamos a Tokio y nos despedimos en la estación. Por el momento no planeaba regresar a Kioto, y el mensaje que le había dejado a mamá con Tadashi, era para que se diera cuenta que ya sabía su mentira. Estaba desilusionada y tenía muchas ganas de llorar. Finalmente no pude aguantar mucho reteniendo las lágrimas cuando llegué a casa y escuché a papá jugando con Inosuke en el patio. Papá me había escuchado llegar y se acercó asustado cubriéndome con sus brazos —¡Himari! ¿Qué ha pasado? ¿Qué pasó, por qué estás llorando?

No sabía que contestarle. Porque una parte de mí aún creía que exageraba el desinterés de mamá. De todas formas, papá siguió abrazándome y sentía que comenzaba a comprender sin siquiera decirle nada. Después de unos minutos tomó mi rostro entre sus manos limpiando las lagrimas que seguían saliendo —Tranquila, ya estás en casa. Inosuke y yo ya te comenzábamos a echar de menos. 

El fin de semana pasó silencioso, mamá estaba muy molesta y me mandó varios mensajes diciendo que no merecía el desprecio que le había echo en su lugar de trabajo. Sin embargo, el lunes, borró todo los mensajes y supuse que Ito-san le había entregado el mensaje. Pese a todo, había logrado estudiar mucho para distraerme de aquello. 

En la parada del autobús estaba esperando a Bakugou en silencio con la mirada fija en mis zapatos. No esperé mucho hasta que llegara, se paró a mi lado en silencio y entramos juntos en el bus que acababa de llegar. Los asientos iban llenos, así que tuvimos que ir de pie sosteniéndonos de las manillas del bus. Al llegar a U.A. Shiro se acercó apresurado —No debiste venir. 

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