Capítulo 21: Fuego y hielo

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El día lunes había llegado, y todos fuimos puntuales a llegar antes de la 8:30 de la mañana a la U.A, con nosotros también estaba la clase B con el Profesor Vlad. Sin embargo, Aizawa sensei aún no aparecía.

Los buses llegaron tiempo después junto con Aizawa sensei que venía sujetando entre su brazo izquierdo sus saco de dormir.

Pudimos subirnos a los buses y me senté al lado de Bakugou con una enorme sonrisa, por su parte, él apoyo con brusquedad su cabeza en la ventana.

Debido a las pruebas todos habíamos estado silenciosos y preocupados, así que el viaje al campamento nos revitalizó, por lo que todos estaban muy bulliciosos. Yo hubiese estado muy ruidosa también pero por las ansias del campamento, apenas pude dormir. A medida que íbamos en marcha, el sueño hacía cerrar mis párpados hasta quedarme dormida.

No desperté hasta que Aizawa anunció que habíamos llegado y nos hizo bajarnos de los buses. Dijo otras cosas más, pero sinceramente, yo estaba recién despertando y no entendí absolutamente nada de lo que hizo. Miré a Todoroki-san a mi lado y le pregunté —¿Qué fue lo que dijo? —cuando Aizawa sensei se subía al bus y comenzaba a irse sin nosotros.

—Debemos llegar al campamento antes de la hora de la cena. Por ese bosque —señaló con su dedo índice.

Qué podría tener de malo un bosque, dirán. Pero si no tuviese algo malo, entonces no nos enviarían ahí. Golpeé mis mejillas con las palmas de mis manos para despabilar y comenzar a correr por entremedio de los árboles. El grito de Mineta nos hizo percatarnos de los que serían nuestros mayores problemas.

El bosque parecía tener vida propia, y esquivar sus ataques era agotador. Al menos había logrado tomar una siesta antes de esta masacre. Junté mis cristales en mis puños para golpear a las lodosas ramas que venían hacia mí, rápidamente tuve que golpearlas con los pies para brincar a otro lugar y así poder avanzar.

Todos tuvieron problemas en llegar, pero afortunadamente, pudimos llegar antes de la cena. Debo admitir que los Pussycats eran bastante amigables, aunque algo performáticos.

Nuestra primera impresión a la llegada del campamento preveía una estadía dura y agotadora, pero también muy fructífera. Aizawa se había percatado que el fuego no era muy buen aliado de mis cristales, y que el hielo por su parte, era su gran aliado para convertir los cristales en polvo.

—Tus cristales se rompen cuando reciben cambios repentinos de temperatura o, una temperatura muy alta. Puesto así, Todoroki es tu mayor enemigo —dijo Aizawa haciéndole una señal al susodicho para que se acercara —. Asegúrense de entrenar juntos, le servirá a Himari a encontrar una solución para sus cristales y a Todoroki le ayudará a cambiar de hielo a fuego con mayor rapidez y costumbre.

El entrenamiento no fue fácil. Shoto estaba cansadísimo, a esta altura ni siquiera podía sentir sus brazos, mientras que yo, por no poder depender de mis cristales tenía varias quemaduras. Tan solo llevábamos entrenando una hora y nuestro estado era lamentable.

—Sabía que sería difícil, pero no tanto —le dije a Todoroki mientras me levantaba del suelo.

—Apenas puedo sentir mis brazos. ¿Tu estás bien Himari-san?

—Algo tostada pero nada de qué preocuparse. ¿Has descubierto algo?

—Sí, entrenaré por separado para acostumbrar mi cuerpo a temperaturas más extremas. ¿Qué hay de ti?

—Ah, ya se me ocurrirá algo, no te preocupes. Por el momento voy a entrenar músculo, supongo que servirá de algo —dije dudosa.

—Volvamos a entrenar en la tarde, Himari-san.

—De acuerdo. Si estoy aún con vida seguro lo haré —dije con una sonrisa agotada.

Antes de comenzar a entrenar con Todoroki-san pude ver la cara de Bakugou totalmente descompuesta. Ya le gustaría que Todoroki usara sus llamas con él. Me di vuelva para encontrarlo y le sonreí con maldad. Sus explosiones fueron aún más rápidas y fuertes. Comenzaba a tener la teoría de que el poder de batalla de Bakugou tenía una estrecha relación con su mal humor, por eso era tan fuerte.

Antes de seguir con lo mío tomé un refresco y desinfecté mis pequeñas heridas. Estaba bastante abrumada con mis cristales, no encontraba manera para hacerlos más resistentes. Incluso mi pequeña imitación de diamantes había sido rápidamente destruida. Era de esperarse puesto que los cristales no tenían elasticidad y las temperaturas extremas modifican su tamaño. Tsk.

En un campamento como este no se debería matar el tiempo, pero era exactamente lo que estaba haciendo entrenando mi cuerpo al no encontrar ninguna solución. Aizawa sensei se acercó hasta mí con los brazos en su bolsillos —¿Aún no tienes nada para los cristales?

—No —dije deteniendo las sentadillas.

—Mmh —Aizawa se llevó una mano a su mentón mientras meditaba —. Probablemente no haya una solución para hacerlos más resistentes a las temperaturas, son elementos molecularmente diferentes e incompatibles. Así que no malgastes tu tiempo en intentar hacerlos más fuertes.

—¿Qué debería hacer, sensei? —pregunté decepcionada. 

—Debes hacer funcionar esas neuronas. Deja eso que estás haciendo y busca a otro compañero para entrenar.

—Está bien. Gracias, Aizawa sensei.

Miré a mi alrededor, todos parecían ocupados. Inclusive la clase B. Aizawa sensei se había ido a supervisar a mis compañeros, pero volteó una última vez para apresurarme a hacer algo.

Mordí mi labio mientras acomodaba mi coleta mientras caminaba hacia Bakugou. Que por su parte estaba todo sudado y agitado.

—¿Descansas? —Bakugou me miró de reojo con su labio fruncido y sus ojos aburridos —No —musitó antes de caminar a un lugar más apartado para poder entrenar sin molestar a nadie. Me puse delante de él, caminando de espaldas y sonriéndole para que aceptara entrenar conmigo —Entrenemos, ¿sí?

—Entreno solo.

—¡No seas amargado! si sigues negándote por capricho te daré un abrazo en frente de todos —Sonreí cuando sentí sus explosiones frente a mí, había alcanzado a saltar hacia atrás para esquivarlas, y cubrir mis antebrazos y puños con mis cristales para proteger mi rostro.

Bakugou se acercó con brusquedad hasta mí, decidido a hacer explotar mi rostro con su mano, mientras que la otra la usaba como propulsor para llegar hasta mí. Esquivé su ataque por pequeños centímetros al voltearme hacia un lado y golpear su clavícula con mi codo recubierto en cristal. Pese a mí movimiento rápido, y el hecho de haber mandado a volar a Bakugou, no alcancé a esquivar del todo su siguiente explosión.

Al finalizar el día, estaba bastante tostada, entre las quemaduras de Bakugou, y Todoroki. Una lagrimita dramática resbaló por mejilla cuando Aizawa sensei cubría mis antebrazos y puños con pañuelos húmedos —Tómate un descanso para mañana, pero recuerda pensar en algo. Si te sientes abrumada, acércate a mi y pensaremos en algo juntos. Ahora ve a descansar y no te cubras con la ropa de cama, debes asegúrate que tu temperatura corporal sea baja para que las lesiones menores no empeoren. ¿De acuerdo, Himari?

—Sí. Muchas gracias, Aizawa sensei.

Después de cenar algo rápido me fui a descansar. Hacía frío en este campamento y estaba tentada a cubrirme con las mantas. Ya quería irme a casa. ¡Maldito fuego! ¡¿A quién se le ocurrió descubrirlo?! Tsk. 

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