Capítulo Diez; fin de semana

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Era sábado por la tarde y Shiro dijo que tenía mucho que estudiar, pero la verdad es que se iba a encontrar con Jirou, tal vez era su primera cita, Shiro estaba más nervioso de lo usual.

Por mi parte decidí estudiar rpara dejar la tarde libre, habíamos quedado con Bakugou que pasaríamos juntos el fin de semana pero no quería ser la primera el mandarle un mensaje, ya había sido la primera en todo muchas veces, si de verdad quería su consejo tendría que ganárselo.

Había fruncido el ceño mientras le sacaba punta a todos los lápices de mí estuche cuando suenó el timbre de mi casa, me di vuelta en 180 grados para mirar hacia la puerta, cayéndome en el proceso. Me levanté para abrirle a quien fuera que sea, pero rogando porque fuera Bakugou.

—Hola, buenas tardes. Vengo a dejar un paquete para Yoshio Saito, ¿Vive aquí?

—Sí. —Le respondí sin ganas.

—¿puedes firmar aquí? Es para confirmar que le llegó la entrega.

—Claro. —Firmé de mala gana inventando una firma también, aun no terminaba de crear una. El repartidor se fue y cerré la puerta topando con algo. La intenté cerrar más fuerte pero algo gritó. Abrí rápidamente y vi a Bakugou apretarse la mano. —¡Maldita bruja!

—¡Oh, lo siento, no te vi! Pasa, pasa. —Generalmente solía hacerle bromas a Bakugou pero esta vez había sido sin querer, y además jamás haría algo contra sus manos, no podría usar su Quirk así. —Esperame aquí traeré hielo, siéntate.

Fui a la cocina a buscar hielo pero no había nada, sólo verduras congeladas en su envase. Se las lleve a Bakugou y las puse en su mano mientras me disculpaba, ni siquiera quería ver su rostro de lo enojado que estaba.

—Oye, bruja, —Apreté los ojos y abrí uno para mirarlo, ¡¿se estaba riendo?! —No te das cuenta que estaba fingiendo.

Sentí mis mejillas acalorarse y le arrebaté el envase de verduras. —¡Eres un idiota! —Fui a la cocina a dejarlo y Bakugou me siguió riéndose. —No pensé que me tuvieras tanto miedo, ¿eh?

—¡¿Quién te tiene miedo a ti?!

—Tú.

—¡No es así! Sólo me preocupé. —Terminé en un susurro.

—¡¿Ah?! Disculpa, no te oí bien, ¿lo podrías repetir, bruja?

—¡Ahg! Ahora si quiero apretarte la mano. —Lo miré enojada, es por estás cosas que no lo soportaba, lograba sacarme de quicio con sólo unas palabras.

Bakugou se acercó y golpeó suavemente mi frente con su mano. —Ya, no te enojes, bruja.

—Deja de decirme bruja. —Aparté su mano y lo miré aún con el ceño fruncido, esperaba una disculpa.

—Lo siento es que estás horrenda, ve a cambiarte.

Es todo, ya me harté. Cerré los ojos para contar hasta a diez y luego lo agarré de la oreja. —Creo que no escuché bien, ¿qué dijiste?

—Que te quites esa ropa. —Dijo Bakugou cerca de mí oreja, lo empujé completamente sonrojada. —¡¿Qué dijiste?! Quién iba a decir que eras un completo degenerado.

—¡Me refiero a que te quites esa maldita ropa por otra! Vamos a salir con la bola de pelo. —Bakugou también se había sonrojado, y entendí que le había había mal interpretado, pero qué manera era esa de pedirle salir a alguien.

—¡Pues habla bien! Y ya vuelvo. —Subí las escaleras riendo avergonzada, maldito Bakugou.

Me coloqué unos pantalones cortos con un crop top, hacía mucho calor para andar con mucha ropa. Bajé las escaleras con mis zapatillas en las manos. —¡Ya estoy!

Bakugou desvío la mirada cuando llegué a su lado y dijo. —Voy por la bola de pelos.

Salimos de la casa para ir a un mercado de solticio de verano, el día más largo era hoy, y se celebraba con un mercado muy variado, gente con puestos de comida, otras con puesto de venta, y también puesto de adopción de perro y gatos, por su puesto también vendían accesorios para ellos, incluso Bakugou le compró un collar rojo y con púas a Inosuke, dijo que así se veía mejor. La relación de ellos había mejorado bastante estos días, incluso era Bakugou que lo llevaba de la correa.

Compré dos algodones de azúcar y le tendí uno a Bakugou con una sonrisa. —Toma.

—Gracias. —masqué el algodón para que Bakugou no me escuchará reír, pues era muy tierno cuando decía gracias, siempre lo susurraba.

Después de pasear por el mercado nos sentamos en un banco a seguir conversando, y derrepente Bakugou indicó un lugar con su barbilla. —¿No es ese tu amigo con la chica orejas?

—¡Oh! ¡Si era su primera cita! El baboso me dijo que iba a estudiar todo el día. —Reí.

Noté la sutil sonrisa de Bakugou y lo miré cómplice. Era obvio, los íbamos a ir a molestar.

—¡Shiro! ¡Ey, Shiro! —Le grité moviendo los brazos mientras Bakugou les sacaba una foto.

—¡¿La tienes?!

—Sí, ahora hago el Sticker. —un minuto después me llegó una notificación al celular, era el Stickers que había hecho Bakugou. Nos reímos durante lo que quedaba del día por las caras de pánico de Shiro y Jirou rojos de la vergüenza.

Pues lo habíamos pasado muy bien. Al anochecer Bakugou me acompaño a casa y me entregó la correa de Inosuke. —Bueno, nos vemos mañana, bruja.

—Sí, te parece si te voy a buscar...

—Ni de coña, mi mamá tiene mal carácter.

—De tal palo tal astilla.

—¡Maldita, bruja! ¡Hoy no exploté!

—Lo acabas de hacer. —Reí.

—Pfft, ya métete a tu casa.

—Aww, ¿Estás esperando a que entre?

—Me largo. —Bakugou se dio la vuelta para caminar a su casa, pero alcancé a detenerlo para abrazarlo por detrás. —Gracias.

Ahora sí, salí corriendo tomando a Inosuke en brazos para entrar a mi casa. Pues tal vez, y solo tal vez, Bakugou podría comenzar a caerme mucho mejor.

Miré el nuevo collar de Inosuke, era muy el estilo de Bakugou, y sonreí de solo recordarlo.










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