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𝓔𝓻𝓪𝓼𝓮 𝓾𝓷𝓪 𝓿𝓮𝔃...Denny Mars, diecisiete años de edad, con una vida casi perfecta, tiene todo lo que quiere, tanto como en la vida básica como en la vida sexual...
Ella obtiene al chico que quiere, cuando quiere en su cama, es toda una puta hambrienta de sexo desde sus catorce años, sin embargo todo cambia cuando no puede tener en su linda e inocente recámara a su perfecto y sexy hermanastro, sin embargo quién diría que todo cambiaría gracias a un castigo.
Era viernes por la mañana y Jean y yo ya nos encontrábamos peleando mientras desayunaba toda la familia, nuestra relación de hermanastros jamás había sido la más buena, ya que yo lo odiaba por llegar a joderme mi vida de hija única y el me odiaba por ser bonita, me lo había dicho un día cuando estaba ebrio, básicamente el no lo recordaba pero yo sí así, que eso hacia que ambos discutieramos 24/7 y nos desearamos la muerte.
Sin embargo eso hacia que ambos nos desearamos de una manera realmente intensa, con tan solo sus tontas ofensas me prendía de una manera única y siempre terminaba abierta de piernas en mi cama masturbándome, pensando en como esa lengua que me insultaba podía estar en mi coño.
-¡Eres demaciado tonta!- Exclamó Jean furioso.
-¡Nadie te pidió que fueras mi hermanastro!- Le grite.
-¡Eres una maldita consentida!-
-¡Y tú un maldito idiota!- Tome el vaso con agua que estaba frente a mi y se lo aventé, haciendo que su playera azul se mojara y se pegará en su cuerpo.
-¡Basta!- Hablo Sandra la mamá de Jean y mi madrastra.
-¡Me jode que siempre estén discutiendo!- Mire a Jean.
-Esto se tiene que arreglar y de una manera adecuada, después de las tres los quiero a los dos en la sala-
-
Una vez más me encontraba sentada en mi cama, jugando con un dildo en mi coño caliente, deseando que ese dildo fuera sustituido por la gran polla de Jean, que aunque suene ilógico ambos lo deseamos.
-MMMM...SI- Jadé empezando a introducir el dildo en mi vagina.
-OOHH- Gemí cuando empecé a meterlo y sacarlo de mi.
Jugaba con el en mi vagina, repetitivas veces por día, no podía entender el hecho de que lo deseaba con locura.
-¡¡ASII...MMM!!— Gemí acelerando aún más las embestidas para llegar a mi orgasmo más fantaseado, pensando en como ubiera sido si Jean lo ubiera provocado.
