5. Tensión

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Narra Harry:

Trixie había llegado al local hace cinco minutos y yo no me atrevía a salir y saludarla.

—Mitch, es real. Es real. Está aquí. Sí existe—le susurraba a mi amigo tirando de su ropa. Estaba más que nervioso. No podía parar de tirar de las mangas de su camisa.

—¿Y por qué no vas a verla en vez de intentar desnudarme?

Temblé dándome cuenta de que sí, le había desordenado la ropa. Suspiré entrecortadamente acomodando de nuevo su camisa, quitándole las arrugas.

—¿Qué voy a decirle? ¿Qué voy a hacer?

—Eso debiste pensarlo ayer cuando le mandabas esos correos asquerosamente mal disimulados.

Tragué saliva mirando a mi alrededor. Ella estaba en la habitación de al lado esperándome y yo no tenía las agallas para salir y comprobar con mis propios ojos que ella era real.

Ayer, cuando Ray Santoro respondió mi correo confirmando que había asistido con Beatrice Beckett, el corazón se me detuvo. Sí era Ray, era su mejor amigo. Habían ido a verme ayer y se fueron antes de que la fiesta acabase. Habíamos estamos en el mismo cuarto juntos y yo no la había notado. No estaba jodidos loco.

Inventé lo primero que se me ocurrió diciéndole que habían ganado entradas para verme de nuevo hoy en Berlín con la excusa de hablarle y enfrentármele. No podía volver a perderla. No sabiendo que sí existía y podía saber su versión de la historia.

—¿Y si ella no recuerda el sueño? —pregunté nervioso.

—Es posible. Anda despacio para que no la asustes.

—¿Y qué le voy a decir? "Oh, soñé contigo cuando estuve en coma y dos años después aún sigo pensando en ti". Mitch, me golpeará la cabeza con una sartén.

Mi amigo apenas rió.

—No lo sabrás hasta que vayas y la saludes. Apúrate que la fiesta empieza en cinco minutos.

Tomé una profunda respiración apesar de mi ganas de vomitar y mearme al mismo tiempo.

Dándole una última mirada a Mitch, me volví y salí de aquella habitación para avanzar hasta donde Trixie me esperaba. No me molesté en llamar a la puerta y simplemente la empujé.

Lo primero que vi fue la mirada aterrorizada de Ray. El de cabello lacio estaba petrificado viéndome. Delante de él, dándome la espalda, se encontraba Trixie. Su preciosa melena me llamó la atención y pude notar sus hombros tensarse cuando se dio cuenta de la rigidez de su mejor amigo.

Tragué saliva cerrando la puerta detrás de mí cuando ella, muy despacio, se giró sobre sus pies y cruzamos miradas. El estómago se me revolvió. Era ella. Idéntica, igual que siempre.

—Hol... —Quise saludar, pero el aire se me fue.

Ella de verdad estaba ahí. Me observaba pálida y con los labios entreabiertos, muy sorprendida también.

—Tr- —La lengua se me enredaba y el aliento se me iba— Trixie...

Su pecho se infló con una silenciosa respiración.

—Harry —musitó.

Decidí, después de un largo silencio, que debíamos decir algo más.

—¿Ray? —Miré a su amigo.

El castaño ahogó un gritito.

—Hola, Dios, Harry, hola... —Se adelantó estrechándome su mano temblorosa.

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