14. Amor

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Narra Trixie:

Hace unas horas, Camille y yo habíamos salido a la peluquería para que nos arreglaran el cabello y las uñas. La verdad, al principio había entrado en pánico por la idea de quedarme sola con ella, pensando en que iba a cuestionar mi vida desde mi nacimiento hasta sobre la de la abuela de mi difunto perro, pero no sucedió aquello y, en cambio, me la pasé bien a su lado.

Hablamos sobre nuestros trabajos y lo que consistían. Me contó un poco sobre la historia del baile al que asistiríamos y cómo todos los años el distrito elaboraba estos eventos para recaudar dinero para ayudar a familias necesitadas en la pronta Navidad. La francesa nunca mencionó a Harry y yo tampoco saqué a flote mi relación con Lucas para no involucrar a nuestras parejas en la charla. Tres horas más tarde, las dos regresábamos a su casa listas para sumergirnos en unos vestidos de seda que había prometido prestarme.

Cuando llegamos a su casa, Harry estaba bañándose, así que no lo vi. Fui directamente a mi habitación, donde mi novio me esperaba cambiándose en un traje azul navy y camisa blanca.

Ayer, cuando salimos Ray, él y yo, discutimos sobre los rumores que se habían formado en redes sociales sobre la supuesta infidelidad de Harry conmigo. Lucas rió y dijo que no estaba molesto, que sabía que el fandom siempre exageraba todo y que un abrazo como los que se ve en esa foto puede ser de amigos. Sus palabras fueron: "Confío en ti y en Styles. Tú no me harías daño y Harry tampoco a Camille".

Ahora, con las aguas calmadas entre los cuatro y un Ray desesperado por encontrar un compañero de baile, nos alistábamos para salir camino al esperado evento de Navidad a las nueve de la noche.

—Qué lindo te queda el cabello planchado, Trix —dijo Lucas—. Creo que en estos tres años que te conozco solo te lo he visto así lacio cuatro veces.

Sonreí dándome una vuelta sobre mi eje para que contemple desde atrás el gran trabajo hecho por la peluquera.

—¿Te gustan más mis rulos o así lacio? —quise saber.

Sus manos se extendieron hacia mí, llamándome. Me le acerqué y apoyé mi tacto sobre sus hombros donde colgaba la corbata azul oscura todavía sin ser atada.

—Me encanta cómo te ves con el cabello planchado, pero tu melena me fascina. —Envolvió sus manos por mi cintura, atrayéndome a su pecho—. Así que me quedo con mi leona.

Las mejillas me dolieron por la inmensa sonrisa que surgió en mi rostro. Le robé un beso y procedí a ayudarlo con la corbata porque, aunque él sabía atársela, yo adoraba hacerlo para él cada mañana.

—Voy a ponerme el vestido y nos vamos —avisé.

Mi vestido era del mismo tono azul navy que el traje de Lucas. Era con los hombros al desnudo y muy largo. Lucía bonito colgado en mi armario, y podía imaginarme perfectamente a Camille usándolo. ¿Cuántas veces se lo habrá puesto antes? ¿Harry se lo habrá visto ya? ¿Me quedará tan bien como a ella?

La francesa y yo medíamos igual, así que, cuando me lo puse, el largo me quedó exacto. Me quedaba algo ceñido en la cadera, pero no molestaba. Crecí unos centímetros gracias a los tacones plateados también prestados por Camille, y finalmente me miré al espejo: me veía muy linda y me gustaba sentirme así.

—Guau —Lucas soltó sentado al borde de la cama—. Te ves divina.

Lo observé sobre mi hombro.

—Gracias, bebé. —Un arrepentimiento instantáneo invadió mi cuerpo. Aunque no le debía nada, hace dos noches Harry me había pedido que no lo llamase de esa forma porque lo lastimaba. Era inevitable.

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