28. Chistes Salvajes

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Trixie's POV:

Ocho meses después...

Love On Tour había sido una locura total.

—¡Okay, muchachos, el gran final, todos a sus posiciones! —anuncié firme, colocándome un audífono en mi oreja.

Alcé ambas palmas indicando "aguarden" mientras miraba atenta las grandes pantallas delante de mí. Diferentes ángulos de Harry en el escenario se transmitían en vivo y yo debía dirigir qué lado mostrarle al público en la pantalla grande alrededor de la arena.

—¡Cámara dos! —indiqué—. ¡Sigue a Harry por la pasarela!

Así se mostró a un Harry corriendo por ella, despidiéndose de sus fans con besos volados antes de empezar la última canción del concierto: Kiwi.

—Luces rojas y amarillas. ¿Listas? —advertí, notando que Sarah, la baterista, estaba apunto de comenzar la canción—. Tres, dos....

A mi señal, un ambiente de rayos amarillos y rojos convertían el show en un momento electrizante mientras Harry se volvía loco al ritmo de Kiwi. Me provocó bailar con él, pero estaba demasiado ocupada intentando que su último show salga bien.

—¡Cámara cinco, transmite con efecto treinta y tres! —Sonreí satisfecha al colocar a Harry con un sexy efecto verde y negro humeante en la pantalla.

Y así había sido cada noche de concierto por los últimos ocho meses.

Disfrutaba de Harry tras bambalinas, con el equipo de producción que debo decir eran unos genios. Poco a poco fui perfeccionándome en el trabajo y agarrándole el truquito. Así, hace dos meses, había sido promovida a directora. Me ponía feliz saber que me gané yo misma el puesto y no fue por influencia de Harry.

Show tras show, terminaba exhausta porque este muchacho se movía mucho por el escenario y al menos una cámara debía seguirlo y transmitirla en las pantallas grandes para el resto del público más arriba. Sin embargo, nunca se me había escapado un gran momento de Styles. Ventajas de ser su fan y saber qué hará en cada canción.

Y así como yo estaba cansada, Harry también. Digamos que en el show número cincuenta empezamos a cansarnos. No en el sentido de aburrimiento, sino en el mental. Dormíamos poco, todo era muy de prisa y había que trabajar bajo presión. Agotados. Así nos sentíamos.

Esto, por supuesto, trajo como consecuencia vernos... ¿dos veces a la semana?

La estimación de Harry fue cierta. Habían días que ni nos cruzábamos en la arena. Quizá, uno que otro día él se escapaba de ensayos y corría a verme a producción mientras yo configuraba y probaba el equipo electrónico para su show, pero eran minutos.

Y, a veces, al final de los conciertos, aún así nuestros hoteles estuvieran cerca, no teníamos la fuerza suficiente para buscarnos. Únicamente queríamos dormir cuanto pudiéramos.

Era jodida e increíblemente agotador.

—¡Una vez más, chicos, Harry está loco y quiere cantar Kiwi tres veces! —bromeé, haciendo a toda producción reír.

Nadie aquí sospechaba algo entre Styles y yo, excepto su banda y Jeff, claro. Me había vuelto muy unida con los chicos de la banda gracias a nuestros viajes en el bus. Eran la gente más amable, divertida y talentosa que había podido conocer. Ellos sabían lo de Harry y yo y decían que teníamos su bendición, que le caía muy bien y que no podían esperar para la boda. Yo me quedaba algo incómoda ya que a este paso no íbamos a llegar ni a la pedida de mano.

Los pocos días libres que teníamos casi siempre los pasábamos juntos... en su hotel. Oh, yo estaba muy equivocada y era una ilusa por creer que saldríamos a pasear. Oh, no... yo era tan feliz con quedarme en la cama, dormir hasta el medio día y ver una película con Harry...

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